29 octubre, 2004

Matanza en Ancourteville-sur-Héricourt

Quienes achacaron a Marylin Manson la responsabilidad de la matanza en Columbine —ya que sus perpetradores eran fans de ese músico—, tendrán que responsabilizar ahora a Shrek de los terribles sucesos de Ancourteville-sur-Héricourt, apacible poblado francés de 220 habitantes, donde Pierre, de 14 años, asesinó a tiros a sus padres y a su hermano de 4 años, y dejó herida a su hermana de 11 años.


El chico, que hasta ahora no ha podido explicar las causas de sus actos, sí reveló que la idea le había surgido mientras hacía una tarea de redacción (¡ojo, maestros, con esas tareas que les dejan a sus alumnos!). Y que la había llevado a cabo mientras veía en la televisión el video de Shrek.


¿Efectos de la globalización? Es probable; hasta ahora, esas conductas habían sido exclusivas de Estados Unidos (Columbine es el caso más famoso, gracias al documental de Michael Moore, pero ha habido muchos más del mismo tipo). Estados Unidos pues, no sólo exporta armas, sino también la inspiración para usarlas.


Castro después del bloqueo

Ahora que las Naciones Unidas le están pidiendo a Estados Unidos que levante el bloqueo que tiene decretado contra Cuba desde hace varios decenios, la gente repite como papagayo la palabra embargo, calcando de ese modo el término que se usa en inglés y que, a pesar de estar tomado del español, tiene un sentido diferente.


En efecto, según nos informa la Real Academia, en español, embargo se refiere a la prohibición del comercio y transporte de armas u otros efectos útiles para la guerra, decretada por un gobierno, así como a la retención, traba o secuestro de bienes por mandamiento de juez o autoridad competente. Ninguno de estos sentidos se refiere al criminal bloqueo que le ha servido a Fidel Castro de pretexto para perpetuarse en el poder.


Todos los problemas de Cuba se deben al bloqueo, según nos quiere hacer creer el anciano revolucionario. No hay incompetencia, no hay autoritarismo, mucho menos corrupción. Simplemente existe la prohibición decretada por Washington de comerciar con la isla. Existe también una ley que quiere sancionar incluso a las empresas extranjeras que comercien con la isla. O sea que en la ingenua lógica de los legisladores estadounidenses, ellos tienen la facultad de sancionar a, digamos, una empresa francesa que tiene tratos comerciales con Cuba. La extraterritorialidad en su apogeo. Claro, esta ley —cuyo nombre oficial es algo así como ley para la democracia en Cuba, aunque más bien se le conoce con el nombre de sus patrocinadores, los senadores Helms y Burton— es letra muerta y, que sepamos, ninguna empresa ha sido sancionada hasta ahora.


¿Qué pasará después del bloqueo? Es decir, ¿qué hará Castro si las Naciones Unidas lograran obligar a Estados Unidos a suspenderlo? Lo primero que tendría que hacer sería encontrar un agujero profundo para esconderse, pues una vez eliminado el único pretexto que tiene para pedirle a su pueblo que siga llevando una vida de sacrificios, los cubanos de seguro se unirían para pedir su cabeza. Bien rasurada, claro.


Pero el otoñal patriarca caribeño puede dormir tranquilo. Es muy improbable que la ONU logre que se levante el bloqueo. ¿Tomaría George W. Bush esa medida? No podemos imaginar a este rabioso republicano echándose en contra al poderoso grupo de presión cubano. Y ni siquiera al demócrata John F. Kerry, pues recordemos que fue precisamente Bill Clinton quien dispuso que la decisión de levantar o mantener el bloqueo quedara a criterio del congreso. Así que ahora la Casa Blanca puede lavarse las manos y echarle la bolita al Capitolio.


Lo que extraña, no obstante, es que tanto la gusanera de Miami y Nueva Jersey, como los legisladores que están en su nómina en Washington, así como el grueso del mundo político estadounidense, no vean lo que es evidente: Castro está apuntalado en el bloqueo. El bloqueo (como sucedió en Irak, como sucedió en Yugoslavia) sirve sólo para castigar a la población y para recompensar a la élite en el poder que se forra los bolsillos mediante corruptelas y contrabandos, que encuentra en él un arma retórica para justificar su autoritarismo y el chivo expiatorio de todos sus fracasos en la administración pública.


