04 mayo, 2018

Manual del usuario


Cada vez que abro un paquete y veo un folleto o una simple hoja doblada con el título “Manual del usuario”, me emociono pensando que por fin descubriré los misterios de mi vida. En efecto, como usuario, nada me gustaría más que tener un manual que, por lo menos, me revelara detalles tan nimios sobre mi vida como qué alimentos evitar, cuántos minutos al mes hay que hacer ejercicio, cómo doblar la ropa para que no se arrugue, si conviene bañarme empezando por la cabeza o por los pies y así sucesivamente.

Pero no; nada de eso encuentro en los dichosos manuales del usuario, que más bien vienen siendo instructivos del aparato que acompañan. El usuario se queda en babia, sin saber cuántas horas dormir al día, si es conveniente echar siesta o si, como dicen, no hay mal que no alivie un buen caldo.

Yo por eso no creo en la Biblia. Es decir, no es que no crea en su existencia; lo que quiero decir es que no creo que sea la palabra de Dios, como pretenden sus seguidores. Porque si un fabricante común y corriente de cafeteras se toma la molestia de poner por lo menos una hojita con instrucciones y recomendaciones para cuidar el aparato, ¿no sería lógico que la “creación suprema” de Dios trajera su manual? Esa es la función que se le reservaría a la Biblia si realmente hubiera sido dictada por nuestro Creador Eterno.

Pero no; nada de eso encontramos en los dichosos libros de la Biblia, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento. Uno esperaría que nos pasara la onda de la electricidad en lugar de contarnos que Esaú vendió su primogenitura por un plato de lentejas. O que vinieran los planos del motor de combustión interna o para fabricar paneles solares. Vaya, por lo menos que les hubiera pasado a los acosados hebreos algunos consejos de higiene, el secreto de la penicilina o la fórmula de la aspirina.

Pero sus defensores nos vienen con que la Biblia enseña moral, no técnica. Pero, pues ahí tampoco hay mucho que aprenderle. El Antiguo Testamento rebosa de violencia, asesinatos, traiciones, esclavitud. Y del Nuevo, lo único rescatable es la recomendación de amar al prójimo, porque fuera de eso, simplemente reitera los valores machistas y autoritarios del Antiguo.

¿Moral, dijeron? Cuando los hombres de Sodoma llegaron a Lot a exigirle que les entregara a sus visitantes para tener sexo con ellos, lo único que se le ocurrió a Lot fue ofrecerles a sus hijas para que dejaran en paz a sus visitas. En serio. Vayan al capítulo 19 del Génesis si no me creen. Los visitantes eran ángeles, por vida de Dios. Ya viéndose muy apurados, los angelitos podrían emprender el vuelo, desaparecer o desafanarse de la situación de cualquier otro modo. Son ángeles, caray, criaturas celestiales por así decirlo. Algún poder han de tener para evitar que una turba se los viole. Pero no. Lot que, por cierto, era el único hombre decente de la ciudad y al que precisamente los ángeles habían ido a avisarle que se fuera porque Dios iba a destruirla por inicua, sí, ese Lot prefiere que violen a sus hijas. ¿Esa es la moral que enseña el librito?

01 mayo, 2018

Por un voto irreflexivo

La única decisión posible este año es entre la continuidad y el cambio. Pensar que los candidatos “independientes” representan un abanico de posibilidades más abierto es ignorar el hecho de que su supuesta independencia no es más que una farsa para desperdigar el voto, lo cual obviamente beneficia a la camarilla en el poder. El Bronco va por el desmadre y el billete; la Zavala va por la oportunidad de pasar a la historia en un papel más digno que el de primera dama durante una presidencia trágica. Ser candidata le parece mejor que esposa de un presidente espurio. Pero ninguno de ellos tiene más propuesta que la de atacar al puntero con el afán de restarle votos.

No creo que haya que pensarle mucho. Dudo que haya necesidad de comparar propuestas, sopesar programas y analizar trayectorias. Meade y Anaya representan más de lo mismo. Y lo mismo, en este caso, es el catálogo de desventuras que nos han venido asestando los gobiernos del PRI y del PAN, cuya colusión a la hora de aprobar reformas que solo benefician a unos cuantos hace imposible distinguir unos de otros.

Mi propuesta, si algo vale, es darle el voto incondicional y a ojos cerrados a López Obrador y, en general, a su partido. Una vez llegado al poder, entonces sí, critiquemos lo que no nos guste, señalemos errores, propongamos alternativas. Pero primero démosle el mismo voto irreflexivo que se les ha dado a los gobiernos del PRI y del PAN. Porque no me vengan a decir que se la pensaron mucho para votar por Fox o Calderón. Que compararon planes y propuestas, que sopesaron discursos, que analizaron trayectorias. Nada de eso. La gente votó por el cambio –al menos en las elecciones del 2000– y eso nos permitió sacar al PRI de los Pinos después de más de setenta años de dictadura imperfecta.

No se vale medir al candidato López Obrador con una vara más estricta que la que se les ha aplicado a los anteriores gobernantes, en especial al actual que se queda muy corto en materia de cultura, liderazgo y, sobre todo, patriotismo. Basta de asustarnos con el petate del muerto que es la comparación con Venezuela, Cuba y demás desastres populistas. Si López Obrador llega al poder –o mejor dicho, cuando llegue– estará tan acotado que no podrá hacer nada de todo lo que lo acusan de querer hacer. En una economía tan globalizada como la actual, ningún país puede desprenderse de su órbita y tomar otros caminos. Seguiremos uncidos al TNLC, seguiremos endeudados, seguiremos miserables y sin duda muchos compatriotas seguirán buscando mejores oportunidades allende la frontera, pese a Trump y su inexistente muro (otro petate del muerto, por cierto).

Pero tendremos al menos un gobierno que vele por los intereses del pueblo, no por los de una mafia de corruptos que están dispuestos a todo para conservar sus privilegios. Que el gobierno de López Obrador llegue a remediar las carencias es otra cosa. Los políticos no son magos que con un ensalmo solucionen problemas ancestrales. Pero cuando hay voluntad de servir, se puede llegar muy lejos. Y eso es lo único que se le debe de exigir al candidato de Morena.