31 julio, 2004

Respuesta

Pregunta Blogilo si no hay versión "huichilopostli" del detector de dios. Que yo sepa, no la hay, pero conozco el Guadalupómetro, de funcionamiento similar pero que se adapta a la idiosincracia nacional.


El discurso de JFK

La impresión más fuerte del discurso de John F. Kerry, pronunciado este jueves al aceptar la candidatura demócrata a la presidencia de Estados Unidos, es su esfuerzo por atraerse a los indecisos (un 20 por ciento de electores que, dado lo cerrado de la competencia, serán quienes decidan el resultado). Al margen de su regular estilo oratorio y de su deficiente lenguaje corporal, el senador por Massachusetts echó mano de todos sus recursos para convencer a sus compatriotas de que será un eficaz comandante en jefe, no sólo reiterando su hoja de servicios en Vietnam, sino también con propuestas y principios.


El principio fundamental, que de paso sirve para atacar a George W. Bush, es el de no mentir para justificar una guerra, no hacer la guerra "porque queramos, sino porque debamos". Sin embargo, no precisó lo que hará en el caso concreto de Irak, la guerra que está en la mente de todos. Sería impensable que hubiera ofrecido retirar a las tropas que ocupan el país mesopotámico pues, aunque esté basada en las mentiras de Bush, en el imaginario del pueblo esa guerra sigue siendo parte del combate al terrorismo. Y esto tiene gran prioridad para el pueblo estadounidense, a despecho de la tradicional ignorancia que priva en la materia. Prometió, sí, reforzar las alianzas para repartir las cargas de este combate. Pero no por respeto hacia los aliados, sino para que éstos —y el resto del mundo— respeten a Estados Unidos. Así, esa medida de política exterior se vuelve, en ese país ferozmente aislacionista, una acción dirigida al consumo interno.


Los lineamientos de su política interna —creación y protección de empleos, mejoramiento de la asistencia médica, reducción de impuestos para las personas de bajos y medianos ingresos, aumento para los ingresos elevados, elevar la calidad de la educación— están dirigidos básicamente a la clase media, a ese sector tan lastimado por las medidas elitistas del gobierno de George W. Bush y que indudablemente será el fiel de la balanza en las elecciones de noviembre.


Y frente a un rival tan fudamentalista como al que se enfrenta, JFK no podía dejar de mencionar el tema religioso, si bien muy de pasada para no darle una importancia que no tiene. Más bien, fue un llamado a la tolerancia y una exhortación a no enarbolar la fe como tema de campaña. "No pretendo que dios está de nuestra parte. Como nos dijera Abraham Lincoln, quiero orar humildemente para estar de parte de dios", palabras con las que pretende desarmar de entrada los argumentos mesiánicos de que se ha valido Bush para presentarse como enviado y defensor del cielo.


Todo el discurso se basó en los valores. Los valores de la familia: el padre que lo enseñó a jugar pelota y andar en bicicleta, la madre que siempre estuvo cerca alentándolo y fortaleciéndolo moralmente, los niños que salen a jugar en la tarde después de la escuela, el policía del barrio; los valores de la patria, representados en la bandera, encarnados en el ingenio del pueblo del "sí se puede" y en el orgullo de ser estadounidenses; el valor de la fe, del conocimiento, de la ciencia.



La idílica visión de Normal Rockwell sobre la vida cotidiana en Estados Unidos resurgió en el discurso de Kerry.


Y su visión del futuro está basada en esos valores. El futuro de un país unido por encima de sus diferencias, enfrentado más a los retos internos que a los externos, ocupado en elevar su nivel de vida, más que en propagar sus métodos, si bien todo esto ha de apoyarse en la conciencia de su supremacía militar y económica.


El acto de clausura estuvo dirigido también a congraciar a John F. Kerry con la gente común, las clases bajas y medias, que ven en él a un aristócrata de izquierda con el que difícilmente pueden identificarse. Así, la selección de John Edwards como candidato a la vicepresidencia aspira a llenar esa brecha que lo separa del pueblo. No fue casual que Kerry hiciera énfasis en los humildes orígenes de Edwards y en el hecho de que el senador de Carolina del Norte encarna el "sueño americano".