28 octubre, 2004

Lecciones de la democracia

Según mi compadre Celso Baca, como las decisiones que toma el presidente de Estados Unidos tienen efectos globales, nos deberían de dar chance de votar por él a todo el mundo. Claro, en esta era de globalización, no es difícil imaginar la posibilidad de una votación mundial para elegir a personaje tan poderoso, pero no creo que a los gringos les gustara eso. Sobre todo porque si ni siquiera nos permiten entrar en su país, más que después de una rigurosísima selección para darnos visa, mucho menos iban a querer que el mundo entero tuviera injerencia en sus procesos internos.


Pero ya que no podemos votar por la persona que nos hará ver nuestra suerte durante los próximos cuatro años, al menos sí podemos opinar. De ese modo, las encuestas realizadas en diez países señalan que el candidato favorito en el extranjero es ni más ni menos que John F. Kerry. Sólo en Rusia y en Israel la opinión pública se inclinó por el torvo Dobleú. Lo de Israel es fácil entenderlo. El fundamentalismo cristiano del presidente en funciones no le ha impedido entenderse con el ala dura del estado judío, e incluso labrar metáforas en las que compara el origen de sus respectivos países: ambos fueron fundados, en la mitología bushiana, por individuos que anheleban la libertad y huían de la persecución religiosa.


Lo que sí resulta paradójico es que el ex archi-rival de los Estados Unidos ahora se alínee para defender los intereses más turbios de la Casa Blanca (turbios como en el petróleo). No nos extraña en Vladimir el Terrible: ese siniestro personaje es capaz de hacer cualquier maroma para agradecerle a Dobleú haberle regalado el mejor pretexto para librar su sanguinaria guerra en el Cáucaso. En efecto, con la bandera del combate al terrorismo, cortesía de Bush y de la manada de lobos que regentea la Casa Blanca y el Pentágono, el amo del Kremlin cuenta ahora con la bendición (o al menos con la vista gorda) de la comunidad internacional para consolidar, a sangre y a fuego, la dominación rusa sobre los levantiscos pueblos caucasianos.


Pero fuera de esos dos aliados —de los que las buenas conciencias preferirían apartarse—, el mundo entero parece esperar la derrota de Bush. Nótese que es la derrota de Bush, no la victoria de Kerry, pues el senador por Massachusetts, por bien intencionado y capaz que sea, no ha logrado conmover al pueblo ni inyectarle entusiasmo por su candidatura. Quizá, como señalan algunos observadores, es que efectivamente él sea demasiado bueno para contender en las lides políticas. Su falta de colmillo y sed de sangre fue lo que le hizo perder la ventaja que tenía sobre el presidente saliente inmediatamente después de la convención demócrata, hace unos meses. No quiso mancharse respondiendo a la campaña de difamación de los republicanos, que no tuvieron ningún escrúpulo en corromper a ex compañeros combatientes de Kerry en Vietnam para poner en duda el historial militar del candidato demócrata. Ni siquiera hizo alusión, para defenderse, del hecho de que Dobleú recurrió a las influencias de su padre para evitar ser reclutado en Vietnam, que con ese mismo fin se alistó en la guardia nacional pero que ni siquiera cumplió con ese servicio mínimo.


Tan sólo hace unas semanas, Kerry empezó a recurrir a verdaderos argumentos de campaña; es decir, a los argumentos que realmente deben usarse en una campaña tan sucia y sanguinaria como son los estadounidenses por la presidencia. Ahora hace énfasis en la incompetencia de Dobleú para manejar la guerra. Y las toneladas de explosivos que desaparecieron de Bagdad después de la caída de Saddam Hussein constituyen una prueba inequívoca en ese sentido.


