02 julio, 2011

El caso DSK da un vuelco espectacular


El rumor empezó a circular desde el jueves en la noche y se confirmó antes del mediodía del viernes: la oficina del procurador de Nueva York, la parte acusadora en el caso de Dominique Strauss-Kahn, declaró que había serias lagunas en la credibilidad de la recamarera del Sofitel que asegura haber sido violada por el entonces director general de Fondo Monetario Internacional. Así, el juez Michael Obus decidió poner en libertad provisional al acusado, devolviéndole el millón de dólares en efectivo y el bono por otros cinco millones que había depositado como fianza. No desechó los cargos en su contra, empero –«ése es el siguiente paso», declaró optimista el abogado de la defensa, Benjamin Brafman–, y le retuvo el pasaporte, lo que significa que, si bien puede viajar dentro de Estados Unidos, todavía no puede regresar a su país natal.

Espectacular vuelco en un caso que al principio se presentó como algo seguro: las pruebas de ADN confirmaron la presencia de semen del político francés en la recamarera guineana; ésta, por lo demás, era una mujer «trabajadora, respetable y buena musulmana», repetían como letanía aprendida sus allegados; DSK era conocido por todos sus amigos como mujeriego empedernido y, siendo director general del FMI, tuvo sus queveres con una subalterna suya en la institución, cosa que él mismo reconoció en 2008.

Las «lagunas» que señala la oficina del procurador, Cyrus Vance, Jr., son específicamente dos: la acusadora mintió en su solicitud de asilo, presentada en enero de 2004, sobre el hecho de que ella y su esposo habían sido víctimas de la represión del régimen de su país; asimismo, la mujer declaró haber sido violada también en Guinea, cosa que posteriormente desmintió. Estas mentiras, presuntamente, tenían la intención de atraerse la simpatía desempeñando el papel de víctima en la búsqueda de asilo. Pero también mintió en sus declaraciones de impuestos, presentando como dependiente a la hija de una amiga para tener más deduccciones, y en sus ingresos, para conseguir el departamento barato que ocupaba en el Bronx.

Pero hay otra mentira de mayores implicaciones: según la mujer, después del incidente se escondió en un armario del corredor del hotel, donde esperó a ver que Strauss-Kahn se fuera del lugar en el elevador. Pero la verdad es que se fue a limpiar otra habitación del mismo piso y después regresó a terminar la limpieza de la suite 2806, donde presuntamente había sido violada.

Estas revelaciones provinieron no de la defensa, sino de la fiscalía. La defensa de Strauss-Kahn se ha basado en la consensualidad de la relación. Es decir, el director general del FMI y la recamarera del hotel de lujo sí tuvieron relaciones sexuales, pero fueron consentidas por los dos, cosa que no constituye ningún delito (las implicaciones morales las dejaremos para otra ocasión). El caso, pues, se reduce a una batalla de credibilidad: ¿quién dice la verdad? Más bien dicho, ¿a quién le creemos?

Pero por sorprendentes que resulten estas revelaciones, no son las únicas. Los investigadores de la defensa, por su parte, no se quedaron de brazos cruzados y le encontraron bastantes trapos sucios a la acusadora de su cliente. El más percudido: al día siguiente del presunto incidente, la mujer habló por teléfono con un hombre que se encuentra encarcelado por posesión de 200 kilos de mariguana. En la conversación, que fue grabada, ella le pregunta cómo podría aprovechar la situación. Aun más: ese hombre es uno de varios que hicieron numerosos depósitos en la cuenta bancaria de ella, por un total de 100,000 dólares en los últimos dos años.

Queda abierta la posibilidad de que efectivamente, Strauss-Kahn haya sido víctima de una maquinación, posibilidad que ya se había señalado. Por el momento no puede decirse nada más. La próxima audiencia del juicio está fijada para el 18 de julio y en ella –como teme Kenneth Thompson, el muy mediático abogado de la acusadora– la procuraduría podría pedir el desistimiento del juicio. Si así fuera, Strauss-Kahn regresaría a la escena mundial y, sobre todo, al mundo político francés, aureolado con la etiqueta de víctima de un complot o, por lo menos, del sistema judicial estadunidense. Pero por lo pronto, paciencia. Si de algo podemos estar seguros en este caso es que todavía no se han acabado las sorpresas.

28 junio, 2011

¿Un mexicano en el FMI? Sí, cómo no

Después de haber acariciado durante varias semanas la posibilidad de que el mexicano Agustín Carstens ocupara la dirección general del Fondo Monetario Internacional –vacante por razones que ya todos conocemos–, los países emergentes tendrán que apechugar este martes con la decisión que tomará el consejo de administración de la institución que, con toda verosimilitud, va a inclinarse por la ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde.