Para el mundo externo, la presidencia de Kerry podría acabar con la pesadilla que ha significado la arrogante política exterior de Bush. Para ello, la Casa Blanca de JFK II tendrá que revisar sus relaciones prácticamente con todo el mundo: reconciliarse con Francia y Alemania, volver a dirigir la mirada a América Latina, reintegrarse en la comunidad internacional representada en los organismos internacionales y adherirse al protocolo de Kioto, aceptar la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional, manifestar su respeto por la Organización de las Naciones Unidas pagando el anorme adeudo que tiene, entre otras medidas necesarias para que el mundo en general, como lo anhela Kerry, vuelva a sentir respeto por Estados Unidos.


28 julio, 2004

El detector de dios

Bien, parece que el buen amigo Dean ya resolvió el problema de encontrar a dios: con un sencillo detector. El ingenioso dispositivo no recurre a la tecnología de punta, sino que, bien situado en su contexto, se basa en el poder divino para funcionar. Para evitarme su descripción, he aquí una imagen:



¿Cómo funciona? Muy simple, como dice su autor, todas esas veces que, enfrentados a una decisión pedimos una señal divina que nos oriente, podemos recurrir a este detector. Si dios quiere, la aguja se mueve al "sí". Y si no, pues se queda en el "no". Genialmente sencillo, ¿no creen?


El generoso Dean ofrece el cacharro por una bicoca, así que apunten su navegador a: Yo, God! God Detectors para que puedan adquirirlo en línea. Allí mismo también pueden registrar su número de serie para reportar cuando se mueva la aguja. ¡Buena suerte!

27 julio, 2004

El sentido común revisitado

Una forma en que se perpetúan los sistemas sociales es a través de la ideología disfrazada de sentido común. Así, el sistema esclavista se perpetuó gracias al supuesto de que no había nada malo en someter a los negros traídos del África, ya que eran "salvajes" que había que "civilizar". Los indígenas americanos también fueron sometidos al son de que se trataba de "bárbaros idólatras"; se necesitó todo un proceso burocrático para que la iglesia católica les reconociera alma y llevara a cabo una campaña de evangelización que tuvo tintes de etnocidio.


Pero eso era el "sentido común" en ese tiempo, a quien se le atribuyen los crímenes para que la conciencia del hombre quede tranquila.


Por lo visto, el sentido común va variando con el tiempo. Lo que ahora nos resulta obvio, por ejemplo, que todos los hombres somos iguales, parecía una herejía hace algunos siglos. ¿Y a qué traer la tan manoseada historia del avance de las ciencias? Copérnico no se atrevió a publicar su teoría heliocéntrica en su tiempo, pues contradecía el sentido común que veía que el Sol, la Luna y las estrellas revolucionaban en torno de la Tierra.


No es fácil desafiar el sentido común prevaleciente. Quien lo hace se expone a ser tachado de hereje, a ser condenado al ostracismo, a ser recluido en una clínica psiquiátrica o simplemente a ser expulsado de su círculo social.


Sin embargo, aquellos herejes, locos o parias ahora nos parecen pioneros, visionarios y profetas. ¿Quién se hubiera atrevido a poner en duda la validez de la ley del talión, para predicar que hay que amar a nuestros enemigos? ¿Cómo se le ocurrió a alguien ir en contra del feroz sistema de castas de la religión hindú para desbancar a todos los dioses y poner al hombre en el centro del sentimiento religioso?


Ya se había inventado el ferrocarril de vapor cuando mediantes estudios científicos se demostró que el hombre perecería al viajar a la vertiginosa velocidad de 20 kilómetros por hora. Y aún hoy en día hay quien duda de que el hombre realmente haya llegado a la Luna.


Así, se tacha de por lo menos quijotesco a quien pone en tela de juicio el injusto orden lingüístico que privilegia a los hablantes nativos del inglés. Empeñarse en que el hombre tiene la capacidad de dotarse de una segunda lengua común parece ir en contra del sentido común que preconiza el inglés obligatorio, que demuestra su necesidad en la vida comercial y su importancia a la hora de conseguir trabajo.