Nadie piensa que el martes 2 de noviembre sabremos el nombre del ganador de esta contienda. Los sondeos están demasiado cerrados para permitir cualquier pronóstico responsable. Desde ahorita, hay legiones de abogados preparando demandas, recuentos e impugnaciones en los estados clave y esta victoria, al igual que en el 2000, no se decidirá en las urnas sino en los tribunales. Y quizá sea nuevamente la suprema corte la que tenga que zanjar el caso. Y, ya que ésta se encuentra dominada por los jueces nombrados por los republicanos, seguramente veremos otra lección de democracia que dictadores y tiranos de todo el mundo aprovecharán para perpetuarse en el poder.

20 octubre, 2004

Primeras víctimas, primeras

Ya cayeron las dos primeras víctimas de la ley sobre (¿contra?) el velo promulgada en Francia desde marzo de este año. Las niñas Dounia y Khouloud, de doce años, fueron excluidas este martes de su escuela en Mulhouse por insistir en llevar el velo. No serán las únicas. En las ciudades de Caen, Dijon y Lyon se esperan otros consejos disciplinarios para abordar seis casos más. Y estos consejos habrán de reunirse pronto, pues en la laica Francia salen de vacaciones con motivo de la catoliquísima fiesta de Todos los Santos. Y ni modo que la suspendan para analizar el caso de esas testarudas infieles, pues ese día sí hay que celebrarlo como dios manda.


Velita de aniversario

Más que un estado de ánimo, como podrían apresurarse a sentenciar los novatos en este proceso, bloguear es un estado mental. Entro en modo de blog cuando empiezo a tomar notas mentales de lo que quisiera comentar aquí: redacto, corrijo, borro, agrego y cambio bloques de texto, todo mentalmente, como si estuviera sentado frente a la computadora. En ocasiones, el estado es tan profundo que quedo convencido de que, efectivamente, ya publiqué mis notas. Con asombro descubro días después de que el último asiento tiene más de una semana. ¿En que parte de mi RAM neuronal se pierden tantos apuntes?


Y hoy me doy cuenta de que llevo exactamente un año tratando de descifrarme a mí mismo las obscuridades de mi mente, de poner en blanco y negro mis ideas y sentimientos, a fin de verlos con más claridad. Y a pesar de que significa exponerlos literalmente ante todo el mundo a través de la red, no deja de ser un proceso solitario: soy yo y mis pensamientos, aislado tras mi muralla, aunque tratando de llegar a rincones inalcanzables por otro medio, entrando en contacto con gente que no habría conocido de otro modo y, a veces, dándome cuenta de aspectos insospechados de mí mismo. Escribo, luego existo.


Un comentario sobre el título de estas notas: se me ocurrió mucho antes de que las iniciara, en enero de 2003, después de haber asistido a un retiro de meditación de diez días. Lo señalo más para consignarlo que para explicarlo, aunque puedo agregar que la pretensión de alcanzar al cielo siempre me ha parecido un obstáculo para llevar una vida digna aquí en la Tierra. Y que ésta, después de tanta vuelta, es la única que realmente está a nuestro alcance.

10 octubre, 2004

Los extraterrestres y yo

Nunca he creído en los extraterrestres. Es decir, en el hecho de que nos visiten ni en todas las especulaciones que de ello se derivan. Los avistamientos siempre son sospechosísimos de fraude: fotos borrosas que buscan su justificación en el nerviosismo de quien las toma, sitios siempre en despoblado, condiciones de muy poca luz y, en especial, muy discutible credibilidad de los "avistadores".


Quienes pretenden la veracidad de estas visitas alegan que los extraterrestres no se muestran en público para "no perturbarnos" y ponen de ejemplo a los naturalistas que estudian las condiciones de vida de los animales, tratando de no interferir en su ambiente. Pero si estos alienígenas son tan inteligentes para viajar millones de años luz y darse cuenta de la necesidad de mantenerse ocultos, ¿no son capaces de ver las perturbaciones que causan sus apariciones selectivas? Si nos están estudiando, sería de esperarse que ya hubieran aprendido algún idioma terrestre y, de ese modo, enterarse de la histeria que producen, de los charlatanes que alimentan y de las patrañas que se tejen en su torno. ¿Qué perturbaciones o interferencias están evitando manteniéndose fuera de la vista del gran público?


