02 julio, 2006

Antes de la tormenta

Haciendo caso omiso de los exhortos del IFE, los partidarios de las dos principales fuerzas políticas empezaron a festejar su triunfo, antes del anuncio oficial de la autoridad electoral. Como hubiéramos podido adivinar de haber tenido más serenidad en el análisis, la elección está muy cerrada y será una diferencia de unos cuantos puntos porcentuales lo que le dé la victoria a cualquiera de los dos candidatos.

Eso no augura nada bueno. Después de una campaña tan virulenta y vitriólica, se hubiera necesitado un margen amplio para sanar las heridas causadas en el combate. La victoria de Calderón (¡Dios nos agarre confesados!) amenaza con echar tierra a todas las trapacerías que se le hallaron al candidato de la derecha católica. Él y sus acólitos podrían respirar tranquilos, pues, por si fuera poco, tendrían mayoría en el congreso y, con ello, manos libres para hacer avanzar su proyecto de vender la nación. Y, claro, de arrojar al olvido las marrullerías de Bribiescas, Hildebrandos y demás zopilotes carroñeros que acompañaron al chupacirios del Fecal en su campaña.

La izquierda, que se vería derrotada por una diferencia mínima, seguramente aumentará las presiones en todos los frentes que controla: organizaciones populares y campesinas que pueden desestabilizar seriamente al país. Sobre todo porque será difícil borrar de su cabeza la noción de que su candidato fue víctima de un fraude. Eso los haría incontrolables aun para las mismas personas que suelen manejar esos movimientos para sacar algún provecho.

Según las cifras del conteo preliminar del IFE a las a las 22:33, con un conteo del 24.26% de las actas, el PAN aventaja con 38.70%, seguido muy de cerca por la Alianza por el Bien de Todos, con el 35.59%. Estas cifras seguramente van a variar y la diferencia será mínima. De hecho, conforme aumenta el número de actas contadas, se ha ido cerrando esa diferencia. Aún es pronto para cantar victoria y sólo podemos esperar que los dirigentes de los partidos implicados conserven la cordura y no lancen a vuelo las campanas triunfales antes de tener los resultados definitivos.

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