28 junio, 2011

¿Un mexicano en el FMI? Sí, cómo no

Después de haber acariciado durante varias semanas la posibilidad de que el mexicano Agustín Carstens ocupara la dirección general del Fondo Monetario Internacional –vacante por razones que ya todos conocemos–, los países emergentes tendrán que apechugar este martes con la decisión que tomará el consejo de administración de la institución que, con toda verosimilitud, va a inclinarse por la ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde.

Pero nadie debería sorprenderse ni sentirse desilusionado. Pese a ser un candidato de peso (me disculparán que no haya podido evitar el chiste baratón), la verdad es que Carstens nunca tuvo serias probabilidades de ocupar el sillón principal del FMI.

Primero, porque la tradición no escrita quiere que los cargos directivos de las instituciones de Bretton Woods se repartan entre europeos, que ocupan la cabeza del FMI, y estadunidenses, a cargo del Banco Mundial. Así ha sido desde 1945 y ninguna protesta de ningún país, por muy emergente o en vías de desarrollo que se quiera, ha servido para cambiar ese designio.

Y en segundo lugar porque, para variar, los países emergentes no formaron ningún bloque organizado, dando muestras de estar interesados solamente en proteger sus intereses y aspiraciones, más que en lograr un cambio radical en el organismo financiero mundial. China, por ejemplo, emitió au apoyo a la francesa con la esperanza de que una de las dos subdirecciones generales del FMI recayera en uno de sus ciudadanos. Si un mexicano hubiera llegado a ese puesto, habría sido difícil que las subdirecciones se repartieran también entre los países emergentes. El caso de África es más penoso, pues los países del Continente Negro, viendo que estaba fuerte la cargada a favor de Christine Lagarde, miopemente prefirieron uncirse a la carreta de la vencedora para recoger las migajas que dejara a su paso, en lugar de apoyar una candidatura que, a la larga, les habría resultado más benéfica. Brasil, por su parte, mantuvo una perniciosa neutralidad, quizá producto del poco interés que tiene en ver que México destaque más que él en el plano internacional. Sus aspiraciones de potencia regional seguramente lo cegaron ante las ventajas que representaría tener a un tercermundista dirigiendo las finanzas mundiales.

Entre las ventajas de Carstens, los observadores destacaban su experiencia en el manejo de las crisis financieras de México, tanto cuando estaba en el Banco de México, en los terribles años del efecto Tequila, como en la secretaría de Hacienda, durante la crisis financiera global de hace unos años. Y señalaban un factor más, que no es nada desdeñable: el próximo director del FMI (o directora, aunque esto suene a foxismo) tendrá que enfrentarse a la crisis de la deuda europea, empezando con la de Grecia. Como mexicano, Carstens hubiera tenido una perspectiva más imparcial que la que pueda tener la francesa. Ésta, por lo demás, no podrá dejar de responder a los condicionamientos de su vida como política en su país. En suma, como lo advirtiera el propio Carstens, podría perfilarse ahí un conflicto de intereses.

Así están las cosas en este mundo matraca. Los efectos de la crisis financiera global no se han disipado del todo y la única consecuencia positiva, la constitución del grupo de los Veinte como foro con voz fuerte, parece estar desapareciendo, sepultada bajo los intereses tradicionales que siempre han regido la marcha del planeta.

24 junio, 2011

Los perros andan sueltos

En julio de 1993, la revista The New Yorker publicó un cartón de Peter Steiner que, si bien pasado por alto en un principio –y sobre todo, poco comprendido–, se convertiría en el símbolo precursor de la era de Internet.




«En Internet, nadie sabe que soy un perro», le dice un can al otro, gozando del anonimato que le concede la Red.


El beneficio del anonimato, por supuesto y como todo, tiene dos caras. Y la cara del reverso son todos esos fraudes y engaños que, con el paso del tiempo y a veces en carne propia, nos han enseñado a ser más cautos al navegar por la Web.