Sin ánimo de pasar por profeta, estoy convencido de que el esperanto tiene a la fuerza de la historia de su lado. Que la suma de los innumerables esfuerzos, por parte de los millones de esperantistas anónimos que cultivan este instrumento de comunicación, tarde o temprano dará frutos. Los frutos que la gente asocia con una lengua internacional, quiero decir, porque en su ya más que centenaria trayectoria, el esperanto ya ha forjado toda una cultura. Y esta cultura merece una consideración mucho más seria que el fácil desdén de quienes, basados en el sentido común imperante, afirman que su estudio es una pérdida de tiempo, que es imposible comunicarse en una lengua "artificial" y que, aun si así fuera, tal lengua no podría generar una cultura. Sí, así como los cuerpos se despedazan al viajar a 20 kilómetros por hora.


25 julio, 2004

La ciencia de dios

Si tratar de demostrar la inexistencia de dios a partir de los errores contenidos en la Biblia me parece mezquino, tratar de demostrar su existencia con base en lo que dice la Biblia misma es una simple petición de principio. Y a pesar de la evidencia de esta verdad, eso es precisamente lo que hacen los autores del sitio
Evidencias científicas sobre dios.


En efecto, asegurar que dios existe porque la Biblia lo dice no resuelve el problema del origen de la Biblia. Afirmar que la Biblia es un texto revelado por dios porque la misma Biblia lo dice, es ignorar, deliberadamente o no, el método científico. Transponiendo esa actitud a nuestros tiempos modernos, equivaldría a afirmar que las charlatenerías de Jaime Mausán son ciertas porque él mismo dice que es verdad. A creer que efectivamente Sai Baba es la encarnación de dios porque así lo asegura él mismo y gran número de sus discípulos. O a creer que Irak representaba una amenaza para el mundo por contar con armas de destrucción masiva, porque eso era lo que querían que pensáramos Dobleú y compañía.


Por lo demás, centrar el debate de la existencia de dios en los textos de la Biblia es pasar por alto a más de la mitad de la población mundial que está convencida de que sí hay dios, pero con base en otros libros sagrados. Si la Biblia realmente es la palabra de dios, ¿qué hay de los Vedas, el Corán y otros textos? ¿Significa eso que el único dios verdadero es el Jehová bíblico? Responder que sí es regresar a la posición colonialista de siglos pasados, cuando se mataban "salvajes" a fin de salvar su alma.


Y lo mismo a contrariu sensu: si me demuestran que el dios de la Biblia es falso, ¿quiere eso decir que puedo confiar en el del Ramayana? ¿O habrá quien se dedique a demostrar la falsedad de uno por uno de los diferentes dioses que se disputan nuestra alma inmortal?


El problema surge de la fuerte identificación de dios con las religiones organizadas. Pensamos que la única forma de creer en un ser supremo es a través de una organización —burocratizada como la católica o sin estructura, como la musulmana, por ejemplo—, encargada de administrar el sentimiento religioso. Y aquí usamos el término administrar en su sentido más mundano: cobrar cuotas por celebrar bautizos y bodas, llevar el registro de los fieles, organizar campañas de propaganda (o misioneras, como se les llama), etcétera.


Los ataques y las alabanzas que giran en torno a dios en realidad se refieren a las instituciones que operan en el mundo bajo su nombre: las crueldades de la inquisición, las bondades de la evangelización, los dispensarios médicos de la Fraternidad Musulmana, las obras de caridad de la hermana Teresa de Calcuta: todo estos nos habla de la naturaleza humana, de la abyección de que es capaz y de las alturas tan sublimes que puede alcanzar. Que lo hagan a nombre de un dios no quita que, a final de cuentas, sean obras de los hombres.


El valor moral de las escrituras sagradas de la humanidad, pues, es revelación de la naturaleza humana, de lo mejor que podemos dar de nosotros mismos, al margen del nombre al que se la atribuyamos. Debatir si ese nombre es Jehová, Rama o Alláh es ignorar la existencia de la bondad inherente del ser humano y olvidar que, con dios o sin dios, cada quien es responsable de sus actos ante sí mismo y ante la sociedad en que vive. La presencia o ausencia de dios es del todo irrelevante.


