14 agosto, 2012

Una caravana inoportuna


A Javier Sicilia se le podrá acusar de muchas cosas, pero nunca de tener sentido del “timing” político. Este domingo 12 de agosto lanzó una caravana que durante un mes recorrerá 25 ciudades de Estados Unidos con el fin de sensibilizar a la opinión pública estadounidense sobre la violencia en México. Ya que las armas con que se practica esa violencia provienen del norte, pues lo lógico era llevar ahí el movimiento de concientización, ¿no creen?

En serio, ése es su razonamiento. Un centenar de turistas mexicanos, apoltronados en autobuses durante treinta días, logrará lo que ningún movimiento autóctono ha podido hacer desde que se tiene conciencia de la peligrosidad de las armas: derrotar a la poderosa Asociación Nacional del Rifle e imponer controles estrictos a la venta y posesión de armas de fuego.

¿Qué decíamos del “timing”? Ah, sí. Es difícil entender por qué eligió precisamente este momento para irse a turistear a Estados Unidos a cargo de los donantes de su Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. De hecho, no podría haber elegido peor momento. En Estados Unidos únicamente va a importunar al de por sí acosado Barack Obama, que se esfuerza por retener la presidencia, no ante su rival republicano, un Mitt Romney que no despierta el entusiasmo de nadie, sino ante su propia imposibilidad de enderezar la economía de su país, único parámetro por el que lo van a juzgar los electores a la hora de las urnas.

Nadie en su sano juicio se enfrentaría a los poderosos grupos de presión que defienden el derecho de poseer y portar armas en plena campaña electoral. ¿Impugnar un derecho que para algunos les fue concedido por el mismísimo Dios? No, gracias. Obama prefirió apoyar el matrimonio homosexual antes que echarse en contra a los rifleros. Suponer que Obama va a actuar bajo la presión de un puñado de activistas extranjeros no es pecar de optimismo sino de estupidez.

¿Y en México? En México el momento es de defender la democracia ante la (al parecer) inevitable imposición que se nos quiere hacer, con un presidente más espurio de lo que fue el mismo Felipe calderón (y eso ya es decir). Quejarse de que los gringos les anden vendiendo armas a los narcos en estos momentos está tan fuera de lugar que podría interpretarse como una estrategia de distracción.

En fin, quizá esa caravana y este blog cumplan con el mismo propósito: no van a cambiar en nada las cosas, pero al menos sirven de desahogo.