27 junio, 2004

La marcha de las cacerolas

No quisiera parecer prejuiciado, pero creo que la marcha que se organiza hoy en la ciudad de México contra los secuestros definitivamente está politizada, pese a lo que diga Fox. Porque, me pregunto, ¿qué pretenden demostrar con esa marcha? ¿Acaso hay quien piense que el secuestro no es un delito abominable? De eso están conscientes los mismos secuestradores, que bien se cuidan de caer en manos de la justicia. Entonces, ¿a qué viene una marcha para repudiarlo? (Es, mutatis mutandis, como si la iglesia organizara una marcha para manifestar su rechazo al pecado.)


Peor aun: los medios informativos le han dado tanta resonancia al tema, que pareciera que todos los capitalinos están bajo la amenaza pendiente de ser secuestrados. ¿Es así? No lo creo, al menos por lo que he podido constatar en mis visitas a la gran capital. Pero eso sí, el Milenio hace una "encuesta" en la que pregunta si la gente considera que se han reducido los secuestros. ¿Qué puede decir la gente, aturdida hasta el cansancio por los medios? Por lo demás, no es cosa de lo que piense la gente, sino de cifras. ¿Cuántos secuestros hubo en 2002 y cuántos en 2003? Dénos esa cifra y ya sabremos nosotros si realmente han bajado o no.


La marcha es absurda. Ningún secuestrador dejará de practicar su oficio "por el qué dirán". Nadie secuestra por no saber que se trata de un delito repudiado por la sociedad. Ningún secuestrado será puesto en libertad para satisfacer las demandas de la marcha.


Pero eso sí: criticar y señalar las condiciones de inseguridad que se viven en la ciudad de México ciertamente pone en la picota a sus autoridades, que resultan incapaces de resolver ese probema.... ah, entonces, ¿se trata de desprestigiar al Peje. Bueno, en ese caso, sí, la marcha tendrá un sentido claro. Pero, si realmente vivimos en una democracia, como se nos quiere hacer creer, ¿no deberíamos dejar esa marcha para la campaña electoral del 2006? ¿No se nos debería permitir manifestar nuestro rechazo o aceptación del Peje en las urnas?



23 junio, 2004

Suele criticarse a los países exportadores de armas por dedicarse a tan mortífero negocio (por cierto, el 90% de las exportaciones de armas corre a cargo de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU), pero no hay que olvidar que en toda transacción de compra-venta, la mitad de la responsabilidad la tiene el comprador.


Así, nos enteramos de que, por ejemplo, Eritrea, gasta en educación y salud poco más del 7% de su producto interno bruto, mientras que dedica cerca del 30% a los gastos militares.


El informe presentado por varias asociaciones civiles este martes es escalofriante y deja lugar a pocos comentarios (o a muchos, pero aquí en este blog nos inclinamos por la parquedad), que el lector podrá hacer por sí mismo consultando el citado reporte.

17 junio, 2004

Disquisiciones sobre la inquisición

Circulan ya las memorias de un simposio sobre la inquisición, organizado por el Vaticano, en el que historiadores y teólogos trataron de establecer la verdad histórica de esta infame institución. La novedad es que, aunque estos especialistas se reunieron en 1998, el papa Juan Pablo II autorizó apenas esta semana su publicación, con miras quizá a hacer un acto de contrición. Éste sería similar al que realizó en el año jubilar del 2000, cuando pidió perdón por el antijudaísmo de la iglesia, tres años después de que se reuniera un panel que analizó el origen de este sentimiento.



La inquisición no empezó en forma institucional, sino como atribución de las sedes episcopales para juzgar y castigar las herejías. En 1231, el papa Gregorio IX empezó a asignar dicha comisión a varias sedes de Alemania, Francia e Italia. En 1478, el papa Sixto IV facultó a Fernando e Isabel, los reyes católicos, a establecer la inquisición en España, la cual sería la filial más representativa y aborrecida de la institución. Así, en 1480, sus católicas majestades nombraron a los dominicanos Miguel de Morillo y Juan de San Martín inquisidores de Sevilla. Estos dos personajes, en tan sólo dos años, se granjearon una reputación tal que fueron destituidos de sus cargos: abusos de poder, incriminaciones falsas, apropiación de bienes de las víctimas fueron algunas de las acusaciones presentadas ante el papa en contra suya.


