11 noviembre, 2006

Los millones de Saddam

Supongo que quienes se empeñaban en sangrar el erario de Nigeria, Burkina Faso y otros sufridos países africanos ya desistieron de sus afanes, convencidos de que ya nadie cree poder ganarse el 30% de una fortuna de dudosa legitimidad por el simple hecho de contar con una cuenta de correo electrónico.

En efecto, ya no he recibido propuestas para reclamarme como heredero de un desconocido millonario que murió sin beneficiarios, dejando una fortuna de varios millones de dólares olvidada en un banco cuyo cuidado supuestamente está a cargo del aspirante a defraudador.

Quizá los haya conmovido el reciente informe del PNUD, en el que se señalan las graves carencias del Continente Negro en materia de recursos hidráulicos y salubridad, por lo que hayan decidido dejar que ese dinero se destine a subsanar esas deficiencias públicas, antes que a engrosar bolsillos privados.

Pero el afán de timo nunca descansa, aunque ahora siga otra trayectoria. Ahora el objeto de los abusos es ni más ni menos que el condenado de Saddam Hussein. En efecto, al parecer los soldados gringos no se conformaron con tumbarlo de la silla y derribar su estatua, sino que además le robaron una buena feria.

Al menos eso es lo que se desprende de un mensaje que recibí ayer, de un tal Stpehen Moralis, quien se presenta como sargento de la tercera división de infantería en Irak. Como me pidió que tratara el asunto con el máximo de los secretos, decidí publicarlo aquí en mi bloc, ya que es sabido que esto no lo lee nadie.

El sargento asegura que allá en Irak se encargó de “mover” fondos pertenecientes a Saddam, por un total de 38 millones de dólares. Él y su superior decidieron que, estando a buen recaudo en prisión, donde ni en navajas de rasurar ha de gastar, Saddam bien podría prescindir de esos fondos, así que los guardaron en un lugar seguro. Y ahí es donde entro yo en acción: por trabajar en el gobierno, estos valerosos patriotas no pueden quedarse con esa lana, así que me piden mi ayuda para traspasarla a una cuenta en el extranjero. En esa movida, yo me quedo con el 30%, la comisión tradicional en estas transacciones, 30% para el superior y 30% para el sargento Moralis. Ah, claro, y el 10% restante para los consabidos gastos operativos.

Llámenme desconfiado, pero no quise entrar en un negocio de esta envergadura sin hacer un poco de averiguaciones previas. Así que busqué al sargento Moralis en Google y… ¡oh, decepción! El muy traidor ya había andado repartiendo sus propuestas por toda la red. Y así encontré una interesante variante: en otros mensajes, él pretendía haber descubierto el tesoro de Saddam en varias cajas, que contenían no los 38 millones de dólares, sino sólo 25 millones. Ah, pero eso sí, en otras cajas había encontrado ni más ni menos que armas nucleares y cocaína.

Definitivamente, hay muchas preguntas sin respuesta en esto. ¿Cuántos millones encontraron, pues, 38 o 25? Y eso de las armas nucleares… ¿pues no por eso fue el pleito y ahora hasta Rumsfeld tuvo que renunciar al Pentágono por no haberlas encontrado? Creo que en esto caso, lo mejor es ponerme en contacto directamente con el propio Saddam para preguntarle y salir de dudas. No quiero resultar víctima de un fraude. ¿Alguien conoce su correo electrónico?

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