12 abril, 2004

La guerra santa


Los medios de comunicación, impulsados por los intereses de Estados Unidos, han querido hacer sinónimos los conceptos de musulmán y de terrorista. Los más moderados matizan diciendo "musulmanes extremistas". El punto de unión entre ambos conceptos es, como no se cansan de repetirnos, la famosa jihad (o yijad, para darle carta de naturalización en nuestro idioma), la "guerra santa" que, supuestamente por órdenes del Corán, debe librar todo musulmán.


Nada más falso. La guerra santa que preconiza el Islam es la guerra interna, contra los demonios, las tentaciones, las desviaciones, que todo hombre pío debe librar en su camino a la gloria. Sí se habla, en efecto, de un combate real contra los "infieles", pero no se habla jamás de plantar bombas en estaciones de tren para deshacerse de ellos.


Aun más, una de las dos principales corrientes del Islam, el chiísmo, se pronuncia en contra de la guerra y de la violencia y sólo recurre a ésta cuando así lo determinan sus ayatollahs, los jerarcas religiosos. Quizá por ello sea tan preocupante que uno de los ayatollahs irakíes esté lanzando repetidos llamados a la yijad contra el invasor extranjero, e incluso haya organizado un "ejército del Mahdi". Si el Mahdi es, dentro del chiísmo, el salvador esperado, el "guía divino", este ejército del Mahdi podríamos entenderlo los mexicanos como aquellas bandas cristeras que surgieron en el país en tiempos del presidente Calles. Ya vimos en Irak cuerpos de extranjeros carbonizados y colgados, como los vimos en México colgados de los árboles, en feroz oposición al "patriarca Pérez", ese cabeza de la Iglesia Ortodoxa Mexicana , curiosa creación con la que el protestante Calles quiso reemplazar a la Iglesia Católica Romana.


En fin... ¿por qué siento que ya dije esto? Mal estarán las cosas en la Tierra mientras sigan interfiriendo con ellas las del cielo.


No hay comentarios.: