01 noviembre, 2004

Luna de papel

Como hazaña de la ciencia y la técnica de Estados Unidos, uno podría pensar que la llegada del hombre a la Luna sería motivo de orgullo para el pueblo estadounidense. Sin embargo, para sorpresa del desprevenido tecleador, existen, ¡oh, sí, claro que sí!, teóricos de la conspiración que aseguran que los viajes a la Luna no son reales.


Si los lectores rondan la cincuentena, quizá se pregunten entonces qué fue lo que vieron allá en 1969, cuando el mundo pudo mirar por televisión el descenso del Apolo XI, las tomas de los primeros pasos en la Luna y escuchar la célebre frase: "Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad."


Estos teóricos aseguran que no fue más que un montaje publicitario para ganarle la carrera espacial a la Unión Soviética, pionera en la investigación del Cosmos.


Sí, claro, esa frase no fue inspiración del momento de Neil Armstrong, sino que la llevaba preparada, y seguramente fue escrita por algún publirrelacionista de la NASA. Sí, también los motivos que tuvo Kennedy para impulsar la investigación de los vuelos espaciales estuvieron arraigados en la confrontación con la Unión Soviética. Ésta había logrado poner en órbita al famoso Sputnik en octubre de 1957 y años después, viendo su atraso en la carrera espacial, Kennedy les prometió a sus conciudadanos que llegarían a la Luna en menos de diez años.


Pero el hecho de que los viajes al espacio se inscribieran en el marco de la guerra fría no significa que sean un engaño, como aseguran algunos. No voy a entrar en los detalles de la controversia. El lector interesado puede consultar esta página, con referencias a numerosos sitios en pro y en contra de la veracidad del viaje a la Luna. Y en especial a esta otra, muy bien documentada y sustentada, que echa por tierra los argumentos supuestamente científicos de quienes alegan una enorme conspiración para hacerle creer a toda la humanidad que el hombre logró llegar al satélite de la Tierra. Esta página, de hecho, está dedicada a desmontar los razonamientos mañosamente presentados en un programa transmitido por la cadena FOX.


Lo que me llama la atención es la actitud de las personas que sostienen estas teorías. Lo primero que salta a la vista es el placer que les produce sentirse en el círculo de los pocos que conocen la verdad (la verdadera verdad). Esto puede parecer una razón muy débil para justificar todos los esfuerzos que hacen por demostrar que sus paranoias están fundamentadas. Pero hay que considerar que los esfuerzos en realidad son obra de unos cuantos. Los demás —el 6% por ciento de los estadounidenses cree que la llegada del hombre a la Luna es un engaño, según una encuesta de Gallup realizada en 1999— simplemente repiten como papagayos lo que alega un puñado de personas.


Y en este puñado de personas encontramos las razones que explican no sólo estas actitudes, sino también muchas otras: fama y dinero. Al parecer, cada vez cuesta más trabajo conseguir los quince minutos de fama que nos prometió a todos Andy Warhol. Quizá por la explosión demográfica o por la sobresaturación de los medios, el caso es que llegar a la primera plana o salir en televisión requiere bastante más que esperar nuestro turno al micrófono. Para atraer la atención de los medios necesitamos presentar o algo genial (lo cual es difícil) o algo aberrante (más fácil), algo totalmente extravagante, algo tan ridículo que la gente repita con Tertuliano, "Credo, quia absurdum." O con el poeta checo Antonin Tryb: "Creer lo imposible es una ventaja, a nuestra mente no le gusta la ignorancia, aun en la ciencia, si se acaba la inteligencia, las hipótesis reemplazan a la verdad."


La segunda razón es el dinero. Y si con dinero baila el perro, por dinero el hombre es capaz de interpretar los bailes más absurdos, de rellenar páginas con argumentos mal planteados, de sacar conclusiones falsas a partir de premisas verdaderas o, lo que es más común en el mundo de los paranoicos-teóricos de la conspiración, recitar un rosario de datos científicos para de ellos sacar una conclusión improcedente o fundamentar una tesis descabellada. ¿Dije libros? Perdón, ahora son videos, discos compactos, boletos para conferencias y subscripciones a revistas (por ejemplo, la subscripción a tres ejemplares de la revista Paranoia cuesta 36 dólares para residentes fuera de Estados Unidos. ¿Le interesa? Prepare su tarjeta de crédito y vaya directamente a la tienda).


Es evidente que el consumidor de estas publicaciones no se limita a una sola teoría. Es decir, el que acepta una conspiración de gran envergadura para hacerle creer el mundo que los estadounidenses llegaron a la Luna, aceptará también muchas otras patrañas. ¿Cómo cuáles? Por ejemplo, la que sostienen los miembros de la Sociedad de la Tierra Plana que, sí, en pleno siglo XXI siguen afirmando que nuestro planeta no es esferoidal. Ya metida en la paranoia de la conspiración, la gente también aceptará la visita de extraterrestres, las facultades parapsicológicas, el contacto con seres angélicos, el poder curativo de los cuarzos y el origen divino de los delfines.


2 comentarios:

Noventaysiete dijo...

Muy interesante... Sería bueno que revisaras "El Retorno de los Brujos"... Y visita el sitio www.horaciofranco.com.mx

Jorge Luis dijo...

No recuerdo que ese tabique, perpetrado a principios de los años sesenta, hable de la llegada del hombre a la Luna en 1969.

Por lo demás, si ése es el sustento bibliográfico, está fritos quienes niegan que el hombre haya viajado a su satélite.

Con otra: el sitio recomendado al parecer no existe o está fuera de servicio.