28 diciembre, 2007

Morir en Pakistán


No importaba que hubiera cedido a la tentación del autoritarismo y de la corrupción. Ni que hubiera sido destituida en dos ocasiones por incompetente del cargo de primera ministra. Lo que ahora importa, lo que nos deja de herencia tras su asesinato, es que Benazir Bhutto era una mujer valiente y constituía la única esperanza en el caótico panorama político de Pakistán.

Puesto a escoger entre sus dos rivales, el presidente Pervez Musharraf se inclinó por la bella "Sultana", a quien concedió amnistía para que pudiera regresar de su exilio en Londres, ante el también ex primer ministro Nawaz Sharif, igualmente acusado de corrupción y exiliado, aunque finalmente pudo regresar a su país, gracias a las presiones de Washington.

A diferencia de Sharif, dirigente de la Liga Musulmana de Pakistán, Benazir, la "Incomparable" (significado de su nombre), no era muy practicante, aunque a su regreso del exilio llevara un ejemplar del Corán bajo el brazo. Hija de padre sunnita y madre chiita, estaba por encima de la vieja disputa que separa a las dos ramas principales del Islam por la cuestión de la sucesión del Profeta. Pero, buena política, sabía que sus compatriotas la querían devota y lós complacía llevando su eterno velo de seda blanca.

Su educación occidental (Harvard y Oxford) y sus prolongadas estancias fuera de su país —primero para estudiar, luego para escapar de la dictadura que llevó a la horca a su padre, y por último para evadir los juicios que se le abrieron tras su destitución— le dieron una perspectiva moderna de lo que podría hacer para sacar a su país de la crisis en la que lo tienen hundido la religión y el fanatismo.

Pero su laicismo sin duda resultó intolerable para los extremistas. Al-Qaeda ya se atribuyó la autoría del atentado que le costó la vida a Benazir, aunque las autoridades dudan de su veracidad (más bien parece que quiere llevar agua a su molino, aunque sea agua teñida de sangre). No sería necesario buscar muy lejos para encontrar a los responsables: bastaría buscar entre aquellos grupos empeñados en mantener a Pakistán en la era feudal, regido por leyes atroces que datan de hace quince siglos, incapaces de distinguir la realidad a través de las telarañas que la religión ha ido formando en su cerebro.

1 comentario:

Darth Tater dijo...

Pues a mí que me expliquen ahora qué hace Scotland Yard en Karachi...