21 julio, 2004

Los justos también pecan

Ciertamente le ha de haber causado gran desazón a nuestra derecha criolla enterarse de que su paladín, Jorge "Prosida" Serrano Limón, se surte de tangas en Liverpool y El Palacio de Hierro. Pero, ¿qué esperaban? ¿Que las comprara en Milano o en las banquetas de San Cosme? Después de todo, con los treinta millones que le otorgó en 2003 la Secretaría de Salud (a través, claro está, de la comisión de presupuesto de la cámara de diputados, encabezado en ese tiempo por, ¡oh, sorpresa!, el representante de la reaganomía en México, el inefable Luis Pazos) bien podía darse el lujo de ser totalmente Palacio. Y antes no se fue a París a surtirse de lencería y demás accesorios de los que ha menester en su cruzada en contra del condón.


Entrevistado por Aristegui y Solórzano, el santo varón explicó que esos fondos se destinaban a salvar vidas. Y precisó que se salvaron siete mil doscientas y pico. En lo que no entró en detalles fue en el papel que desempeñan las tangas (y las plumas Mont Blanc y los trajes de lujo que también compró en esas tiendas) en sus tácticas salvavidas.


El grupo encabezado por Serrano Limón opera a través de centros de apoyo a la mujer, donde se les da capacitación... ¿Capacitación para usar tangas? No nos imaginamos a este hombre (y, para ser sinceros y sin querer pecar de sexistas, a ningún otro) recurriendo a estas minúsculas prendas para explicar los peligros de la lujuria, enseñar a evitar la tentación de la carne o arengar en temas similares a las pobres incautas atraídas a sus centros.


En la entrevista que se trasmitió anoche por la televisión, el aladid de la decencia no explicó tampoco en qué tipo de publicidad se fueron diez millones de pesos, pagados a una empresa que, ¡otra sorpresa!, tiene el mismo domicilio fiscal que el grupo que encabeza. Sí, acá en Cuernavaca he visto paredes pintarrajeadas con leyendas como "Joven, reza el rosario" y "¡Viva el papa!", que podrían atribuirse a una campaña de Pro Vida. Pero las latas de pintura no cuestan tanto para justificar un gasto de diez milloncitos.


El escándalo acaba de estallar y faltarán varios capítulos de esta telenovela. No queremos echar a perder el desenlace, pero desde ahora podríamos adelantar varias conjeturas. Decídase el lector por la que sea más de su agrado.



  • Luis Pazos es destituido de su actual cargo en Banobras, acusado, procesado y condenado por desvíos de fondos. Serrano Limón, avergonzado por sus culpas, devuelve a Conasida los treinta millones de pesos y, para expiar sus pecados, se mete de monje cartujo y no vuelve a abrir la boca.
  • Luis Pazos y Serrano Limón manifiestan su indignación ante lo que llaman una conjura de la izquierda, los homosexuales y la mafia de las drogas para manchar su honroso nombre. Se organiza una manifestación de apoyo en el Zócalo y, aprovechando el próximo escándalo que vaya a surgir, la prensa (y la opinión pública) se olvida del asunto.
  • Andrés Manuel López Obrador declara que Pazos y Serrano Limón son parte de las fuerzas obscuras que se oponen a su candidatura para el 2006 y publica la respectiva historieta. Cuauhtémoc Cardenas dice no tener elementos de juicio, pero que es muy claro quién está detrás de todo este escándalo. "Ustedes ya los conocen", les dice a los periodistas.
  • Santiago Creel jura por su madre que él no tuvo nada que ver con la asignación de fondos. El Jefe Diego dice que eso son "chismes del viejerío". Vicente Fox afirma que él no sabe nada, pero que le preguntará a Martita para dar su opinión en su programa de radio.
  • El episcopado emite una declaración en la que exhorta al "piadoso perdón para no desestabilizar las conciencias en esta hora en que es tan necesaria la unidad nacional".

No se vaya. Seguiremos informando.


