A Javier Sicilia se le podrá acusar de
muchas cosas, pero nunca de tener sentido del “timing” político. Este domingo
12 de agosto lanzó una caravana que durante un mes recorrerá 25 ciudades de Estados
Unidos con el fin de sensibilizar a la opinión pública estadounidense sobre la violencia
en México. Ya que las armas con que se practica esa violencia provienen del
norte, pues lo lógico era llevar ahí el movimiento de concientización, ¿no
creen?
En serio, ése es su razonamiento. Un
centenar de turistas mexicanos, apoltronados en autobuses durante treinta días,
logrará lo que ningún movimiento autóctono ha podido hacer desde que se tiene
conciencia de la peligrosidad de las armas: derrotar a la poderosa Asociación Nacional
del Rifle e imponer controles estrictos a la venta y posesión de armas de
fuego.
¿Qué decíamos del “timing”? Ah, sí. Es difícil
entender por qué eligió precisamente este momento para irse a turistear a Estados
Unidos a cargo de los donantes de su Movimiento por la Paz con Justicia y
Dignidad. De hecho, no podría haber elegido peor momento. En Estados Unidos únicamente
va a importunar al de por sí acosado Barack Obama, que se esfuerza por retener
la presidencia, no ante su rival republicano, un Mitt Romney que no despierta
el entusiasmo de nadie, sino ante su propia imposibilidad de enderezar la economía
de su país, único parámetro por el que lo van a juzgar los electores a la hora
de las urnas.
Nadie en su sano juicio se enfrentaría a
los poderosos grupos de presión que defienden el derecho de poseer y portar
armas en plena campaña electoral. ¿Impugnar un derecho que para algunos les fue
concedido por el mismísimo Dios? No, gracias. Obama prefirió apoyar el
matrimonio homosexual antes que echarse en contra a los rifleros. Suponer que
Obama va a actuar bajo la presión de un puñado de activistas extranjeros no es
pecar de optimismo sino de estupidez.
¿Y en México? En México el momento es de
defender la democracia ante la (al parecer) inevitable imposición que se nos
quiere hacer, con un presidente más espurio de lo que fue el mismo Felipe
calderón (y eso ya es decir). Quejarse de que los gringos les anden vendiendo
armas a los narcos en estos momentos está tan fuera de lugar que podría
interpretarse como una estrategia de distracción.
En fin, quizá esa caravana y este blog cumplan
con el mismo propósito: no van a cambiar en nada las cosas, pero al menos
sirven de desahogo.