Por querer saltar de la sartén, cayeron al fuego: en 1487, fray Tomás de Torquemada* fue nombrado inquisidor general de los reinos de Castilla, Aragón, León y Valencia por el papa Inocente VIII. Torquemada fue el verdadero organizador de la inquisición española y bajo su dura mano, en un periodo de 15 años, acabaron en la hoguera unas dos mil personas.


En 1542, el papa Pablo III instituyó estos tribunales episcopales para crear la Santa Congregación de la Romana y Universal Inquisición. Fue en esta forma ya organizada como llegó a América, donde abrió oficinas en las ciudades de México, Lima y Cartagena. La inquisición cobró su primera víctima en México en la persona de Carlos, nieto de Nezahualcóyotl, quemado vivo en la plaza pública por órdenes del obispo Juan de Zumárraga en 1539. Sin embargo, Zumárraga fue regañado por haberse metido con tan ilustre personaje y la verdadera inauguración de los servicios inquisitoriales en México tuvo que esperar hasta 1571, cuando el doctor Moya de Contreras estableció formalmente el llamado tribunal de la fe.


La inquisición, si bien abolida en diversos países (en España, en 1812 y en México, en 1820), siguió funcionando hasta 1908. Bueno, en realidad lo que ocurrió ese año fue un cambio de nombre: el papa Pío X lo substituyó por el de Santo Oficio (con el que de todos modos ya se le conocía desde Pablo III). Y en 1965, durante el pontificado de Pablo VI, recibió su nombre actual, el de Congregación para la doctrina de la Fe. En 1988, el papa Juan Pablo II definió que su tarea es "promover y tutelar la doctrina de la fe y la moral en todo el mundo católico".


No carece de audacia el hecho de que la iglesia examine este turbio pasaje de su historia y, sobre todo, que ahora decida sacarlo a la luz. Al hacerlo, el papa hace caso omiso de las advertencias de los sectores más conservadores de la iglesia, que quisieran simplemente cerrar los ojos ante toda atrocidad cometida en el pasado. No se dan cuenta de que lo único que logra esta actitud es nutrir las imágenes aborrecibles de una institución, convertida casi en un estado dentro de otro estado, que recurría sistemáticamente a las torturas más atroces para obtener la información que deseaba, para amedrentar a los demás con el ejemplo de las víctimas y reprimir en ellos cualquier tentación de pensar por sí mismos. No, no hay pruebas documentales de que a las víctimas de la inquisición se les amenazara con perros, se les desnudara y se les obligara a formar pirámides humanas.




* Tomás de Torquemada (1420-1498) fue sobrino del cardenal y teólogo Juan de Torquemada (1388-1468), a quien no debe confundirse con fray Juan de Torquemada (1557?-1624), cronista de Indias.



15 junio, 2004

Ser escritor y español, y escribir para el grupo Reforma no le impidió al señor Juan José Millás perpetrar un engendro del que no se entiende si va o viene, si se acerca o se aleja, si se fuma o se inhala.


Aplicando a fondo las neuronas, creemos percibir que el sentido de su texto es criticar en forma irónica la uniformización del pensamiento. Escuchemos: "Lo importante no es el nombre de las cosas, sino que sólo haya una de cada una, es decir, un pensamiento único y una neurona única para que no nos demos cuenta de que los que se fusionan por la tarde acaparando todo el alfabeto para las empresas resultantes (BBVA pongamos por caso) son los mismos que dan vivas por la mañana a la competencia y al libre comercio".


Que rechulo habla este señor, ¿verdad? Si hasta dan ganas de ir a la misma escuela que él. Chance y hasta aprendiéramos a decir una cosa y significar otra, como dicen que pasa con la ironía (bueno, dicen los que saben, porque los que no saben, no dicen nada o se dedican a escribir artículos como éste de Millás).


El problema, claro, es cuando por querer hacernos pasar por iluminados, hacemos tabla rasa, nomás de puritita ignorancia, y confundimos los esfuerzos por establecer un orden lingüístico internacional con las fusiones bancarias y la globalización autoritaria. Eso sí que no se vale, o como dicen por mi colonia, ¡qué poca madre de este cabrón de querer echarle mierda a un trabajo tan desinteresado como es el esperantista!

