Queriendo hacer gala de su erudición histórica, el papa Benedicto XVI incurrió en la ira del mundo musulmán al citar durante su viaje a Alemania las palabras del emperador bizantino Manuel II Paleologo (1350-1425). Éste, en un debate con un académico persa, afirmó: "Muéstrame qué de nuevo haya aportado Mahoma, y sólo encontrarás cosas malas e inhumanas, como su instrucción de difundir por la espada la fe que predicaba."
Pero toda su erudición no le alcanzó a Benedicto XVI para: a) Dejar bien claro que eran palabras pronunciadas hace seis siglos, no suyas; b) Comprender que no venía al caso esa cita cuando estaba hablando del tema de la trascendencia; c) Darse cuenta de que los prejuicios de un emperador bizantino que vio su imperio mermado a costa del avance del islam ya no tienen ninguna conexión con el mundo actual; d) Tener la sensibilidad necesaria para darse cuenta de que insistir en la relación del islam con la violencia equivale a remover un nido de avispas.
Le ha llovido fuerte en su milpita al papa a raíz de estas desafortunadas palabras. Para empezar, ya está en entredicho el viaje que tenía programado para noviembre a Turquía, cuyo primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, exigió firmemente que el pontífice se retractara de sus palabras y ofreciera disculpas al mundo islámico. El presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, condenó la "siniestra tendencia de asociar al terrorismo con el islam, lo que genera una peligrosa separación entre Occidente y el mundo del islam". Y también el primer ministro palestino, Ismail Haniyeh, exhortó al jefe de la iglesia católica a cesar sus "ataques al islam".
Hay que reconocer que desde que era conocido como Joseph Ratzinger, Benedicto XVI nunca se inclinó mucho por el ecumenismo ni por la convivencia de las religiones. En 2000, su documento Dominus Iesus, en el que reitera el dogma católico de que la salvación sólo se alcanza a través de la iglesia católica, apostólica y romana, causó gran consternación en un mundo que esperaba que el tercer milenio sería de apertura y diálogo. Y, a diferencia de Juan Pablo II, que participó en las jornadas de oración ecuménica organizadas por la comunidad de Saint'Egidio, en Asís, Italia, Benedicto XVI simplemente ha decidido ignorar ese esfuerzo de diálogo interreligioso.
Ecumenismo en Asís
En la mentalidad de Ratzinger, todo acercamiento a otras religiones lleva implícito el peligro del sincretismo. Y cualquier signo de apertura es tachado de relativismo, ese concepto que, a ojos del papa, le permite al hombre moderno confeccionarse una religión "a la carta", para la cual selecciona lo que más le place de todas las confesiones existentes. Pese a que en los evangelios leemos que "hay muchas moradas en la casa del Padre", por lo visto Benedicto XVI sigue atrincherado en una fe tan débil que no resiste el contacto con las demás.
Actualización del 18 de septiembre
En protesta por la perniciosa identificación de la violencia con el islam, en Mogadiscio, actualmente bajo control de los Tribunales Islámicos, este domingo fue asesinada una monja católica que trabajaba en un hospital. Poco antes, un funcionario religioso había exhortado a los musulmanes a "vengar" el honor de su fe, ultrajado por las palabras del papa Benedicto XVI.
...porque la vida no es un experimento, sino una experiencia.
17 septiembre, 2006
07 septiembre, 2006
El acorralamiento del Peje
Al igual que Carlos Salinas, otro presidente notoriamente espurio, Felipe Calderón está pidiendo la oportunidad de convencer con sus actos a quienes no votaron por él. En cierta forma, además de ser un llamado a la distensión, este exhorto constituye un reconocimiento implícito de que llegó en forma irregular a la condición de presidente electo. Pues aunque suena bonita, esta fórmula en realidad es la que se aplica durante la campaña electoral, no después. Es antes de las elecciones cuando los candidatos nos piden esa oportunidad, no después de haberse montado en la silla presidencial descendiendo desde un helicóptero para escapar de las protestas del pueblo que supuestamente quieren gobernar.