20 julio, 2004

Racionalismo teológico

Aunque no creo en la existencia de Dios, tratar de demostrar su inexistencia siempre me pareció una tarea ociosa y, ahora que veo la Página racionalista de Hernán del Toro, me resulta hasta mezquina.


En efecto, el señor del Toro se dedica a levantar el inventario de las incongruencias de la Biblia, con una minuciosidad merecedora de una causa más digna que la de exhibir los errores de los escribas de hace miles de años. De esas incongruencias, él deriva la inexistencia de Dios, la falsedad de las escrituras y otras consecuencias.


Claro, siempre se necesita de alguien que haga el trabajo sucio. Pero creo que referirse a Dios como una deidad aborrecible, sedienta de sangre, de odio y de venganza es ensuciarlo más. Reducir los argumentos a una serie de ataques ad hominen basados en errores (muchos de ellos de traducción) es rebajar la discusión a un nivel carcelario que definitivamente la cuestión religiosa no se merece.


Al actuar con más vísceras que neuronas, el autor de la página sólo cambia de uniforme, pero sigue exhibiendo la misma actitud autoritaria de los fundamentalistas, presentando sus opiniones como la única verdad. Le aconsejaría que pusiera en práctica la frase de Bertrand Russell, que él mismo consigna en una de sus páginas:


El problema con el mundo es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas.

15 julio, 2004

Miedo a la vida

Circula por Internet un "mensaje para todos los mexicanos" que, si bien dudo que les llegue efectivamente a todos, ha tenido una buena distribución, pues me ha llegado de fuentes muy distintas. Tratando de fundamentarse en diversas consideraciones morales, el meollo del corrosivo mensaje es que los mexicanos tenemos la culpa de que el país esté como está. Aunque más que consideraciones morales, podríamos decir que se trata de quejas cacerolistas por la falta de civilidad de los compatriotas: que se estacionan en las entradas, que intentan meterse en la caja rápida del supermercado, que organizan fiestas ruidosas, que no ceden su lugar a ancianos y mujeres embarazadas en el transporte público, que se roban la televisión por cable...


Sí, todas esas cosas pasan en nuestro país, pero de ninguna manera los mexicanos tenemos el monopolio de la incivilidad. Por poner un ejemplo cercano: basta ver la televisión gringa para darnos cuenta de que estas cosas también suceden allá (quizá la única diferencia a favor es que allá sí llaman a la policía para que acalle a los vecinos ruidosos).


La conclusión de nuestro anónimo pensador mexicano es que no basta cambiar al presidente si los ciudadanos no cambian primero. Habría de darle un premio al descubrimiento social del milenio. Cuatro años de inmovilismo político nos han confirmado la insuficiencia de cambiar al partido residente en Los Pinos.


Como todos los mensajes de este tipo, éste acaba con la petición de que el receptor lo envíe a todos sus conocidos (fue obedeciendo a esta orden como lo recibí varias veces), sin llegar a propopner nada concreto, más que su esperanza (expresada en un ojalá que cambiemos todos) de salir de la obscuridad en que hemos vivido sin tener que caer en el terror y la dictadura al estilo Pinochet.


Lo que no ve este abanderado de la consciencia nacional es la mezquindad de sus fundamentos. Aunque afirma que "aquí hace falta otra cosa, más que cacerolazos", no ve que este mensaje sólo le hace el caldo gordo al cacerolismo de clase media. Y a pesar de que diga que el mensaje está dirigido a todos los mexicanos, en realidad es sólo a esa clase a la que le habla y de donde extrae sus ejemplos de incivilidad. ¿Cuántas personas tienen una cochera que pueda ser obstruida por el vehículo del otro? ¿Cuántas se abastecen en los supermercados? Poner el ejemplo de las cajas de periódicos en Estados Unidos como ideal a alcanzar en cuanto a forma de distribución de los diarios es ignorar el hecho, más triste aun, de que la mayoría de nuestro pueblo no lee la prensa, que se da por bien servida con la información de la televisión y del radio. Y más, es ignorar las profundas diferencias en el mercado laboral estadounidense y mexicano. ¿Poner puntos de venta mecánicos para dejar en el desempleo a los voceadores? ¡Por favor!