Pero nadie debería sorprenderse ni sentirse desilusionado. Pese a ser un candidato de peso (me disculparán que no haya podido evitar el chiste baratón), la verdad es que Carstens nunca tuvo serias probabilidades de ocupar el sillón principal del FMI.

Primero, porque la tradición no escrita quiere que los cargos directivos de las instituciones de Bretton Woods se repartan entre europeos, que ocupan la cabeza del FMI, y estadunidenses, a cargo del Banco Mundial. Así ha sido desde 1945 y ninguna protesta de ningún país, por muy emergente o en vías de desarrollo que se quiera, ha servido para cambiar ese designio.

Y en segundo lugar porque, para variar, los países emergentes no formaron ningún bloque organizado, dando muestras de estar interesados solamente en proteger sus intereses y aspiraciones, más que en lograr un cambio radical en el organismo financiero mundial. China, por ejemplo, emitió au apoyo a la francesa con la esperanza de que una de las dos subdirecciones generales del FMI recayera en uno de sus ciudadanos. Si un mexicano hubiera llegado a ese puesto, habría sido difícil que las subdirecciones se repartieran también entre los países emergentes. El caso de África es más penoso, pues los países del Continente Negro, viendo que estaba fuerte la cargada a favor de Christine Lagarde, miopemente prefirieron uncirse a la carreta de la vencedora para recoger las migajas que dejara a su paso, en lugar de apoyar una candidatura que, a la larga, les habría resultado más benéfica. Brasil, por su parte, mantuvo una perniciosa neutralidad, quizá producto del poco interés que tiene en ver que México destaque más que él en el plano internacional. Sus aspiraciones de potencia regional seguramente lo cegaron ante las ventajas que representaría tener a un tercermundista dirigiendo las finanzas mundiales.

Entre las ventajas de Carstens, los observadores destacaban su experiencia en el manejo de las crisis financieras de México, tanto cuando estaba en el Banco de México, en los terribles años del efecto Tequila, como en la secretaría de Hacienda, durante la crisis financiera global de hace unos años. Y señalaban un factor más, que no es nada desdeñable: el próximo director del FMI (o directora, aunque esto suene a foxismo) tendrá que enfrentarse a la crisis de la deuda europea, empezando con la de Grecia. Como mexicano, Carstens hubiera tenido una perspectiva más imparcial que la que pueda tener la francesa. Ésta, por lo demás, no podrá dejar de responder a los condicionamientos de su vida como política en su país. En suma, como lo advirtiera el propio Carstens, podría perfilarse ahí un conflicto de intereses.

Así están las cosas en este mundo matraca. Los efectos de la crisis financiera global no se han disipado del todo y la única consecuencia positiva, la constitución del grupo de los Veinte como foro con voz fuerte, parece estar desapareciendo, sepultada bajo los intereses tradicionales que siempre han regido la marcha del planeta.

24 junio, 2011

Los perros andan sueltos

En julio de 1993, la revista The New Yorker publicó un cartón de Peter Steiner que, si bien pasado por alto en un principio –y sobre todo, poco comprendido–, se convertiría en el símbolo precursor de la era de Internet.




«En Internet, nadie sabe que soy un perro», le dice un can al otro, gozando del anonimato que le concede la Red.


El beneficio del anonimato, por supuesto y como todo, tiene dos caras. Y la cara del reverso son todos esos fraudes y engaños que, con el paso del tiempo y a veces en carne propia, nos han enseñado a ser más cautos al navegar por la Web.

Eso no quita que siga habiendo gente que aproveche el recurso con muy diversos fines. Fines que, en ciertos casos, pueden ser benéficos. O al menos no dañinos.

Vayámonos a Siria, donde la «primavera árabe» amenaza en convertirse en invierno perpetuo, pues el presidente Bachar Al Assad no quiere dar su brazo a torcer ante las demandas de la indignada población, contra la cual ha lanzado al aparato represivo del estado con toda su fuerza.

En febrero de este año, cuando se inicia la revuelta, aparece el blog de una profesora de inglés, de 36 años, lesbiana para más señas, en el que la autora describe sus actividades en el movimiento de protesta y su calvario por su condición de homosexual en una sociedad poco inclinada a tolerarla. Con el nombre de Amina Abdallah Arraf, la mujer reflexiona sobre la actualidad de su país.

Ya que el régimen de Damasco le cerró la puerta a la prensa extranjera desde el estallido de las protestas, el blog de Amina, escrito en inglés con el título de «Gay Girl in Damascus», pronto se convirtió en valiosa fuente de información para los occidentales, ávidos de saber lo que estaba ocurriendo y de enterarse de los pormenores de la revuelta.