11 junio, 2004

La legislación del gol

Anoche estaba viendo el programa de Aristegui cuando Solórzano anunció que los Pumas le iban ganando a las Chivas por un gol. Nunca me ha interesado gran cosa el futbol, ni he sido sectario de ningún equipo, pero la noticia me dio gusto pues, como cliente de Banamex, siento un poco la obligación moral de apoyar a la oncena patrocinada por mi banco.



Sin embargo, hoy me desayuno con la noticia de que a las Chivas les habían regalado un gol, en forma de un penal marcado por el árbitro, por lo que el marcador quedó empatado a uno. ¿Cómo es posible? Ya dije que soy bastante ignorante en materia futbolera, pero, ¿no hay en este ámbito una autoridad, equivalente al Tribunal Federal Electoral, que revoque un gol amañado? Si fue posible revocar el triunfo del candidato panista a la alcaldía de Mérida por las irregularidades cometidas, ¿no se puede anular un gol cometido gracias a un penal que todo mundo sabe que estuvo mal marcado? Aun más, así como se multa a los partidos con enormes sumas por violar las reglas del juego electoral, ¿no habría que castigar a ese árbitro infiel por haberse desviado de las reglas?


Si en México el futbol es más importante que la política (cualquiera puede recitar la alineación de su equipo favorito, pero nadie conoce el nombre del diputado de su distrito), ¿por qué no se legisla también en esta materia? El triunfo robado a los Pumas podría desatar una crisis civil más catastrófica que todos los videos de Charly Ahumada (incluso aquellos que "no son videos, sino DVD", como quiso explicar el procurador que, por lo visto, no sabe muy bien a qué se refiere la V de DVD). ¿Se imaginan lo que podría ocurrir si todos los clientes de Banamex y los consumidores de Pepsi (el otro patrocinador de Pumas) se levantaran para defender el triunfo de su equipo?

10 junio, 2004

Loores al nuevo santo patrono de la guerra



Aureola y alas le salieron a Ronald Reagan al momento de su muerte. Lee uno periódicos, escucha la radio o mira la televisión y, desmemoriada como es la gente, acaba creyéndose el cuento de que el carcamal californiano acabó él solito con la Unión Soviética, ganó la guerra fría sin disparar una sola bala y llevó a su país a una era dorada de todo honor y toda gloria. Sólo me falta oír que, una vez derrotado el comunismo, ahora su espíritu seguirá dirigiendo desde el más allá la guerra contra el terrorismo, el coco con el que pretenden asustarnos en este tercer milenio.


Los turiferarios de ahora olvidan, por supuesto, las metidas de pata, los desatinos y las francas estupideces cometidas por el hoy occiso. No hablemos de cosas simples, como en aquella ocasión en que, en la conmemoración del XL aniversario del fin de la segunda guerra mundial, Ronnie el Despistado visitó un cementerio en Francia donde reposaban los restos de las tropas de asalto nazis, pensando que se trataba de combatientes de la resistencia francesa. Y podemos considerar como un simple chiste aquella ocasión en que, sin saber que el micrófono estaba encendido, aseguró que había ordenado la invasión contra la Unión Soviética. Esto incluso lo podríamos cargar a la cuenta de los primeros síntomas del Alzheimer que finalmente lo llevaría a la tumba.


Pero no podemos pasar por alto la invasión de Granada, la ayuda a los contras nicaragüenses, la vergonzosa venta de armas a Irán a través de Israel, el escandaloso aumento del déficit público y la descarada ayuda fiscal que proporcionó al sector más acaudalado de su país, lo que permitió el ensanchamiento de la brecha entre los poderosos y los desposeídos. Tampoco podemos olvidar la revolución conservadora que puso en marcha y que colocó en los más altos círculos del poder a los peores representantes de la derecha cristiana, sector que no dejó de pesar en la conducción del país ni siquiera en los años de Bill Clinton.