Olvida también que ha sido la élite gobernante la que ha tenido sumido en la miseria a nuestro país, no sólo por su corrupción, sino por su falta de visión y de nacionalismo, por su carencia absoluta de interés en el porvenir de la nación y por su estrecha concepción cortoplacista (como la que caracterizó precisamente a Salinas de Gortari, que vendió los haberes del país para financiar su sueño primermundista). No fue el pueblo el que puso en su cargo a la directora de la Lotería Nacional; no pusimos a Martita como "primera dama" (aunque de hecho sea la segunda de Fox) ni a la caterva de funcionarios que han protagonizado los escándalos telenoveleros en los videos.


El anónimo autor del mensaje (e insisto en que es anónimo, pues es sabido que del anonimato suelen provenir todas las campañas de amedrentamiento lanzadas contra la clase media) la emprende también contra el ingenio o viveza del mexicano, como origen de la deshonestidad congénita de nuestra idiosincracia. Es decir, no sólo culpa al pueblo de sus propios males, sino además ataca el único recurso que le ha permitido sobrevivir a los pésimos gobernantes y funcionarios que ha padecido. ¿Que ese ingenio es el que me permite conectarme para robar la señal de Cablevisión del vecino? Sí, pero también es el que impele al campesino, al habitante rural (y en especial a las mujeres de ese medio) a sembrar hasta en las macetas para poder poner una olla de comida en la mesa. A aprovechar las cortinas viejas para hacerles ropa a sus hijos. A construir jacales de cualquier tipo de material para darle un techo a su familia.


No, no es tan sabroso "vivir a la mexicana" como dice el autor. Que lo trate de hacer con un salario mínimo, a ver si le alcanza para pagar su computadora y su conexión a Internet. Y después, si realmente está convencido de que el problema del país son las entradas de cochera obstruidas, que proponga una solución viable. Todo lo demás, como ya dije, es cacerolismo vil que sólo ayuda a mantener el status quo, pues no hay nada que paralice más que el miedo a salir a la calle y tener tratos directos con la realidad.

13 julio, 2004

Acceso y distribución: los retos del sida

En la XV conferencia internacional sobre el sida, convocada por ONUSIDA y celebrada en Bangkok, el tema en torno al que giran las discusiones y debates es el del acceso a los medicamentos. La imagen es la siguiente: en un lado están los enfermos de sida y seropositivos, y del otro, los tratamientos anti-retrovirales (básicamente la triterapia). El problema para contener la pandemia (el reto, para adoptar la palabrería al uso) es que los enfermos tengan acceso al tratamiento.



Foto de familia: Los funcionarios bien viajados y comidos sonríen bobamente a la cámara, como si no conocieran las terriblas cifras que habrán de presentar en sus informes. (Cortesía involuntaria de Xinhua)


Ya no se discute ni su eficacia (que al parecer está comprobada tras varios años de aplicación) ni se habla, mucho menos, de una vacuna (la cual ha sido convenientemente pospuesta para dentro de diez años, como lo ha sido cada tanto; la verdad es que la vacuna contra el sida ha resultado tan difícil de alcanzar que por lo visto es preferible ponerse metas más realistas). No, como dijimos, la cuestión es el acceso. El meollo es lograr que los tratamientos sean accesibles para los enfermos. ¿En qué consiste esa accesibilidad? Básicamente, en el precio. Cuando se desarrolló la triterapia, hace unos diez años, su costo la volvía prohibitiva para la mayoría de los seropositivos, pues rondaba los 400 dólares al mes. En la actualidad, ese costo ha bajado a ser entre 30 y 60 dólares mensuales. Si bien sigue estando fuera del alcance (del acceso como dicen los bien acolchonados burócratas que lo controlan) de la gran mayoría de infectados, ya cae dentro de las posibilidades de los programas públicos de atención médica.


No obstante, muchos países prefieren seguir gastando en armas lo que necesitarían destinar a medicinas para contener la expansión de la epidemia. Y pese a todas sus palabras grandilocuentes sobre la solidaridad y la "compasión", los países desarrollados siguen reteniendo los fondos prometidos para ese combate.


