13 julio, 2004

Regreso al retorno de los brujos

La referencia a El retorno de los brujos hecha por Mauricio José Schwarz (me pregunto si será el mismo Schwarz que fue mi compañero en Prepa 4) me hizo desempolvar el ejemplar que guardo de este libro, más por nostalgia que por verdaderos ánimos de volver a leerlo.



El original en francés se llama Le matin des magiciens, título que más o menos comprendo como "la alborada de los magos" y que podría referirse al despertar o, más bien dicho, al regreso del pensamiento mágico que, como hemos visto, suele oponerse al científico. Mentes más esclarecidas que la mía podrían ver en el tabique de Louis Pauwels y Jacques Bergier (tabicón: tiene 541 páginas de letra menuda) al heraldo de la nueva era, actualmente tan mentada, e incluso podrían llamarlo new age avant la lettre, habida cuenta de que su publicación fue en 1960, años antes de que la búsqueda espiritual del hippismo le abriera a Occidente los caminos de las religiones y del pensamiento orientales. Pero yo me abstendría de hacerlo, pues considero que el concepto de new age es bastante anterior.


El subtítulo del libro, al menos en su versión española (aunque no sé si llamarla catalana, pues fue editada por Plaza y Janés en Barcelona) es Introducción al realismo fantástico y quiere ser una compendiadísima descripción de su contenido: hechos insólitos, teorías indemostrables, civilizaciones perdidas del pasado, alquimia en las catedrales y una que otra fábula (recuerdo en especial la del monje copista).


He de confesar que esta obra tuvo fuerte influencia en lo personal, pues me abrió la mente a la búsqueda de otras posibilidades, "más allá de lo evidente". Pero también reconozco que ahora, a casi 35 años de su primera lectura (hubo varias), sería incapaz de volver a leerlo. No porque lo sienta superado (o me sienta superior), sino por la flojera de repasar lo que ahora constituye una serie de lugares comunes. Ese ejercicio se lo dejo a los especialistas en rastrear mitos e influencias, a los coleccionistas de teorías descabelladas y a quienes cultivan la noción de que algo se nos esconde detrás de una realidad que no acaba de ser descifrada por la ciencia. A mí me toca hollar otros caminos.

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