No, la Unión Soviética no cayó gracias a Reagan. Se desmoronó debido a sus propias contradicciones internas, a la inviabilidad económica de la planeación centralizada, a su imposibilidad de satisfacer a sus ciudadanos en la vida cotidiana (muy poca gente tiene la madera de apóstol necesaria para soportar estrecheces en aras de un futuro que nunca llega). Se habla del fin de la guerra fría y se olvida del papel clave desempeñado por Mijaíl Gorbachov, responsable en la práctica de permitir las elecciones en Polonia que llevaron al poder a Solidaridad (cuando sus antecesores, desde Stalin hasta Brezhnev, reprimieron a sangre y fuego toda aspiración independentista, en especial en Hungría y en Checoslovaquia), de acceder sin más demandas que compensaciones financieras a la reunificación de Alemania (para costear la reubicación de las tropas soviéticas estacionadas en la Alemania del este. Se olvida el papel de Hungría, que permitió el libre paso de los alemanes hacia Austria a través de sus fronteras, de las que de plano retiró todo control. Y no es que se olvide, pero ahora con la muerte de Reagan parece haber pasado a segundo plano, el papel del papa Juan Pablo II y su decisivo apoyo a la iglesia católica de su país, su intervención ante el presidente Wojciek Jaruselski para que éste permitiera las elecciones libres que pondrían fin, éstas sí, sin violencia, al dominio comunista en Polonia, lo cual tendría un efecto de dominó que se extendería por todos los países que formaban el Pacto de Varsovia.


En fin, parece de mal gusto hablar mal de un muerto cuando sus restos ni siquiera han sido entregados al descanso de la tierra (estos días los han llevado de paseo por todo su país y los entierran hasta mañana viernes). Pero también irrita la necrofilia de sus herederos, que quieren aprovechar la ocasión para llevar agua al molino electoral. Si Dobleú es hijo espiritual de Reagan, mientras más meritos le atribuyan a este nuevo santo en el martirologio gringo, más posibilidades tendrá el nefasto junior de revertir las tendencias del voto, puestas en su contra a consecuencia de sus desastrosas políticas.

04 junio, 2004

El sacrificio del chivo


En la tradición hebrea, en la fiesta del Yom Kippur (día de la expiación) todos los pecados y males del pueblo se cargaban simbólicamente en un chivo, el cual después se soltaba para que huyera al desierto, con lo que las personas quedaban libres de sus pecados. Había otra modalidad que consistía en despeñar al pobre chivo. En francés, la expresión es bouc emisaire (chivo emisario), pues el nombre que se le da en hebreo al chivo es azazel, que precisamente significa emisario o enviado, con la idea de que es enviado ante alguna fuerza superior, capaz de borrar los pecados. En inglés el término es scapegoat (chivo que escapa), el cual refleja la misma idea: cargar con los pecados ajenos.


De esta tradición nos llegó la expresión chivo expiatorio, es decir, la persona, quizá inocente, a la cual se cargan las culpas de otras, que suelen ser sus superiores. Como puede verse, esta noción es muy útil, no sólo en el mundo de la política, sino en todos los ámbitos: desde la administración de empresas privadas hasta los altos mandos de las fuerzas armadas, siempre que hay un error, una falta o cualquier desaguisado, lo primero que se hace, aún antes de buscar soluciones al problema, es tratar de encontrar a un chivo expiatorio.



Así nos encontramos con la renuncia de George Tennet a la dirección de la CIA. Podemos imaginarlo escapando al desierto del desempleo, llevando consigo todas las culpas de la agencia, todos los errores cometidos por la agencia y que han metido a Estados Unidos en un berenjenal llamado Irak. Desde la falta de previsión de los ataques del 11 de septiembre de 2001 hasta el pronóstico fallido de que se encontrarían armas de destrucción masiva en el país mesopotámico —y que en la práctica justificó su invasión—, la salida de Tennet en vísperas del viaje de George W. Bush a Europa tiene el objetivo de lavar la desacreditada imagen de Dobleú ante los dirigentes europeos. Así, él se puede presentar limpio de culpa, con todos sus pecados expiados gracias al sacrificio de un chivito bien cebado por la prensa.


Pero esta jugada es doble. De hecho, está apuntada principalmente al mercado interno, más que al externo. El descrédito de Dobleú ante su propio pueblo es tal que las encuestas lo dan como perdedor en las elecciones de noviembre. Ya que el proyecto de los Bush es a largo plazo (el verdadero negocio de la "reconstrucción" de Irak apenas está por empezar, pero si pierde su alojamiento en la Casa Blanca quedaría fuera de una jugada cuidadosamente planeada desde hace años), él necesita desesperadamente mantenerse en la presidencia para cosechar sus frutos. Maldita la gracia que le haría ver a Kerry repartir el pastel irakí, después de todo lo que pasó por elaborarlo.