Así, Amina saltó a la popularidad; su blog era citado como fuente autorizada por las agencias informativas de Occidente, comentado en otros blogs y fue tema de reportajes especiales en varios medios importantes, tanto impresos como electrónicos.

A principios de junio, sin embargo, sus seguidores se conmocionaron. La prima de la bloguera, Rania Ismail, se hizo cargo de publicar la noticia de que el 5 de junio, Amina había sido arrestada en la calle, cuando se dirigía a una reunión con un miembro del comité de coordinación. El anuncio provocó una movilización general de los internautas. Aparecieron decenas de sitios de apoyo, haciendo circular peticiones para exigir su liberación en Facebook, Twitter, en los blogs dedicados al Medio Oriente, en revistas lesbianas y foros feministas. A esta campaña se sumarían después medios estadunidenses y europeos.

El alboroto causado por el arresto de Amina atrajo a su blog lectores que antes no estaban al tanto de su existencia, en especial aquellos bien enterados de la situación de Siria. Éstos empezaron a señalar ciertas incongruencias e inverosimilitudes en los 146 artículos publicados de febrero a junio.

A estas dudas se le agregó una denuncia concreta. En Londres, una mujer llamó al periódico The Guardian para decir que se había reconocido en la foto que ilustraba el artículo sobre el arresto de Amina. El diario complace su requerimiento, retira esa foto y publica otra, que también le había sido enviada por Amina. Nueva protesta de la misma mujer, llamada Jelena Lecic. La investigación descubre que todas las fotos de Amina que circulaban por la Red pertenecían a Jelena, quien las había publicado en su cuenta de Facebook.

Amina acabó por confesar: su blog no era más que una obra de ficción. No es siria, no es lesbiana y ni siquiera es mujer. El autor es Tom McMaster, estadunidense que radica en Edimburgo, casado con una especialista en Siria, por lo que estaba familiarizado con el tema. Y en su confesión explica que se iba a ir de vacaciones y, como no quería estar actualizando el blog mientras estuviera de viaje, se le ocurrió decir que su heroína había sido arrestada.

Por jugoso que sea el chisme, el caso no se limita a esto. En su trayectoria como lesbiana, Amina se hizo de una novia en Canadá, llamada Paula Brooks. La relación, por supuesto, siempre fue cibernética. Cuando se reveló la verdadera identidad de Amina, la prensa quiso saber cuál era la reacción de su media naranja. Fue entonces cuando se descubrió la otra cara oculta del asunto: Paula Brooks no es una lesbiana canadiense treintañera. Su nombre real es Bill Graber, de 58 años de edad, ex piloto de la fuerza aérea de Estados Unidos, casado y padre de familia. La moraleja, como siempre en estos casos, queda a cargo del paciente lector.

05 junio, 2011

Combinación dominguera: tenis y sexo


Lo bueno de ver un partido como la final del Roland Garros, entre Roger Federer y Rafael Nadal —que terminó hace como una hora con la victoria del español sobre el suizo—, es que al espectador realmente no le importa quién gane. Claro, a menos que tenga algún interés personal invertido en el resultado del enfrentamiento, si uno es familiar de alguno de ellos o miembro de su séquito, el espectador lo único que quiere es ver buen tenis. Y eso fue lo que ambos jugadores nos recetaron durante más de tres horas: un tenis de excelente altura, un juego con puntos discernidos con gran maestría, un espectáculo, en fin, digno de un domingo de holganza en la mañana.

¿Quiénes ven tenis por televisión el domingo en la mañana? A juzgar por los anunciantes, los espectadores son hombres post-maduros (¿no les encanta el término?) que viven obsesionados por el sexo. A saber:

Un tratamiento milagroso llamado algo así como “Prostalín”, que en cuestión de días devuelve la vitalidad perdida con el paso de los años... de muchos años, agregaríamos, considerando que los testimoniantes son veteranos de la tercera edad, rayando en la cuarta.

Un medicamento serio contra el mismo problema, es decir, los eufemísticamente llamados “problemas de desempeño”, que en el caso viene siendo la respuesta de Lily-Icos a la imposibilidad de lograr una erección. Aquí no hablan de soluciones milagrosas, sino que simplemente invitan al caballero a consultar con su médico.

¿Ya solucionó su problema con alguna de las dos propuestas anteriores? Qué bien, pues el tercer anunciante de la final del Roland Garros fue Sico, que entre caderas bamboleantes y caras risueñas nos recuerda de los placeres del sexo. Cada vez que veo estos anuncios no dejo de esperar que por fin se decidan a cambiar su lema por el que está en la mente de todos: “Si es Sico, sí cogemos". Claro, no faltarían mojigatos que objetaran el uso de esa palabra tan vulgar pero, ¿no es más objetable que se anuncien productos milagrosos, que no sólo esquilman ingenuos sino que criminalmente los hunden en una desesperación más profunda por su evidente falta de resultados?