Eso no quita que siga habiendo gente que aproveche el recurso con muy diversos fines. Fines que, en ciertos casos, pueden ser benéficos. O al menos no dañinos.

Vayámonos a Siria, donde la «primavera árabe» amenaza en convertirse en invierno perpetuo, pues el presidente Bachar Al Assad no quiere dar su brazo a torcer ante las demandas de la indignada población, contra la cual ha lanzado al aparato represivo del estado con toda su fuerza.

En febrero de este año, cuando se inicia la revuelta, aparece el blog de una profesora de inglés, de 36 años, lesbiana para más señas, en el que la autora describe sus actividades en el movimiento de protesta y su calvario por su condición de homosexual en una sociedad poco inclinada a tolerarla. Con el nombre de Amina Abdallah Arraf, la mujer reflexiona sobre la actualidad de su país.

Ya que el régimen de Damasco le cerró la puerta a la prensa extranjera desde el estallido de las protestas, el blog de Amina, escrito en inglés con el título de «Gay Girl in Damascus», pronto se convirtió en valiosa fuente de información para los occidentales, ávidos de saber lo que estaba ocurriendo y de enterarse de los pormenores de la revuelta.

Así, Amina saltó a la popularidad; su blog era citado como fuente autorizada por las agencias informativas de Occidente, comentado en otros blogs y fue tema de reportajes especiales en varios medios importantes, tanto impresos como electrónicos.

A principios de junio, sin embargo, sus seguidores se conmocionaron. La prima de la bloguera, Rania Ismail, se hizo cargo de publicar la noticia de que el 5 de junio, Amina había sido arrestada en la calle, cuando se dirigía a una reunión con un miembro del comité de coordinación. El anuncio provocó una movilización general de los internautas. Aparecieron decenas de sitios de apoyo, haciendo circular peticiones para exigir su liberación en Facebook, Twitter, en los blogs dedicados al Medio Oriente, en revistas lesbianas y foros feministas. A esta campaña se sumarían después medios estadunidenses y europeos.

El alboroto causado por el arresto de Amina atrajo a su blog lectores que antes no estaban al tanto de su existencia, en especial aquellos bien enterados de la situación de Siria. Éstos empezaron a señalar ciertas incongruencias e inverosimilitudes en los 146 artículos publicados de febrero a junio.

A estas dudas se le agregó una denuncia concreta. En Londres, una mujer llamó al periódico The Guardian para decir que se había reconocido en la foto que ilustraba el artículo sobre el arresto de Amina. El diario complace su requerimiento, retira esa foto y publica otra, que también le había sido enviada por Amina. Nueva protesta de la misma mujer, llamada Jelena Lecic. La investigación descubre que todas las fotos de Amina que circulaban por la Red pertenecían a Jelena, quien las había publicado en su cuenta de Facebook.

Amina acabó por confesar: su blog no era más que una obra de ficción. No es siria, no es lesbiana y ni siquiera es mujer. El autor es Tom McMaster, estadunidense que radica en Edimburgo, casado con una especialista en Siria, por lo que estaba familiarizado con el tema. Y en su confesión explica que se iba a ir de vacaciones y, como no quería estar actualizando el blog mientras estuviera de viaje, se le ocurrió decir que su heroína había sido arrestada.

Por jugoso que sea el chisme, el caso no se limita a esto. En su trayectoria como lesbiana, Amina se hizo de una novia en Canadá, llamada Paula Brooks. La relación, por supuesto, siempre fue cibernética. Cuando se reveló la verdadera identidad de Amina, la prensa quiso saber cuál era la reacción de su media naranja. Fue entonces cuando se descubrió la otra cara oculta del asunto: Paula Brooks no es una lesbiana canadiense treintañera. Su nombre real es Bill Graber, de 58 años de edad, ex piloto de la fuerza aérea de Estados Unidos, casado y padre de familia. La moraleja, como siempre en estos casos, queda a cargo del paciente lector.