Pero quisiera volver al problema del acceso. Plantear la lucha contra la expansión del sida como un problema de acceso del enfermo a los tratamientos es hacer recaer en éste la responsabilidad de conseguirlos. Aunque parezca lo mismo, no es igual decir que "el paciente no tiene acceso (o peor, tiene acceso limitado) a los medicamentos", que decir "el estado (y las instancias responsables) no han cumplido su responsabilidad de distribuir los medicamentos". Así, no es lo mismo acceso que distribución.


¿Qué es el acceso? En este contexto, una palabra vacía que ahora sirve para enmascarar una terrible realidad. So pretexto de defender la propiedad intelectual, Estados Unidos presiona para que los demás países no fabriquen triterapias genéricas. (Por cierto, hace dos semanas se dio a conocer una de éstas que viene en una sola pastilla, lo cual facilita su administración. Se fabrica en China y allí se distribuye en forma gratuita, hasta ahora en forma de prueba en tres de las provincias más afectadas. El gobierno del "compasivo" George W. Bush está tratando por todos los medios de impedirlo, por supuesto, para defender a sus industrias.)


Lo que se necesita es que los estados le pierdan el miedo a las presiones de Estados Unidos y permitan que sus industrias nacionales fabriquen los medicamentos genéricos y los distribuyan entre los enfermos. Sin costo, claro, dentro de sus correspondientes programas de atención médica. O al costo, fuera de ellos. Todo lo demás es palabrería hueca, programas grandilocuentes carentes de resultados, promesas que nunca se van a cumplir, engorda de funcionarios que se paran el cuello con reportes maquillados y datos falseados en las conferencias internacionales.


Regreso al retorno de los brujos

La referencia a El retorno de los brujos hecha por Mauricio José Schwarz (me pregunto si será el mismo Schwarz que fue mi compañero en Prepa 4) me hizo desempolvar el ejemplar que guardo de este libro, más por nostalgia que por verdaderos ánimos de volver a leerlo.



El original en francés se llama Le matin des magiciens, título que más o menos comprendo como "la alborada de los magos" y que podría referirse al despertar o, más bien dicho, al regreso del pensamiento mágico que, como hemos visto, suele oponerse al científico. Mentes más esclarecidas que la mía podrían ver en el tabique de Louis Pauwels y Jacques Bergier (tabicón: tiene 541 páginas de letra menuda) al heraldo de la nueva era, actualmente tan mentada, e incluso podrían llamarlo new age avant la lettre, habida cuenta de que su publicación fue en 1960, años antes de que la búsqueda espiritual del hippismo le abriera a Occidente los caminos de las religiones y del pensamiento orientales. Pero yo me abstendría de hacerlo, pues considero que el concepto de new age es bastante anterior.


El subtítulo del libro, al menos en su versión española (aunque no sé si llamarla catalana, pues fue editada por Plaza y Janés en Barcelona) es Introducción al realismo fantástico y quiere ser una compendiadísima descripción de su contenido: hechos insólitos, teorías indemostrables, civilizaciones perdidas del pasado, alquimia en las catedrales y una que otra fábula (recuerdo en especial la del monje copista).


He de confesar que esta obra tuvo fuerte influencia en lo personal, pues me abrió la mente a la búsqueda de otras posibilidades, "más allá de lo evidente". Pero también reconozco que ahora, a casi 35 años de su primera lectura (hubo varias), sería incapaz de volver a leerlo. No porque lo sienta superado (o me sienta superior), sino por la flojera de repasar lo que ahora constituye una serie de lugares comunes. Ese ejercicio se lo dejo a los especialistas en rastrear mitos e influencias, a los coleccionistas de teorías descabelladas y a quienes cultivan la noción de que algo se nos esconde detrás de una realidad que no acaba de ser descifrada por la ciencia. A mí me toca hollar otros caminos.

La termodinámica y yo

Parodiando el título de un best seller de los años sesenta, Mauricio José Schwarz ha engendrado un sabrosísimo blog cuyo objetivo es poner al descubierto los recursos de que se valen todo tipo de charlatanes para desplumar al prójimo, vivir del cuento, satisfacer su ego o, simplemente, difundir y perpetuar necedades.


