Resulta lastimero ver a Ivanka Trump tratar de insertarse en la
conversación entre Theresa May, la primera ministra británica, Emmanuel Macron,
el presidente francés, Justin Trudeau, primer ministro canadiense, y Christine
Lagarde, la directora del FMI, en el marco del Grupo de los Veinte, en Japón.
No es por subestimar el oficio de vender mercancía producida en
China con trabajo esclavo, pero por algo para ser diplomático hay que estudiar
una carrera especializada y tener una visión muy amplia de los problemas
globales. Pero Ivankita apenas puede articular palabra, como se aprecia en un video presuntamente difundido por el gobierno francés. Es
claro que no es lo mismo ser la hija del jefe en Estados Unidos, donde todo
mundo la adula con zalamería, que una advenediza ignorante tratando de sentarse
en la mesa de los grandes.
La situación es tan embarazosa que no puede uno dejar de sentir
pena por ella, pese a que lo único que se merecería es que algún guarda la
sacara sin más ceremonia del recinto donde están reunidos los líderes
mundiales.
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