¿Por qué sonríe Felipillo?
No las tiene todas consigo el chaparrito. Si la frase "sacarse la rifa del tigre" tiene algún sentido, éste es precisamente la situación a la que va a enfrentarse el presidente de la derecha. Tendrá que escarbarse algo más que las narices para encontrar la solución a las profundas divisiones causadas por su imposición. No hay sólo una división geográfica (supuestamente un norte de derecha y un sur de izquierda, configuración que nos remite a los referentes de la guerra fría, cuando los países se partían entre esos dos extremos, Alemania, Vietnam, Corea, por recordar los más representativos); ahora las divisiones recorren todo el tejido social y amenazan con enfrentar a las familias mismas, unidad básica de la sociedad.
En efecto, la división ya no es geográfica. Ahora, tras la campaña de odio y azuzamiento de miedos que impulsó el candidato de la derecha, el país está dividido entre la gente bien y los nacos. Así, la gente bien votó por Calderón y observa agradecida el apoyo que le expresara ayer George W. Bush a la democracia mexicana. Los nacos votaron por López Obrador y se encuentran acampando en Reforma y el Zócalo.
En fin, López Obrador tampoco está en un lecho de rosas. Acorralado en su propio discurso ultrancista, no le queda más remedio que mantener su postura radical e incluso radicalizarla aun más para no perder su base de apoyo. Para quienes asisten a las asambleas informativas y acampan en Reforma, el resultado de sus esfuerzos no puede ser otro que el acceso de López Obrador a la presidencia.
¿Están engañados? Al parecer sí: el proceso electoral termina formalmente con la proclamación del presidente electo, cosa que recayó en la personita de Calderón. Pretender su renuncia o cualquier otra subversión de las instituciones es regresar a la proclama de las montañas del 1° de enero de 1994, en la que el subcomandante Marcos exigía la dimisión del gobierno federal.
A López Obrador no le ha quedado más remedio que inventar nuevas formas de movilización, conforme se van agotando las tradicionales. Después del plantón, ya tenemos su convocatoria a una convención nacional democrática, a la que quiere heredera de la convención de Aguascalientes con la que, durante la revolución, se trató de reconciliar a los diferentes bandos en pugna. La situación actual, ¡ay!, es mucho más compleja que la de entonces. No estamos viviendo un movimiento armado y hasta ahora nadie ha hablado de eso, afortunadamente que pudiera resolverse mediante un acuerdo político, por mucha espíritu de concordia que lo anime.
La situación actual es de crisis política provocada no sólo por el desgarramiento de la sociedad, sino por su enfrentamiento. López Obrador ha quemado sus cartuchos en movilizaciones estériles, en lugar de dirigirlos a consolidar la fuerza de su partido y a imponer sus temas en el programa de gobierno del próximo sexenio. La fuerza de su medio punto de diferencia con el candidato ganador se lo habría permitido. Pero en estos dos meses de protestas aspaventosas, ha despilfarrado buena parte de su apoyo y ahora sólo cuenta con el ala dura. Basta ver los deslindes que se han producido, por ejemplo, entre los diputados perredistas y el mismo gobernador electo de Chiapas, que han pintado su raya con respecto de la postura radical del Peje.
Quizá el destino que le espere a AMLO sea la triste condición a la que se ha visto reducido el subcomediante Marcos: un molesto moscardón que de tanto en tanto lanza proclamas incendiarias, sin encontrar mayor eco en una sociedad entre desencantada y harta, deseosa de encarrilarse en la normalidad institucional, por muy viciada que éste pueda estar.
¿Por qué sonríe Felipillo?