03 junio, 2011

Presunción de culpabilidad

Si ya hay una lección que podamos ir sacando del escándalo de Dominique Strauss-Kahn, ésta se refiere a la diferencia trasatlántica de nociones jurídicas. En Estados Unidos, pese a que existe la figura de «presunción de inocencia» como principio de todo proceso, el ahora ex director del Fondo Monetario Internacional ha sido tratado como agresor, no sólo por la policía que lo detuvo, sino especialmente por la prensa que se ha regodeado en sacarle sus trapitos al sol. La camarera del hotel, por su parte, es la «víctima». A nombre de esa condición, el sistema judicial estadunidense no ha permitido siquiera divulgar su nombre –mucho menos su imagen–, mientras que se difundían ampliamente las imágenes de un Dominique esposado y rodeado de vigorosos agentes al momento de su detención.

En Francia, por el otro lado, el ex aspirante socialista a la presidencia de la república es un «acusado» y la recamarera del Sofitel que asegura haber sido violada por éste es la «acusadora», en un apego más estricto de la presunción de inocencia que debe preceder a todo juicio.

Los contrastes van más allá. En Francia se sorprenden de la forma tan parcializada en que la prensa ha tratado el caso, prácticamente condenando de antemano al acusado. Los estadunidenses, tan modositos ellos, se sorprenden que los franceses ya le supieran varios deslices de ese tipo y, sin embargo, los hubieran pasado por alto a la hora de proponerlo como director del FMI. En suma, los franceses acusan de hipócratas a los gringos y éstos, acusan de libertinos a los franceses.

No quisiera que lo anterior se entendiera como prueba de mi parcialidad hacia el francés. Difíclmente podría identificarme con una persona que puede gastar tres mil dólares por pasar una noche en un hotel. Y si de algo me sirve mi experiencia como expectador de series gringas de abogados, flaco favor se hizo a sí mismo cuando, después de pagar un millón de dólares de fianza para salir de la cárcel, el angelito fue a acomodarse en un departamento de 50,000 dólares mensuales para pasar ahí su arresto domiciliario.

En un proceso como éste, en el que la imagen cuenta tanto como los hechos reales, el que se muestre tan dispendioso fácilmente puede interpretarse como rasgo de carácter de quien está acostumbrado a permitirse todos los caprichos. Hasta el de echarse un rapidín con una recamarera antes de tomar su vuelo para ir a entrevistarse con la canciller alemana y discutir las modalidades de la ayuda financiera a Grecia. Pienso que mostrar un poco de humildad le ayudaría más en este caso, que querer defenderse alegando que hubo una relación consentida.

La guerra perdida

La conclusión es tajante: el combate contra las drogas ha fracasado y es una guerra que no se puede ganar. Y no sólo ha fracasado, sino que sus consecuencias han sido devastadoras para los individuos y la sociedad. Las aparentes victorias obtenidas al detener a un «capo» o desmembrar a una banda se anulan casi de inmediato con el surgimiento de otros grupos criminales. Los gobiernos dedican sumas exorbitantes a esta lucha perdida, desviándolas de otras áreas, como la prevención y el tratamiento de las adicciones, en las que podría tener mejores resultados.

Lo anterior se desprende del reporte presentado este jueves por la Comisión Global de Políticas de Drogas, instancia de Naciones Unidos presidida por el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso y formada por otras 18 personalidades de la escena mundial. Sí, caray, quién sabe cómo diablos se colaron ahí Ernesto Zedillo y Carlos Fuentes, pero tengo la convicción de que eso no le restó seriedad, y sobre todo credibilidad, a sus trabajos.

César Gaviria, presente en Nueva York para la presentación del documento, declaró que quisiera que Estados Unidos «reflexionara en las alternativas posibles». Nunca lo hubiera dicho. Pocas horas después, Gil Kerlikowske, el llamado «zar anti-drogas» (que en realidad viene siendo jefe de la oficina de la Casa Blanca de políticas para el combate a las drogas) aseguró que «legalizar las drogas, como lo propone este reporte, haría más difícil la protección de la salud y la seguridad de nuestras comunidades». Así nomás, sin explicar porqué le dificultaría proteger la salud de los ciudadanos el hecho de que el consumo de drogas estuviera tan regulado como lo está el de alcohol y tabaco, también drogas y también muy dañinos.

