19 abril, 2008

Gráfica urbana



La mística no ha muerto.

15 abril, 2008

No me toleres, compadre

La tolerancia siempre se ejerce desde una posición de superioridad, y eso es lo que le confiere su estatuto de buenaondez. El tolerado tiene algún defecto, alguna característica aborrecible, o por lo menos un rasgo calificable de malo, y el tolerante, en ejercicio de su tolerancia, en función de su buenaondez, lo puede pasar por alto, se hace de la vista gorda. "Sí, ya sé que eres así o asado, pero yo soy mejor que tú y no me importa: te tolero."

El tolerante tolera a gais, negros, judíos, argentinos, pobres y nacos; tolera a los idiotas que se le cruzan en su camino, a los impertinentes que le preguntan la hora en la calle, al vecino confianzudo que se atreve a darle los buenos días cuando lo ve en la mañana, al bebé de su novia cuando le vomita encima y a su abuela sorda que no entiende las telenovelas.

Ser tolerante es lo de hoy: es ser políticamente correcto. Lejos están los días en que linchaban a los negros, metían a la cárcel a los gais, expulsaban a judíos en los pogromos y les aplicaban el 33 a los argentinos. No, no, el tolerante actual debe tener un amigo (o por lo menos un contacto en su MSN) dentro de alguno de esos grupos. Los más acendrados, claro, son aquellos que pueden decir: "Yo soy muy tolerante; mi mejor amigo es fulano de tal, que ya ves que es... [inserte aquí nombre de grupo desdeñado]"

06 abril, 2008

Diálogo en el siglo XXI

—No te ofendas; ni siquiera sabes lo que significa gaznápiro.

—No es lo que me dijiste, sino el tono.

—¿Cuál tono si nos estamos mensajeando?

—Como sea, me sonó a pendejo. En todo caso, es lo que yo te hubiera dicho.

02 abril, 2008

Paremiología y procesadores de texto

Una de las pocas cosas que recuerdo de mis clases de literatura en la secundaria es que la paremiología es el estudio de los refranes. De hecho, según Larousse, es el "conjunto de conocimientos relativos a los refranes o tratado en el que se recogen". En ese tiempo no podía imaginar actividad más ociosa. ¿Qué tanto se necesita saber —pensaba yo— para decir, por ejemplo, "cría cuervos y échate a dormir", "de tal palo, tal condón" o "el que con niños se acuesta lo acusan de pederasta"?

Estas reflexiones me surgieron anoche al estar revisando los análisis que hace Google de los despistados que vienen a dar a este rincón de la red. Hubo uno que andaba buscando el dicho aquél de "mal empieza la semana para el que ahorcan en lunes". ¿Necesitaba una explicación para entenderlo?

En fin, ese análisis es bastante revelador. Por ejemplo, ahora sé que la nota sobre bubis y chichis me produjo siete visitantes que, no aguantándose las ganas, de plano se pusieron a buscar bubis. Hubo otros, de cultura más visual que textual supongo, que querían ver "bubis fotos"; otros, dados a lo monumental, buscaban "mega bubis". ¿A quien pensaban encontrar?

Otro gancho que ha atrapado bastantes visitantes han sido mis notas sobre los procesadores de texto. Raro, porque yo consideraba que la preeminencia de Word había descartado la vieja reyerta de "mi procesador es mejor que el tuyo". Al parecer no. No pocos incautos cayeron aquí preguntando cuál es el mejor procesador que existe y cuáles otros hay aparte de Word.

Y hablando de eso, el año pasado, cuando le entré al maratón de novela, una de mis preocupaciones secundarias fue decidir qué procesador usaría para crear 50,000 palabras en mi disco duro. Vean ustedes porqué: uso Word básicamente para trabajar, por lo que lo tengo relacionado con una actividad meramente mercantil, alejada de los afanes creativos que supone la concepción de una novela. Mis otras opciones eran OpenOffice, WordPerfect y, sí, también lo llegué considerar candidato, XyWriter que en su versión IV ofrece la posibilidad de convertir el texto a RTF y, así, sacarlo de su inframundo nativo de DOS.

En ésas andaba cuando me topé con un programita llamado Q10; digo programita no en tono despectivo sino en el sentido estricto: con todo y diccionarios de revisión de ortografía (en inglés y español), ocupa escasos 2.48 MB. Pues bien, una de las ventajas que proclama la página de donde se puede descargar (gratis, por supuesto; al parecer el autor es militante del freeware) es que ocupa toda la pantalla, no tiene ningún adorno y, por tanto, el usuario puede concentrarse en lo único que realmente importa: el texto.

Eso me parece muy bien. Y para los nostálgicos de la máquina de escribir, ofrece otra función que resulta definitivamente imprescindible: las teclas producen un sonido como de las máquinas viejas, con todo y campanillazo al cambiar de párrafo.

Sin embargo, no ofrece mucho más. Y de ahí para adelante, las supuestas ventajas empiezan a palidecer cuando se comparan con las de cualquier otro procesador. Al menos en los procesadores que conozco siempre existe la posibilidad de mostrarlo a pantalla completa, si es que realmente somos tan desconcentrados que hasta la barra de tareas de Windows puede distraernos en nuestro proceso creativo. El sonido de máquina de escribir se logra con otro programa, SoundPilot, que tiene la ventaja de no estar limitado al procesador, sino que los produce en cualquier programa (aunque curiosamente, no en el Explorador de Windows). Y eso por no hablar de las muchas características que ofrece un verdadero procesador como Word, como son la división en capítulos, los documentos maestros, las anotaciones, el registro de versiones, la creación de tablas de contenido y ya mejor no sigo para no aburrir al respetable.

A fin de cuentas, acabé trabajando en Word, claro. Creo que ya lo había dicho, pero no está de más repetirlo. ¿Cuál es el mejor procesador de textos? Es el que conocemos mejor, claro.