05 junio, 2011

Combinación dominguera: tenis y sexo


Lo bueno de ver un partido como la final del Roland Garros, entre Roger Federer y Rafael Nadal —que terminó hace como una hora con la victoria del español sobre el suizo—, es que al espectador realmente no le importa quién gane. Claro, a menos que tenga algún interés personal invertido en el resultado del enfrentamiento, si uno es familiar de alguno de ellos o miembro de su séquito, el espectador lo único que quiere es ver buen tenis. Y eso fue lo que ambos jugadores nos recetaron durante más de tres horas: un tenis de excelente altura, un juego con puntos discernidos con gran maestría, un espectáculo, en fin, digno de un domingo de holganza en la mañana.

¿Quiénes ven tenis por televisión el domingo en la mañana? A juzgar por los anunciantes, los espectadores son hombres post-maduros (¿no les encanta el término?) que viven obsesionados por el sexo. A saber:

Un tratamiento milagroso llamado algo así como “Prostalín”, que en cuestión de días devuelve la vitalidad perdida con el paso de los años... de muchos años, agregaríamos, considerando que los testimoniantes son veteranos de la tercera edad, rayando en la cuarta.

Un medicamento serio contra el mismo problema, es decir, los eufemísticamente llamados “problemas de desempeño”, que en el caso viene siendo la respuesta de Lily-Icos a la imposibilidad de lograr una erección. Aquí no hablan de soluciones milagrosas, sino que simplemente invitan al caballero a consultar con su médico.

¿Ya solucionó su problema con alguna de las dos propuestas anteriores? Qué bien, pues el tercer anunciante de la final del Roland Garros fue Sico, que entre caderas bamboleantes y caras risueñas nos recuerda de los placeres del sexo. Cada vez que veo estos anuncios no dejo de esperar que por fin se decidan a cambiar su lema por el que está en la mente de todos: “Si es Sico, sí cogemos". Claro, no faltarían mojigatos que objetaran el uso de esa palabra tan vulgar pero, ¿no es más objetable que se anuncien productos milagrosos, que no sólo esquilman ingenuos sino que criminalmente los hunden en una desesperación más profunda por su evidente falta de resultados?

03 junio, 2011

Presunción de culpabilidad

Si ya hay una lección que podamos ir sacando del escándalo de Dominique Strauss-Kahn, ésta se refiere a la diferencia trasatlántica de nociones jurídicas. En Estados Unidos, pese a que existe la figura de «presunción de inocencia» como principio de todo proceso, el ahora ex director del Fondo Monetario Internacional ha sido tratado como agresor, no sólo por la policía que lo detuvo, sino especialmente por la prensa que se ha regodeado en sacarle sus trapitos al sol. La camarera del hotel, por su parte, es la «víctima». A nombre de esa condición, el sistema judicial estadunidense no ha permitido siquiera divulgar su nombre –mucho menos su imagen–, mientras que se difundían ampliamente las imágenes de un Dominique esposado y rodeado de vigorosos agentes al momento de su detención.

En Francia, por el otro lado, el ex aspirante socialista a la presidencia de la república es un «acusado» y la recamarera del Sofitel que asegura haber sido violada por éste es la «acusadora», en un apego más estricto de la presunción de inocencia que debe preceder a todo juicio.

Los contrastes van más allá. En Francia se sorprenden de la forma tan parcializada en que la prensa ha tratado el caso, prácticamente condenando de antemano al acusado. Los estadunidenses, tan modositos ellos, se sorprenden que los franceses ya le supieran varios deslices de ese tipo y, sin embargo, los hubieran pasado por alto a la hora de proponerlo como director del FMI. En suma, los franceses acusan de hipócratas a los gringos y éstos, acusan de libertinos a los franceses.

No quisiera que lo anterior se entendiera como prueba de mi parcialidad hacia el francés. Difíclmente podría identificarme con una persona que puede gastar tres mil dólares por pasar una noche en un hotel. Y si de algo me sirve mi experiencia como expectador de series gringas de abogados, flaco favor se hizo a sí mismo cuando, después de pagar un millón de dólares de fianza para salir de la cárcel, el angelito fue a acomodarse en un departamento de 50,000 dólares mensuales para pasar ahí su arresto domiciliario.