No tenemos ni la más remota esperanza de que algunas de las recomendaciones de la comisión llegara a adoptarse en nuestro sufrido Mexiquito. Primero, porque ya al idiota de Fox se le ocurrió abrir la boca para lanzar que él estaría en favor de la regulación, con lo que la convirtió de plano en pendejada, como todo lo que él dice. Segundo, porque al Fecal se le vendría abajo toda su «política de seguridad», instrumentada más que nada para adquirir en el campo de batalla la legitimidad que no le dieron las urnas. El hecho de que se le haya ido de las manos y haya desatado el equivalente de una guerra civil en nuestro país lo tiene muy sin cuidado. El enfoque represivo y militarizado en el combate al narcotráfico es lo único que sus dos neuronas le han permitido engendrar y para él sería traicionar sus principios siquiera considerar la reglamentación de la producción, distribución y consumo de drogas.

Una de las recomendaciones que más gusto me dio ver fue el llamado a «evitar mensajes simplistas, al estilo de 'sólo di que no' y las políticas de 'tolerancia cero'». En efecto, lanzado en Estados Unidos durante el reaganato furiosamente liberal, la consigna de «Just say no» deja toda la carga de responsabilidad en el individuo, como si las drogas no constituyeran un problema social, como si no hubiera innumerables factores a las que simplemente no se les puede decir que no.

En fin, no me voy a echar el análisis completo del texto. El interesado lo puede consultar en la página de la Comisión. Le recomendaría que esquivara la versión en «español», lastimera y servil como pocas, y le echara el ojo a la que supongo que es la original en inglés.

25 mayo, 2011

Anuncio descarado




Amazon.com: El año que viví (9781617648144): Jorge Luis Gutiérrez: Libros

Peca de ingenuo el autor que, por haber puesto el punto final a su obra, considera terminada su chamba. Nada más lejos de la verdad. Para empezar, como ya he dicho en otras ocasiones –siguiendo en esto al maestro José Emilio Pacheco–, el autor nunca termina su obra en realidad, simplemente la abandona para buscarle por otro lado. Si tiene suerte, no falta un editor despistado que se la convierta en libro y la comercialice. Pero así que digamos, ya acabó mi compromiso con esta obra, naranjas. Incluso una vez impresa, la obra sigue exigiendo su atención. No es casual que en la astrología se asimilen las obras a los hijos: tanto unas como otros requieren de la atención de su creador hasta que sean capaces de valerse por sí mismos.

Entonces, pese a que hace casi tres años terminé de escribir una novela (vean esta referencia para que vean que no miento), ésta todavía no se independiza y necesita de mi apoyo. Sí, el lector ya lo habrá adivinado: éste es un descarado comercial que, contrariamente a otros, sí se atreve a decir su nombre.

Ahí les va: ándele, no sea malito, llévelo, sí mire, porque le contiene una novela para sus ratos libres, sus tiempos muertos en la oficina o en el baño, para que presuma de intelectual en el metro y quede bien con la novia o la damita que esté cortejando en ese momento.

No les digo de qué se trata porque cuando lo compren y lo lean se van a enterar; además, no quiero influir en su crítica (que estoy seguro de que será benévola). Ándele, píquele al titulito y saque la tarjeta, sí mire, se lo va a llevar.

21 mayo, 2011

El fin del mundo, otra vez


Harold, contando con los dedos los días que faltan para el juicio final


Gracias a la difusión que ofrece Internet a cualquier ciudadano, el predicador Harold Camping pudo lanzar un súper meme: este 21 de mayo, según sus cuentas, es el día del arrebatamiento. ¿Alguien sabe qué es eso? Si no se es protestante, lo más seguro es que no, pues ése es un concepto introducido por los protestantes gringos del siglo XIX para darle coherencia a sus prédicas.

Una de las bases escriturales de esta profecía es la primera epístola a los Tesalonicenses, 4:16-17, donde leemos: Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

Aunque efectivamente en los evangelios se menciona este arrebato, no hay nada que permita deducir de palabras tan vagas una fecha precisa. Ahí es donde entró en funciones la calculadora de Harold, quien tomando datos de la misma Biblia, llegó a la conclusión de que el mundo que conocemos llega a su fin precisamente el día de hoy.

Aun más, volviendo al origen protestante de este tema, que implica una venida «secreta» de Cristo, que sólo será percibida por los fieles «verdaderos» (los que estén al corriente en sus cuotas a las iglesias milenaristas, por supuesto), los católicos rechazan esta idea por no estar plenamente basada en las escrituras, sino en las interpretaciones de un tal Cyrus Scofield, quien en 1909 publicó una «Biblia de referencia», con copiosas notas en las que resaltaba la idea de este rapto.

