29 septiembre, 2005

El dilema de la cancillería alemana

En Alemania se ha abierto una crisis de representatividad, en la que está en juego el reparto del poder en un país donde el equilibrio de fuerzas no permite distinguir con claridad sus modalidades.


La actual oposición, los conservadores de la Unión Demócrata-Cristiana (CDU, conocida en el estado de Baviera como Unión Social-Cristiana, CSU) obtuvieron 225 escaños en las elecciones del 18 de septiembre, superando por tan sólo tres a los del gobernante Partido Social-Demócrata (SPD), que obtuvo 222 asientos en el parlamento federal. Este ligerísimo margen, en cierta medida, justifica que los democristianos reclamen para sí la titularidad del gobierno, específicamente para su abanderada, Angela Merkel.


Pero los social-demócratas, encabezados por el canciller Gerhard Schröder, no ven que esa ventaja signifique que deban soltar las riendas del poder e insisten en que debe formarse una alianza amplia para formar al futuro gobierno. Es muy probable que de ahí salga la solución a este rompecabezas, dado el tono optimista que rodeó la reunión de Schröder y Merkel, celebrada ayer en Berlín.


Sin embargo, optimismos aparte, ha quedado en suspenso la cuestión central, es decir, en quién recaerá la jefatura del gobierno surgido de esa coalición. La estrategia seguida hasta ahora ha sido dejar de lado esa cuestión tan espinosa, en espera de que los resultados de las elecciones en Dresden, capital de Sajonia, aclaren un poco el panorama e inclinen el fiel de la balanza con más claridad.


Entre tanto, periodistas, redactores y demás tundeteclas de habla hispana contemplamos angustiados la posibilidad de que una mujer ocupe la cancillería alemana. En efecto, ¿cómo llamaríamos a la señora Angela Merkel, en caso de que se salga con la suya y llegue a la jefatura de gobierno? Si le decimos la canciller, no faltarán voces de protesta que nos acusen de desdén hacia el género femenino (sí, esas mismas voces que hablan de las mexicanas y los mexicanos; no que sean muy de tomarse en cuenta, pero, ah, ¡qué bien fastidian!). Y si le decimos la cancillera, podemos estar seguros de que llegará algún purista a refregarnos en la cara el diccionario de la Real Academia, en el que claramente se indica que cancillera es la cuneta o el canal de desagüe en las lindes de las tierras labrantías, definición que de ningún modo tiene nada que ver con las funciones de gobierno.

25 septiembre, 2005

prueba

Hagamos una prueba de resucitación.