Está además el fenómeno de los contactados, si se me permite lastimar la sensibilidad del lector con esta horrible palabra. De por ahí sale un individuo que afirma haberse comunicado con los extraterrestres y tener "un mensaje muy importante para la humanidad". De este modo se viene a poblar la maraña de sectas que tratan de calmar las angustias existenciales. Así como antes el hombre tenía el recurso de lo divino para encontrar consuelo, ahora éste se busca en un mundo que nos vigila, en la noción de que hay alguien que vela por nosotros, ya no un dios, dado el fracaso de las iglesias contemporáneas, sino un alienígena, más acorde con el espíritu tecnológico que permea nuestros tiempos.


También tenemos el fénomeno de las conspiraciones: no sólo nos visitan los alienígenas, sino que existe toda una conspiración mundial para ocultarlo. ¿Por qué? Por razones políticas, económicas, militares, vaya usted a saber, el caso es que el gobierno no quiere que sepamos. Este fenómeno, por fortuna, casi es privativo de Estados Unidos, cuya paranoica sociedad vive asediada por el miedo a todo lo diferente y, ¿qué más diferente puede haber que un alienígena?


No podemos dejar de mencionar las teorías que quieren explicar el surgimiento de la civilización por influencias extraterrestres. El hombre, aseguran los defensores de esta idea, hubiera sido incapaz de levantar las pirámides de Egipto, de descubrir por sí mismo la agricultura y la domesticación de animales o de frotar dos palitos para producir fuego. Y de esto extraen una conclusión que viene a ser una verdadera bofetada para la autoestima de la humanidad: todo eso no pudo más que ser obra de alienígenas.


Dentro de esta corriente se produce otra aun más aberrante: los dioses son la percepción del hombre antiguo de los extraterrestres, de ahí que siempre se hable del cielo como de su morada y se les atribuyan poderes sobrehumanos. Pero, si ya nos dijeron que el hombre es tan inútil que no hubiera podido civilizarse por sí mismo, ¿no podríamos pensar que se sentía tan desamparado que tuvo que inventarse el concepto de dios?


No tengo elementos para negar la existencia de los extraterrestres. Pero estoy seguro de que nadie los tiene para probarla sin lugar a dudas. Y, mucho menos, para asegurar que los alienígenas nos visitan, que tienen nexos inconfesables con algún gobierno o que vienen a enseñarnos a vivir. Admito, ya que estamos en la hora de las confesiones, que fui seguidor de Los expedientes secretos, que me emocioné con Encuentros cercanos y que me cautivó la trama de Taken. Pero en ningún momento hallo visos de verdad en estas expresiones de la fantasía humana. En este ámbito del arte, me quedo con el mensaje de Contacto: el contacto con los alienígenas es una manifestación de nuestras aspiraciones, de nuestros deseos y, como también vimos en Taken, de nuestros miedos.




A fin de documentarme, el otro día vi en el canal Infinito un programa que se llama Guía extraterrestre o algo así. Consiste en una serie de tres o cuatro documentales breves, en los que se recrea el trabajo de los investigadores de avistamientos. No quiero abusar de las comillas, por lo que solicito del amable lector que, cada vez que vea aquí las palabras investigador o investigación la ponga no sólo entre comillas, sino muy en duda. Permítanme hacerles una sinopsis de una de tales investigaciones.


Una niña de la ciudad de México afirma haber visto en el espejo de su recámara el reflejo de un ser que atisbaba por la ventana. Ya que ella vive en un piso alto, no era posible que se tratara de un simple transeúnte. El ser, pues, no podía más que ser un extraterrestre. La madre de la niña se puso en contacto con el investigador, el cual acudió a su domicilio. El documental se inicia en el momento en que la señora abre la puerta y entra el investigador.


Escuchamos el relato de la niña, ilustrado con tomas de su recámara y de la ventana vista desde la calle (para demostrar que está muy alta y que no hay ningún alféizar en el que pudiera pararse ninguna persona). Con esto, el investigador establece una hipótesis de trabajo tentativa: se trata de un extraterrestre.


Después, el investigador saca un libro ilustrado con descripciones de extraterrestres recopiladas por algún vivales que vio la posibilidad de ganarse un billete rápido vendiendo ese álbum de estampas. Y como si estuviera en la comisaría de policía, la niña recorre los dibujos para identificar al alienígena que la estuvo fisgoneando. Finalmente señala a uno de ellos —curiosamente muy similar a los que salen en Contactos cercanos—, con lo que el investigador da por terminado su trabajo y pronuncia el veredicto: en efecto, tal como lo pensaba desde antes de llegar, tal como lo quería, tal como lo requerían las necesidades del programa de televisión, el reflejo que viera la niña en el espejo es de un extraterrestre. El documental termina con los créditos y agradecimientos correspondientes.


Quizá alguien podría reprocharme que debería documentarme en fuentes más serias. Pero, tratándose de extraterrestres, ¿quién es serio?

Niño con juguete roto

Niño con juguete roto

Veo al gato saltar por la ventana hacia el patio, con la mirada fija en un punto que está fuera de mi visión. Al rato, de otro salto se vuelve a meter en mi estudio, con una lagartija en la boca. Horrorizado, le pido que se salga. Así lo hace y se pone a jugar con la lagartija, que después de perder la cola con las zarandeadas, acaba muerta detrás de una escoba. Lucas se le queda viendo, en espera de que su compañera de juegos vuelva a moverse y seguir jugando. Cuando se convence de que el pobre reptil ya no va a moverse nunca más, se voltea a verme con la misma mirada que tenían mis hijos cuando se les descomponía un juguete. Arreglar éste, empero, está fuera de mis posibilidades.

01 octubre, 2004

La ciencia en la nueva era

Uno de los aspectos más característicos de los novaeristas es su relación de amor-odio con la ciencia convencional. En efecto, Desde H.P. Blavatsky, Eliphas Levi y otros ocultistas del siglo XIX, hasta los charlatanes con los que nos toca lidiar en estos albores del XXI, todo mundo habla de energía, magnetismo y otros conceptos tomados de la ciencia, como si en realidad fueran nativos del ocultismo.


Es comprensible que Blavatsky haya tomado en préstamo términos de la electricidad y el magnetismo, pues sus tiempos se caracterizaron por el asombro que despertaban en la sociedad los experimentos con esos fenómenos. Es algo similar a quienes en nuestros días quieren comparar la mente humana con una computadora. La mística rusa siempre habló de una ciencia perdida, muy superior a la que conocemos (y cuyo origen situó en la mítica Atlántida), y de ese modo se presentaba como abanderada de la recuperación de esos conocimientos ancestrales. Con la fundación y divulgación de su Sociedad Teosófica sembró las semillas de la actitud actual ante la ciencia.


Sí, el novaerista desdeña a la ciencia convencional, considerándola deshumanizada y tachándola de atrasada en relación con las ciencias ocultas. En medicina, por ejemplo, siempre recurrirá primero a los métodos alternativos (herbolaria, homeopatía y un largo etcétera), antes que a la medicina alópata, a la que acusa de causar más daños secundarios que beneficios primarios y de ser un negocio que no considera las necesidades individuales del paciente. No es aquí el lugar de hacer la crítica a las multinacionales farmacéuticas. Mucho hay de cierto en la necesidad de considerar los aspectos emocionales del paciente en el tratamiento de una enfermedad (aunque también los sociales y, sobre todo, los económicos), pero tampoco es posible descartar desde una posición arrogante los resultados de la medicina. En mi caso personal puedo decir que las terapias alternativas a las que recurrí para tratarme de un padecimiento jamás produjeron alivio alguno, mientras que tras una breve consulta con un médico especialista obtuve un resultado totalmente satisfactorio.


Lo mismo puede decirse de la actitud ante otras ciencias. Cuando un astrólogo nos dice que los planetas nos influyen a través de ciertas radiaciones cósmicas, de inmediato nos asegura que la ciencia todavía no ha podido registrarlas, que el estado actual de nuestros conocimientos (o el primitivo nivel de nuestros instrumentos) no permite detectarlas. Con este sencillo argumento se quita de encima las críticas que pudieran enderezársele respecto de la inexistencia de tales radiaciones. Y de paso se levanta el cuello, haciéndose pasar por practicante de una ciencia más avanzada que la que todos conocemos.