Pese a la debilidad de los argumentos de los «arrebatistas», evidentemente no ha faltado quien preste oídos serios a las palabras de Harold Camping, pese a que no es la primera vez que «predice» el fin del mundo. Ya en 1994, también según sus cálculos, había predicho la segunda venida de Cristo. Con un poco más de humildad en ese entonces, afirmó que sería entre el 15 y 16 de septiembre, y que no podía dar una hora precisa. Claro, esa vez quizá utilizó sólo los dedos para hacer sus sumas y por eso le falló el tiro. Ahora, armado de la poderosa calculadora de Windows, regresa para advertirnos del fin del mundo.

En fin, es una lástima que hoy se acabe el mundo, pues mañana empieza el Roland Garros y tenía muchas ganas de ver buen tenis. Espero que allá en el cielo llegue la señal de Sky.

19 mayo, 2011

Corto circuito cerebral

Uno de los problemas del lenguaje publicitario es que, mientras el espectador está esperando información concreta y útil sobre el producto, el anunciante le asesta ramalazos emocionales en su afán por «poner a su producto en la anécdota». Más que informarnos del producto, el anunciante nos cuenta una historia que gira en su torno. Tomado por sorpresa, el desprevenido espectador no puede dejar de reaccionar ante los descarados chantajes emocionales de que es víctima. Y tampoco puede ejercer el juicio, inutilizado en ese corto circuito entre ideas y sentimientos.

Por ejemplo, vemos a una sufrida madre de familia, que toda su vida ha sido esclavizada por la plancha, declarar su independencia y literalmente brincar hacia la libertad gracias a un producto de limpieza que, nos dicen, ayuda en esas fatigosas tareas. Emocionado por un logro que visualmente se emparenta con el triunfo obtenido en una prueba olímpica de salto libre, el espectador pasa por alto la letra menuda del fondo de la pantalla: «Este producto no reemplaza al planchado.» ¿Luego entonces? ¿No que muy libre la señora de sus faenas domésticas?

Otra historia sentimentaloide es la de la niña que le agradece a la madre que todos los días le lave su piyama favorita. La cabrona señora no sólo recibe tranquilamente el elogio sino que tiene el descaro de voltear a la cámara y confesar ante el conmovido espectador que no recuerda cuándo fue la última vez que la lavó. Pero, eso sí, lo hizo con el producto de marras, que deja oliendo la ropa a limpio por varios meses. ¿Te cae? ¿La muy cerda tiene meses de no lavarle la ropa a la escuincla y todavía tiene la suficiente cara dura para dejar que la inocente siga engañada? Se necesita estar muy enternecido con la historia para no notar el despropósito.

Lo que pasa es que, reblandecidas por la melcocha, las neuronas resultan incapaces de hacer sinapsis y, de ese modo, aceptan sin crítica alguna que un experto en higiene dental se ande paseando ocioso en los pasillos de una botica, esperando a que entre una desprevenida consumidora para regañarla por comprar un cepillo de dientes que haga juego con su vestido.

Lo único que puede hacerse ante este ataque concertado contra la inteligencia del espectador es apagar la televisión. Claro, eso significa perder la condición de espectador y volver a ser lo que realmente somos. Y como ya lo decía Mafalda hace muchos años, los muy malditos saben que no sabemos lo que somos.

16 mayo, 2011

El escándalo nuestro de cada día

Por mucho que Dominique Strauss-Kahn haya cometido un «error de juicio» en 2008 al mantener una relación extraconyugal con una subordinada suya en el Fondo Monetario Internacional, es difícil creer las acusaciones que se le hicieron este fin de semana en Nueva York. Aunque los socialistas franceses conocen su inclinación por las «conquistas femeninas», perseguir desnudo a una camarera de hotel no encaja precisamente en la noción de conquista. Pero eso es precisamente lo que esta mujer de 32 años, cuyo nombre quizá por pudor no se ha dado a conocer, sostiene en contra del director general del FMI y esperanza socialista en las presidenciales de Francia del próximo año.

Lo extraordinario del caso ya ha dado origen a numerosas teorías del complot. Primera hipótesis: maniobra de la derecha francesa (si no es que directamente del Eliseo) para neutralizar a un peligroso rival. Segunda hipótesis: maniobra del sector bancario estadounidense, irritado con el jefe del FMI por el endurecimiento de las medidas de control impuestas a raíz del desastre financiero de 2008-2009. Tercera hipótesis: maniobra de los especuladores contra el euro, del que DKS había sido un sólido sostén estos últimos meses, cuando lo golpearon las crisis de la deuda de Grecia, de Irlanda y Portugal.

