06 abril, 2004

La materia de los sueños


Hubo algún sabio chino que dijo: "Anoche, dormido, soñé que era una mariposa. Ahora, despierto no sé si soy un hombre que soñó ser mariposa, o una mariposa que sueña en ser hombre."


El mundo de los sueños siempre ha ejercido una fuerte fascinación sobre el hombre, aun antes de que Freud concibiera su Interpretación de los sueños. A la fecha, mucha gente sigue sosteniendo la idea froidiana de que los sueños son la expresión de los deseos reprimidos, aunque muchos quieren ver en ellos signos y revelaciones de sucesos del porvenir o aclaraciones del pasado.


Creo que bastaría con observar la materia de los sueños para darnos cuenta de su verdadero significado. El pensador ruso P. Ouspensky aseguraba, ya hace un siglo, que los sueños no son más que la prolongación nocturna del diálogo interno que mantenemos durante el día. Al cesar los estímulos externos, cerrar los ojos, apagar la luz y caer dormidos, la mente sigue elaborando el mismo tipo de pensamientos que nos fatigaron durante la jornada: fantasías de todo tipo, expresiones de nuestros miedos, "relatos" en los que aparecemos como héroes, premios que ganamos, deseos que se cumplen... ¿En qué pensamos durante el día?


Esos pensamientos, esas fantasías o "sueños diurnos", como se les llama en inglés muy atinadamente, son la materia de la que se nutren los sueños nocturnos, que se nos presentan con mayor lucidez debido a la falta de estímulos externos. Es como si en un cine estuvieran proyectando una película continuamente, pero con las luces encendidas. Apenas podríamos verla. Pero en cuanto apagan la luz, las imágenes de la pantalla aparecen brillantes y sonoras: no hay nada más que ver y por eso nos fascinan.


No falta quien cuente algún sueño premonitorio, como sustento de la teoría de que hay que prestarles mucha atención, en busca de sus mensajes ocultos. Pero lo mismo podríamos decir de las ideas que se nos ocurren durante el día, sin buscarlas; esas ideas que de repente nos asaltan y nos dan la clave para resolver un problema. De ningún modo son exclusivas de los sueños nocturnos. Surgen también durante el día, sólo que las llamamos de otro modo.


Es tan interesante observar el diálogo interno, las fantasías diurnas, como tratar de recordar los sueños. Con una ventaja: es más fácil y está más al alcance de nuestras posibilidades.


No hay comentarios.: