Pero toda su erudición no le alcanzó a Benedicto XVI para: a) Dejar bien claro que eran palabras pronunciadas hace seis siglos, no suyas; b) Comprender que no venía al caso esa cita cuando estaba hablando del tema de la trascendencia; c) Darse cuenta de que los prejuicios de un emperador bizantino que vio su imperio mermado a costa del avance del islam ya no tienen ninguna conexión con el mundo actual; d) Tener la sensibilidad necesaria para darse cuenta de que insistir en la relación del islam con la violencia equivale a remover un nido de avispas.
Le ha llovido fuerte en su milpita al papa a raíz de estas desafortunadas palabras. Para empezar, ya está en entredicho el viaje que tenía programado para noviembre a Turquía, cuyo primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, exigió firmemente que el pontífice se retractara de sus palabras y ofreciera disculpas al mundo islámico. El presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, condenó la "siniestra tendencia de asociar al terrorismo con el islam, lo que genera una peligrosa separación entre Occidente y el mundo del islam". Y también el primer ministro palestino, Ismail Haniyeh, exhortó al jefe de la iglesia católica a cesar sus "ataques al islam".
Hay que reconocer que desde que era conocido como Joseph Ratzinger, Benedicto XVI nunca se inclinó mucho por el ecumenismo ni por la convivencia de las religiones. En 2000, su documento Dominus Iesus, en el que reitera el dogma católico de que la salvación sólo se alcanza a través de la iglesia católica, apostólica y romana, causó gran consternación en un mundo que esperaba que el tercer milenio sería de apertura y diálogo. Y, a diferencia de Juan Pablo II, que participó en las jornadas de oración ecuménica organizadas por la comunidad de Saint'Egidio, en Asís, Italia, Benedicto XVI simplemente ha decidido ignorar ese esfuerzo de diálogo interreligioso.

Ecumenismo en Asís
En la mentalidad de Ratzinger, todo acercamiento a otras religiones lleva implícito el peligro del sincretismo. Y cualquier signo de apertura es tachado de relativismo, ese concepto que, a ojos del papa, le permite al hombre moderno confeccionarse una religión "a la carta", para la cual selecciona lo que más le place de todas las confesiones existentes. Pese a que en los evangelios leemos que "hay muchas moradas en la casa del Padre", por lo visto Benedicto XVI sigue atrincherado en una fe tan débil que no resiste el contacto con las demás.
Actualización del 18 de septiembre
En protesta por la perniciosa identificación de la violencia con el islam, en Mogadiscio, actualmente bajo control de los Tribunales Islámicos, este domingo fue asesinada una monja católica que trabajaba en un hospital. Poco antes, un funcionario religioso había exhortado a los musulmanes a "vengar" el honor de su fe, ultrajado por las palabras del papa Benedicto XVI.