No las tiene todas consigo el chaparrito. Si la frase "sacarse la rifa del tigre" tiene algún sentido, éste es precisamente la situación a la que va a enfrentarse el presidente de la derecha. Tendrá que escarbarse algo más que las narices para encontrar la solución a las profundas divisiones causadas por su imposición. No hay sólo una división geográfica (supuestamente un norte de derecha y un sur de izquierda, configuración que nos remite a los referentes de la guerra fría, cuando los países se partían entre esos dos extremos, Alemania, Vietnam, Corea, por recordar los más representativos); ahora las divisiones recorren todo el tejido social y amenazan con enfrentar a las familias mismas, unidad básica de la sociedad.
En efecto, la división ya no es geográfica. Ahora, tras la campaña de odio y azuzamiento de miedos que impulsó el candidato de la derecha, el país está dividido entre la gente bien y los nacos. Así, la gente bien votó por Calderón y observa agradecida el apoyo que le expresara ayer George W. Bush a la democracia mexicana. Los nacos votaron por López Obrador y se encuentran acampando en Reforma y el Zócalo.
En fin, López Obrador tampoco está en un lecho de rosas. Acorralado en su propio discurso ultrancista, no le queda más remedio que mantener su postura radical e incluso radicalizarla aun más para no perder su base de apoyo. Para quienes asisten a las asambleas informativas y acampan en Reforma, el resultado de sus esfuerzos no puede ser otro que el acceso de López Obrador a la presidencia.
¿Están engañados? Al parecer sí: el proceso electoral termina formalmente con la proclamación del presidente electo, cosa que recayó en la personita de Calderón. Pretender su renuncia o cualquier otra subversión de las instituciones es regresar a la proclama de las montañas del 1° de enero de 1994, en la que el subcomandante Marcos exigía la dimisión del gobierno federal.
A López Obrador no le ha quedado más remedio que inventar nuevas formas de movilización, conforme se van agotando las tradicionales. Después del plantón, ya tenemos su convocatoria a una convención nacional democrática, a la que quiere heredera de la convención de Aguascalientes con la que, durante la revolución, se trató de reconciliar a los diferentes bandos en pugna. La situación actual, ¡ay!, es mucho más compleja que la de entonces. No estamos viviendo un movimiento armado y hasta ahora nadie ha hablado de eso, afortunadamente que pudiera resolverse mediante un acuerdo político, por mucha espíritu de concordia que lo anime.
La situación actual es de crisis política provocada no sólo por el desgarramiento de la sociedad, sino por su enfrentamiento. López Obrador ha quemado sus cartuchos en movilizaciones estériles, en lugar de dirigirlos a consolidar la fuerza de su partido y a imponer sus temas en el programa de gobierno del próximo sexenio. La fuerza de su medio punto de diferencia con el candidato ganador se lo habría permitido. Pero en estos dos meses de protestas aspaventosas, ha despilfarrado buena parte de su apoyo y ahora sólo cuenta con el ala dura. Basta ver los deslindes que se han producido, por ejemplo, entre los diputados perredistas y el mismo gobernador electo de Chiapas, que han pintado su raya con respecto de la postura radical del Peje.
Quizá el destino que le espere a AMLO sea la triste condición a la que se ha visto reducido el subcomediante Marcos: un molesto moscardón que de tanto en tanto lanza proclamas incendiarias, sin encontrar mayor eco en una sociedad entre desencantada y harta, deseosa de encarrilarse en la normalidad institucional, por muy viciada que éste pueda estar.
04 septiembre, 2006
Fracaso agrícola en Afganistán
A pesar de haber tenido un aumento de 59% en la superficie cultivada, los productores afganos de opio sólo lograron incrementar su producción en 49%, lo cual es prueba de su ineficiencia. Ojalá que los nuevos amos del país, con el padrinazgo de Washington, puedan elevar la productividad de esos atrasados cultivadores.
Con todo, es de mencionarse que, después de la etapa de obscurantismo que representó el régimen de los talibanes que se dedicaron a destruir plantíos y a privar a los honrados campesinos de su medio de subsistencia, durante la cual la producción de opio se redujo casi a niveles de subsistencia, ahora Afganistán puede jactarse de satisfacer el 92% de la demanda mundial de esta droga. ¡Felicidades, chicos!
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