Ah, pero eso sí, en cuanto la tan despreciada ciencia convencional presenta un descubrimiento del que pueda echar mano para sostener sus teorías, el novaerista de inmediato lo toma y lo exhibe como si fuera propio: "Ya la ciencia demostró que...", seguido de una interpretación muy personal del significado de ese hecho.


Lo anterior es evidente con la teoría de la relatividad, tan traída y llevada por todo el mundo, aunque pocos conozcan su verdadero significado (no, yo no soy parte de esos pocos). Pero eso no impide que los novaeristas hagan hincapié en la conocida ecuación E = mc2 para decirnos que, si todo es energía, la energía mental nos permite controlar la materia con la mente. Y de lo anterior, el ahora sí entusiasta de las ciencias desprende los fundamentos de muchas de las terapias alternativas, de los cursos de milagros y de otras hazañas que es posible realizar, tras el módico pago de una estratosférica suma al sedicente maestro. (En la meditación trascendental*, por ejemplo, nos aseguran la posibilidad de levitar. Ésta, por supuesto, está reservada a los alumnos avanzados, es decir, aquellos que han cubierto puntualmente el elevado pago que se pide por tales cursos.)


Y hablando de mente y cerebro, podríamos señalar también otro de los grandes mitos en los que se apoyan los parapsicólogos y otros practicantes de las ciencias para anormales: la famosa subutilización de nuestro cerebro. Es conocida la afirmación de que el hombre sólo emplea del 10 al 15 por ciento de su capacidad mental (basada en no sabemos qué estudios), lo cual sugiere enormes facultades latentes que, mediante el pago oportuno de nuestras cuotas, podremos despertar siguiendo las enseñanzas de tal o cual gurú.


Como decía, no conozco las bases de tal afirmación pero, por lo poco que he visto, tengo entendido que las diversas facultades mentales están situadas por todo el cerebro, no concentradas en una sola zona. Para seguir con las comparaciones tan al uso con una computadora, podríamos decir que el disco duro de nuestra mente está fragmentado. E incluso si aceptamos la tan discutible subutilización del cerebro —y siguiendo con nuestro símil— podríamos pensar que ese supuesto porcentaje no empleado constituye el sistema de respaldo.


Otro ejemplo: en estos momentos, la utilización de la CPU de mi computadora es de 7 por ciento (sólo tengo abierto mi sencillísimo pero potente editor de textos, EditPlus, además de otros 38 procesos que quién sabe porqué requiere Windows). ¿Quiere decir que en ese 93 por ciento no empleado yacen latentes posibildades que ignoro? ¿Que quizá en alguna parte de ese porcentaje se encuentra la posibilidad de comunicarme en forma inalámbrica con otras computadoras (algo que equivaldría a la telepatía, una de las facultades que los parapsicólogos aseguran que tenemos en latencia)? Sólo si tuviera el hardware necesario. Pero no lo tengo y, por mucha potencia de procesador que tenga la máquina, ésta no puede obrar milagros.


En fin, el problema de meterse en estos berenjenales es que uno acaba hilvanando ejemplos tan idiotas como el anterior a fin de ilustrar sus argumentos. Claro, uno de los principios de la comunicación es que hay que hablar en términos que entienda nuestro interlocutor, por lo que no veo otra forma de dirigirme a quienes están convencidos de la existencia de rayos cósmicos que rigen nuestra vida, de civilizaciones avanzadísimas perdidas en la historia, de contactos con extraterrestres que nos vienen a iluminar con sus enseñanzas, de guruses que en cuanto empiezan a soltar barbaridades echan a andar el taxímetro, de enviados divinos y demás fauna que prospera con las angustias y crisis del hombre actual.




* Meditación trascendental es un nombre comercial, como se deduce del hecho de que siempre lleve el índice ™. No sé si yo sea el único al que le parezca sospechoso que sus autores hayan sentido la necesidad de registrar ese nombre para proteger su negocio.