Ya metidos en especulaciones, aventuremos una más: dada la cultura de las demandas legales que prevalece en Estados Unidos, no es difícil imaginar a un abogadillo convenciendo a una inmigrante pobre de levantar un falso testimonio contra un destacado personaje de la escena mundial, con el innoble fin de extorsionarle algunos millones de dólares. Si no directamente, sí por la vía de los arreglos por debajo del agua, tan comunes en estos casos, y que evitan enojosos cuanto costosos y prolongados procesos judiciales.

Digamos en apoyo de esta última teoría que el abogado que tomó la defensa de Strauss-Kahn es nada menos que Ben Brafman, tristemente célebre por haber defendido a Michael Jackson, cuando el ahora llorado Rey del Pop fue acusado de pedofilia. En ese caso también se llegó a un acuerdo del que no se revelaron detalles. Pero digamos que la familia del chico «victimizado» quedó muy contenta.

La audiencia preliminar apenas se llevó a cabo este lunes y es de esperarse un prolongado proceso, que estará salpicado, por parte de la fiscalía, de escabrosos detalles sobre la vida privada de Strauss-Kahn. La defensa, por supuesto, tratará de desacreditar a la presunta víctima sacándole todos sus trapitos al sol. Ya veremos quién gana en este pleito de lavadero.

04 mayo, 2011

Análisis de escenarios

Hasta después de muerto, Oussama Ben Laden sigue siendo un dolor de cabeza para Estados Unidos. Cuando el gobierno de Washington tuvo una convicción más o menos certera del paradero del terrorista saudita –ahora Pakistán pretende que fueron sus servicios secretos los que dieron el pitazo decisivo–, Barack Obama se enfrentó a dos opciones: un ataque aéreo contra el conjunto residencial o una operación terrestre a cargo de un comando de las fuerzas especiales de la armada (las ahora cubiertas de gloria Navy Seals). Se decidió por éstas, en principio para evitar bajas civiles (muy mal vistas por la opinión pública, especialmente después de las sonadas meteduras de pata en Afganistán) pero también para tener la certeza de que se tratara del enemigo público número uno de Estados Unidos. No fuera a ser que los aviones no tripulados fueran a arrasar la casita del médico del pueblo, tan querido y respetado él.

En lo que seguramente los asesores de Obama llamaron «análisis de escenarios», ha de haber surgido la pregunta inevitable: ¿Lo queremos vivo o muerto? Primer escenario: lo capturamos vivo. ¿Qué hacemos con el cabrón, digo, con el «combatiente enemigo»? Llevarlo a Guantánamo cuando se está estudiando la posibilidad de cerrar el centro de detención inaugurado fuera de toda ley por el predecesor de Obama sería un contrasentido. Ponerlo en alguna prisión del territorio continental de Estados Unidos significaría meterle el susto de su vida a todo un pueblo, aterrorizado de estar pisando el mismo suelo que el enemigo jurado de su país, por no hablar de la posibilidad de que sus secuaces organizaran alguna operación de rescate, con todo y atentado para crear una distracción. Su juicio, por lo demás, seguramente sería un circo, que el demagogo aprovecharía como tribuna para lanzar sus gastadas diatribas contra el imperialismo, los sionistas, los cruzados y demás yerbas.

La balanza naturalmente se inclinó en favor del segundo escenario: encontrar a Oussama ben Mohammed ben Awad ben Laden y pegarle un tiro en la cabeza (o dos, para ir a la segura) que lo dejara muerto, lo que se dice muerto. Pero ese escenario planteaba al mismo tiempo otras preguntas. ¿Qué hacemos con el cadáver del cabrón, digo, del hoy occiso? Estando tan inmersos en la cultura del complot, no ha de haber faltado quien advirtiera que una buena proporción de la opinión pública estadounidense no iba a creer en la muerte de Ben Laden. Después de la «misión cumplida» de Jorgito Dobleú, los gringos están escaldados con las declaraciones triunfalistas y hasta al jocoque le soplan, es decir, dudan hasta de la autenticidad de las actas de nacimiento. Entonces no habrá faltado quien propusiera embalsamar al fiambre y pasearlo por todos los estados de la Unión, para que el pueblo se convenciera de que efectivamente su enemigo estaba liquidado definitivamente.

¿Quién habrá sido el que advirtió que eso sería un acto de profanación para los musulmanes? En efecto, la tradición islámica quiere que los difuntos sean entregados al reposo eterno menos de 24 horas después de haber fallecido. Acto que, por lo demás, va precedido por una ceremonia de purificación y amortajamiento del cuerpo. Hacer circular los despojos mortales de Ben Laden de feria en feria sería una contravención tan grave que todos los musulmanes, incluso quienes lo despreciaban, se sentirían ultrajados.

