29 enero, 2024

Reflexiones electorales

 

En este 2024, la mitad de la población mundial va a acudir a las urnas para elegir a su nuevo gobernante y los mexicanos, por supuesto, entramos en ese número. Y a menos que ocurra un cataclismo cósmico y universal, los nombres que aparecerán en las papeletas serán de dos mujeres. Podría parecer que esa bipolaridad ayudaría a decidir nuestra intención de voto, que al reducirse las posibilidades a dos opciones muy diferentes entre sí no sería difícil inclinarnos por una o por otra, pero no es así. Al parecer todavía hay mucha gente que se declara indecisa, que preferiría otra opción, que cae en la fácil tentación de echar a todos los políticos en el mismo saco de la corrupción y la impericia para evitarse el trabajo de analizar sus verdaderas diferencias, gente que se siente tan por encima de las mezquindades de este mundo que exige una opción angelical, una candidata impoluta, no manchada por las experiencias de la vida política.

Y esa gente que exige pureza total va a preferir abstenerse que votar por una opción que no es la suya, por alguien con quien no está de acuerdo al cien por ciento, aun cuando esa abstención lejos de ser una toma de postura neutra sea un voto a favor de la continuidad, de más de lo mismo, del “segundo piso” de este régimen tan descarado que ya ni las apariencias le interesa guardar. La abstención en estas circunstancias es un voto en favor de que continúen los abrazos para los delincuentes y los balazos para los ciudadanos, de que se le siga echando dinero bueno al malo en megaproyectos inútiles, en aeropuertos que no dan servicio, en refinerías que no refinan, en trenes que no van a ningún lado (y que cuando van se descomponen).

¿Echarle un segundo piso al desmantelamiento de las instituciones que han permitido el surgimiento de la democracia por primera vez en nuestra historia? Sí, claro, no es perfecta pero, si bien no está plenamente desarrollada, podemos tener la esperanza en que el obscuro pasado autoritario de nuestro país efectivamente quede en el pasado. Ese pasado que los traidores de Morena quieren transformar en presente: nada de organismos autónomos, nada de sociedad civil, nada de libertad de expresión. Los que estamos viejos ya lo vivimos y créanme, los que no conocieron esa obscura etapa no querrían que se levantara de su tumba.

¿Vamos a darle continuidad a las mentiras propagadas desde la presidencia? ¿A los ataques a los periodistas que no están en la nómina del régimen? ¿A las embestidas contra las ramas del gobierno que no se pliegan a la voluntad del supremo? Todas estas preguntas, por desgracia, están asentadas en la pavorosa experiencia del que ha sido el sexenio más sangriento del que se tenga memoria. Se calcula que en cualquiera de sus mañaneras, aquél suelta alrededor de cien mentiras. Desde que la Suprema Corte de Justicia de la Nación le empezó a echar para atrás sus proyectos legislativos por anti- o inconstitucionales, él no ha dejado de arremeter contra la corte y sus ministros, a excepción de aquellas dos que tiene en el bolsillo. Y eso por no hablar de los diarios denuestos contra aquellos periodistas que se atreven a criticarlo. A él o a sus familiares y allegados, en especial a sus hijos que, después de no haber dado golpe en toda su vida, resultaron todos unos expertos en materia de tráfico de influencias y negocios al cobijo del poder.

¿Queremos más militarización del país? El mito de que los militares son eficientes y honestos por su disciplina y por estar al servicio de la nación sólo subsiste en las telarañas que recubren la materia gris de aquél. No han demostrado la menor eficiencia en la única tarea que querríamos encomendarles, además de la defensa de la soberanía nacional y etcétera: combatir a la delincuencia organizada. Y de la honestidad mejor no hablamos para no meternos en un berenjenal del que no saldríamos indemnes. Pero baste decir que la política de abrazos, no balazos, parece diseñada más para cobijar contubernios que para detener criminales.

Insistamos: ninguna candidata va a ser del agrado de la totalidad del electorado. Pero eso no significa que las dos sean iguales. Y por supuesto que tampoco quiere decir que votar será un ejercicio inútil. Si el voto significa algo, en las elecciones de este año significará algo aun más importante: la diferencia entre seguir por el camino del autoritarismo, de la violencia desbordada, del desprecio por los ciudadanos y sus derechos, de las mentiras descaradas y del cinismo o tratar de revertir el pavoroso curso que ha seguido el país en los últimos años y buscar en la senda de la democracia la esperanza de un mejor futuro para todos.


21 junio, 2021

Nostalgias

 No, no extraño la música disco (la puedo escuchar en cualquier momento). Lo que sí extraño son los 25 años que tenía cuando estaba de moda.

01 julio, 2019

Yo no voté por esto


Estaré desinformado o seré muy desconfiado, no sé, pero ahí les voy: Cuando Trump anunció que no impondría aranceles a las mercancías mexicanas de importación, pues había llegado a un acuerdo con el gobierno de México, simplemente no le pude creer. El acuerdo, según él, consistiría en que la “guardia nacional” de México se encargaría de detener a los solicitantes de asilo antes de que estos se internaran en los Estados Unidos. Y que los trámites del asilo se llevarían a cabo mientras los solicitantes se encontraran todavía en suelo mexicano.

No lo pude creer por dos razones. La primera es que resultaba absurdo pensar que México fuera a actuar de oficial de trámites de asilo a nombre de Estados Unidos. El derecho internacional es muy claro al respecto: el asilo se solicita en el país de destino, no en puntos intermedios por muy bienintencionados que estos sean.

Y la segunda razón es que en México no existía nada que pudiera llamarse “guardia nacional”. Cuerpos policiacos y militares los hay por montones, pero ninguno lleva ese nombre.

Me quedaba claro, por tanto, que se trataba de una de las más de diez mil mentiras que ha dicho Trump a lo largo de su mandato (según cifras de The Washington Post). Viendo las catastróficas consecuencias que tendría perturbar el delicado equilibrio económico de México, por no hablar de la airada reacción que surgiría entre los consumidores estadounidenses privados de sus tostadas de aguacate y sus Coronas, Trump quiso zafarse inventando un imposible acuerdo con las autoridades mexicanas.

Pero no. Ahora me vengo a enterar de que ya se creo la dichosa guardia nacional y que México, efectivamente, se va a encargar de tramitar las solicitudes de asilo de los compas centroamericanos que vienen huyendo de la violencia y la miseria de sus respectivos países.

Me duele decirlo, pero yo no voté por esto. Yo no voté por un gobierno que le haga los mandados a Washington. Yo no voté por la creación de un cuerpo policiaco más, cuando los que existen son resumideros de corrupción y podredumbre. Yo no voté por unas autoridades que responden a intereses extranjeros antes que a los nacionales. Yo no voté por un gobierno que traicionara el orgulloso legado en materia de política exterior que hizo de México un ejemplo de dignidad en los aciagos días de la guerra civil española y en los que siguieron, durante la segunda guerra mundial.

Me van a perdonar pero yo no voté por esto.

30 junio, 2019

El orgullo de su nepotismo


Resulta lastimero ver a Ivanka Trump tratar de insertarse en la conversación entre Theresa May, la primera ministra británica, Emmanuel Macron, el presidente francés, Justin Trudeau, primer ministro canadiense, y Christine Lagarde, la directora del FMI, en el marco del Grupo de los Veinte, en Japón.

No es por subestimar el oficio de vender mercancía producida en China con trabajo esclavo, pero por algo para ser diplomático hay que estudiar una carrera especializada y tener una visión muy amplia de los problemas globales. Pero Ivankita apenas puede articular palabra, como se aprecia en un video presuntamente difundido por el gobierno francés. Es claro que no es lo mismo ser la hija del jefe en Estados Unidos, donde todo mundo la adula con zalamería, que una advenediza ignorante tratando de sentarse en la mesa de los grandes.

La situación es tan embarazosa que no puede uno dejar de sentir pena por ella, pese a que lo único que se merecería es que algún guarda la sacara sin más ceremonia del recinto donde están reunidos los líderes mundiales.

11 noviembre, 2018

Centenarios


Hoy se celebra el centenario del armisticio entre los aliados y Alemania, que puso fin a las hostilidades que en su tiempo se conocieron como la Gran Guerra, y que para nosotros simplemente es la primera guerra mundial.

Ya antes se habían celebrado los armisticios con Bulgaria, el imperio Otomano y el imperio Austro-Húngaro, conocidas como las potencias centrales. Los tratados de paz, empero, tardaron más, habiéndose firmado el último el 10 de agosto de 1920 en Sevres, Francia, concluido con el imperio Otomano.

Por cierto, Rusia, que fue el primer país en movilizarse, fue también el primero en llegar a un armisticio, el 15 de diciembre de 1917. Claro, quien empezó la guerra fue el zar Nicolás II y el que la acabó fue Lenin. Y por último, un dato curioso: el armisticio se firmó el undécimo día del undécimo mes, a las 11:11 de la mañana, hora de París.