En un proceso como éste, en el que la imagen cuenta tanto como los hechos reales, el que se muestre tan dispendioso fácilmente puede interpretarse como rasgo de carácter de quien está acostumbrado a permitirse todos los caprichos. Hasta el de echarse un rapidín con una recamarera antes de tomar su vuelo para ir a entrevistarse con la canciller alemana y discutir las modalidades de la ayuda financiera a Grecia. Pienso que mostrar un poco de humildad le ayudaría más en este caso, que querer defenderse alegando que hubo una relación consentida.

La guerra perdida

La conclusión es tajante: el combate contra las drogas ha fracasado y es una guerra que no se puede ganar. Y no sólo ha fracasado, sino que sus consecuencias han sido devastadoras para los individuos y la sociedad. Las aparentes victorias obtenidas al detener a un «capo» o desmembrar a una banda se anulan casi de inmediato con el surgimiento de otros grupos criminales. Los gobiernos dedican sumas exorbitantes a esta lucha perdida, desviándolas de otras áreas, como la prevención y el tratamiento de las adicciones, en las que podría tener mejores resultados.

Lo anterior se desprende del reporte presentado este jueves por la Comisión Global de Políticas de Drogas, instancia de Naciones Unidos presidida por el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso y formada por otras 18 personalidades de la escena mundial. Sí, caray, quién sabe cómo diablos se colaron ahí Ernesto Zedillo y Carlos Fuentes, pero tengo la convicción de que eso no le restó seriedad, y sobre todo credibilidad, a sus trabajos.

César Gaviria, presente en Nueva York para la presentación del documento, declaró que quisiera que Estados Unidos «reflexionara en las alternativas posibles». Nunca lo hubiera dicho. Pocas horas después, Gil Kerlikowske, el llamado «zar anti-drogas» (que en realidad viene siendo jefe de la oficina de la Casa Blanca de políticas para el combate a las drogas) aseguró que «legalizar las drogas, como lo propone este reporte, haría más difícil la protección de la salud y la seguridad de nuestras comunidades». Así nomás, sin explicar porqué le dificultaría proteger la salud de los ciudadanos el hecho de que el consumo de drogas estuviera tan regulado como lo está el de alcohol y tabaco, también drogas y también muy dañinos.

No tenemos ni la más remota esperanza de que algunas de las recomendaciones de la comisión llegara a adoptarse en nuestro sufrido Mexiquito. Primero, porque ya al idiota de Fox se le ocurrió abrir la boca para lanzar que él estaría en favor de la regulación, con lo que la convirtió de plano en pendejada, como todo lo que él dice. Segundo, porque al Fecal se le vendría abajo toda su «política de seguridad», instrumentada más que nada para adquirir en el campo de batalla la legitimidad que no le dieron las urnas. El hecho de que se le haya ido de las manos y haya desatado el equivalente de una guerra civil en nuestro país lo tiene muy sin cuidado. El enfoque represivo y militarizado en el combate al narcotráfico es lo único que sus dos neuronas le han permitido engendrar y para él sería traicionar sus principios siquiera considerar la reglamentación de la producción, distribución y consumo de drogas.

Una de las recomendaciones que más gusto me dio ver fue el llamado a «evitar mensajes simplistas, al estilo de 'sólo di que no' y las políticas de 'tolerancia cero'». En efecto, lanzado en Estados Unidos durante el reaganato furiosamente liberal, la consigna de «Just say no» deja toda la carga de responsabilidad en el individuo, como si las drogas no constituyeran un problema social, como si no hubiera innumerables factores a las que simplemente no se les puede decir que no.

En fin, no me voy a echar el análisis completo del texto. El interesado lo puede consultar en la página de la Comisión. Le recomendaría que esquivara la versión en «español», lastimera y servil como pocas, y le echara el ojo a la que supongo que es la original en inglés.