Por lo demás, repito, la paranoia conspiratoria de los gringos hubiera vuelto inútil ese ejercicio de transparencia. «¡Ése no es Ben Laden!», habrían repetido en Fox News los turiferarios de la derecha. «Yo vi sus videos en YouTube y nunca se estaba tan quietecito; ése ha de ser un doble.» «¿A quién quieren engañar? Ben Laden era mucho más joven que ése que están exhibiendo», diría alguno mostrando una foto del millonario saudita cuando, a sueldo de El Riad y de la CIA, se encargaba de repartir fondos y contratar muyahidines para combatir a los soviéticos en Afganistán, allá en los años ochenta del siglo pasado.

Obama se decidió por lo más razonable: liquidar al enemigo de su país pero respetando también sus creencias, para no dar la impresión de que se trataba de un acto en contra de una religión. Claro, y como era de esperarse, ya hay quien duda de la veracidad de los hechos. Pero esos ciegos voluntarios no se convencerían ni metiendo el dedo en el agujero que le abrieron en la cabeza a Ben Laden.

27 abril, 2011

Tren de pensamiento

Ayer estaba traduciendo un artículo sobre las aspiraciones presidenciales de Donald Trump, el magnate de las comunicaciones y los bienes raíces, y el autor mencionó la serie protagonizada por éste, llamándola «Celebrity Apprentice». No me sonó mucho el nombre, así que fui a consultarlo en la IMDB. Ahí pude comprobar que tenía razón, más o menos. En efecto, ése fue el título sólo de la séptima temporada. Ya que el bodrio de «reality show» ya va en su undécima temporada, decidi que era mejor usar el nombre más conocido, simplemente «The Apprentice».

Pero ahí mismo vi que Trump había tenido un quién vive con Jerry Seinfeld. Por lo visto, el comediante se negó -a última hora- a presentarse en un acto de recaudación de fondos organizado por la fundación que maneja el hijo del multimillonario. ¿La causa? Seinfeld no quería asociarse con alguien tan necio como Trump, que insiste en que -pese a las pruebas aportadas en su momento- el presidente Barack Obama no nació en Estados Unidos. Así es, Trump quiere encabezar al más o menos 25% de estadounidenses que dudan de la ciudadanía de su presidente. ¿Absurdo? Totalmente, pero no olvidemos que el próximo año es de elecciones en Estados Unidos y nunca es demasiado pronto para colocarse en una buena posición.

Tratando de ahondar en el pleito Seinfeld-Trump llegué a una página de YouTube, en la que vi un video en el que el comediante la emprende contra Larry King por haberle preguntado si su célebre programa, «Seinfeld», había sido cancelado por la televisora o si él mismo decidió no continuarlo. «¿No sabe quién soy yo?», le pregunta un irritado Jerry al desconcertado Larry, sintiéndose ofendido por la mera insinuación de que a él, ni más ni menos, le pudieran haber cancelado. Grave falta de Larry, claro, por hacer una pregunta que cualquier fan de Seinfeld responde de memoria. Y también, claro, pocas pulgas de Jerry, que no aguanta nada.

Entre las recomendaciones que encontré al lado de ese video estaba algo así como «los mejores momentos del nazi de la sopa», memorable personaje del programa de Seinfeld. Y al lado del video del nazi de la sopa estaba uno sobre la Alemania nazi de 1939, ¡en color! Me aventé los varios minutos que duró el corto y de ahí me eché varios más de tema nazi, hasta llegar al video del himno del partido, la canción de Horst Wessel. Yo ya la había oído, pero no sabía quién fue Horst Wessel. Claro, para eso está la Wikipedia (Wiki para los cuates), ¿no? Pues resultó que Horst Wessel fue un activista nazi, asesinado en 1930 por un pistolero desconocido. No obstante, posteriormente, ya con Hitler en el poder, su asesinato fue atribuido a un comunista (¡claro!) que fue ejecutado sin más. Este Horst Wessel fue autor de esa canción que, a su muerte y en su honor, fue adoptada como himno del partido y posteriormente, como segundo himno oficial de la Alemania nazi.

En fin, a estas alturas, y después de haberme despachado más de una hora de videos diversos, ya no me acordaba qué hacía ahí. ¿Qué onda con Donald Trump, entonces? Ah, sí, el artículo lo acabé una hora después. Con el escándalo que ha levantado el cabrón, ahora el propio Obama tuvo que intervenir y, al parecer, va a presentar la versión completa de su acta de nacimiento, cosa a la que se había rehusado para no hacerle el caldo gordo a estos pujadistas... ¿No saben lo que son los pujadistas? Búsquenlos en la Wiki... eso me quitó otra mañana completa de mi valioso tiempo y ahorita ando apurado por terminar.