El retorno de los charlatanes constituye así un saludable ejercicio de las neuronas y entonces quisiera comentar una de sus notas, relacionada con un comentario que hice algunos meses, referido a la posibilidad de obtener resultados mágicos.


El autor parte del adagio latino nullum gratuitum prandium para señalar, basado en las leyes de la termodinámica, que es del todo imposible obtener resultados sin esfuerzo. El latinajo, vale la pena agregar, corresponde al dicho gringo there's no such thing as a free lunch, cuya traducción literal al cristiano sería no existen los almuerzos gratuitos, aunque no he encontrado una expresión equivalente en nuestra lengua. ¿Será por eso que los pueblos hispanohablantes aceptan dócilmente el pensamiento mágico en el que se basa la publicidad engañosa? Ése es otro tema de análisis.


Lo que reconforta, ciertamente, es encontrar apoyos tan sólidos como la termodinámica para justificar las concepciones propias. Su primera ley, por ejemplo, refuerza el concepto astrológico de Saturno, estableciendo que la energía no se crea, sólo se transforma. Es decir, no se crea mágicamente, sino que es resultado de otro proceso anterior (y causal). No dice otra cosa la tradición astrológica: la posición social, los haberes materiales, el disfrute del trabajo son resultado de los esfuerzos a los que nos impele Saturno, con su sentido de la responsabilidad, constancia, ahorro, frugalidad, etcétera.


Lo que dice Schwarz, sin embargo, va a contrapelo de lo anterior. Es decir, él lo esgrime para refutar a las pseudociencias, entre las cuales él inscribe a la astrología. Pero aquí vemos que también puede servir para convalidarla. ¿Dónde está la objetividad de la ciencia, pues? Ciertamente debe haber un método que nos permita sortear este embrollo. Rechazar a priori todo lo que digan las pseudociencias (por llamarlas así, también apriorísticamente) quizá esconda el mismo pensamiento mágico que se quiere combatir. Quizá sólo disfrace el miedo a sabernos en un Universo más irracional de lo que nos presenta la ciencia. Y quizá también haya un puente que permita unir ambas concepciones del mundo.

09 julio, 2004

El horror de la página en blanco

Podría pensarse que, si escribir es jugar con las palabras, bastaría con tener un vocabulario más o menos amplio y un conocimiento pasadero de las reglas de la gramática para sentarnos a escribir un buen texto.


La verdad es que con eso no estamos ni siquiera en el comienzo. No se escribe en abstracto. Todo lo contrario: escribir es la concreción del pensamiento y, en cuanto tal, es el pensamiento el que deviene la materia prima de la escritura, más que las palabras que lo representan.


Escribir es poner en blanco y negro las ideas. Si no tenemos ideas, no escribimos nada; si las tenemos confusas, el texto resulta un galimatías. Es por ello que, más que decir, "qué bien escribes", habríamos de decir, "qué bien piensas". A lo más, "qué bien expresas tus ideas".


Ítem más: solemos equivocar la escritura con el lenguaje (que equivale a confundir la forma con el fondo). Asimismo, creemos que pensamos a través de las palabras, cuando en realidad éstas sólo sirven para manifestar y dar concreción física (en forma de ondas sonoras en el lenguaje hablado o en forma de las letras del escrito) a las ideas, verdaderas protagonistas del pensamiento.


Ya muchos han hollado el tema de la relación entre el pensamiento y el lenguaje; tanto así que de hecho constituye una rama de la filosofía, que básicamente inquiere cómo están unidas las palabras y las ideas, los significantes y los significados.


La doctrina lingüística convencional sostiene la arbitrariedad del signo, esto es, de la relación entre el significante (la palabra) y el significado (la idea u objeto que se designa). Pero hay otras corrientes convencidas de la relación natural entre uno y otro lo cual, por supuesto, abre la puerta del pensamiento mágico.


Es todo por hoy. Ha concluido este ejercicio de sentarme a escribir sin tener ni idea de lo que iba a decir. Quizá con esto haya refutado mi tesis original. Después de todo, y como lo demuestran a diario nuestros próceres de la política, sí es posible hilar palabras sin tener que echar mano de las ideas.