Así nos enteramos de la existencia de avatares, término tomado del sánscrito avâtara y que significa la encarnación de un dios. Para los miembros, y sobre todo para los beneficiarios de estos movimientos, avatares fueron Krishna, Moisés y Jesús, respectivamente de las eras de Tauro, Aries y Piscis. Ahora bien, si hay consenso en los avatares de las eras anteriores, en nuestros tiempos se libra una sorda pero encarnizada lucha por la titularidad del cargo de mesías de la era de Acuario.
Uno de los contendientes más singulares es el colombiano Víctor Manuel Gómez quien con el paso del tiempo se hizo llamar Samael Aun Weor para presentarse como el avatar de la era de Acuario, "encargado por la Logia Blanca de abrir públicamente las puertas del Templo de la Sabiduría a la humanidad que sufre".
Quien se acerque sin el menor asomo de cinismo y burla a las numerosas páginas dedicadas a la gloria de este personaje, es decir, quien sinceramente quiera informarse acerca del movimiento gnóstico establecido por Aun Weor, difícilmente podrá contener por lo menos una ligera sonrisa de burla ante las pretensiones espiritualoides de este señor, que lo mismo habla del “pranayama egipcio” que compara al hombre con el toro para justificar una moral sexual perfectamente victoriana.
El sujeto en cuestión es el sueño de todo bloguero: no hay ni que comentar sus palabras, basta con reproducirlas para arrancarle una sonrisa al respetable público que nos honra con su presencia. Por ejemplo: "Samael Aun Weor es el nombre del Arcángel, regente del planeta Marte, y que se logró encarnar en un vehículo físico con el nombre de Víctor Manuel Gómez." En una sola frase tenemos (1) ángeles, (2) astrología y (3) reencarnación en su modalidad espiritista. ¿Quién puede contener la risa ante semejante batiburrillo de ideas?
Pero por lo visto poco le parece la pretensión de ser un arcángel encarnado y después engalana su biografía con los personajes en que encarnó en sus vidas anteriores. Amable lector, distinguida lectora, lo que sigue no es recomendable para espíritus tiernos o impresionables; asimismo, si usted trae marcapasos, le aconsejamos deje de leer en este momento, pues las revelaciones que estamos a punto de hacer pueden afectarlo.
Víctor Manuel Gómez pretende haber sido en sus vidas anteriores ni más ni menos que:
- Hierofante Instructor y asesor directo del faraón en la época en que se construyó la Pirámide de Kefrén.
- Reencarnó varias veces en los tiempos de la antigua China, en una de esas tantas se llamó Chou-li.
- Una vez estuvo reencarnado en el misterioso Tíbet, fue un lama tibetano y como tal, aún pertenece a la Orden Sagrada del Tíbet.
- En otra de sus vidas fue Julio César, general, historiador y dictador romano. Vivió en Roma entre el 101-144 a.c. y fue una de las figuras más importantes de la historia.
- En otra de sus vidas, fue un caballero en la Edad Media educado en el arte de las armas para defender a los débiles de la opresión de los señores feudales.
- Fue amigo personal del Maestro y Conde Cagliostro, en la época en que María Antonieta era Reina de Francia.
- Luchó como militar al lado del Emperador Alejandro Magno.
- Reencarnado como Tomás de Kempis, escribió su inmortal obra “Imitación del Cristo”.
- En España fue el Marqués Juan Conrado, tercer gran señor de la Provincia de Granada.
- Formó parte de la revolución mejicana y allí fue el Mayor Daniel Coronado, uno de los treinta dorados de Pancho Villa.
No vamos a discutir la errata en la fecha de muerte de Julio César (que fue en 44 a.C.) ni la jota con la que escriben “mexicana” (mucho menos las mayúsculas arrojadas sin ton ni son). No son nada en medio de ese inventario de personalidades que se labró el señor Gómez para adornar su currículum prenatal. He de confesar que en mi ya dilatado contacto con las ideas reencarnacionistas, nunca me había topado con nadie que dijera haber encarnado en tantas y tan variadas personalidades de la historia. En una ocasión, una persona que pretendía “adivinar” las vidas pasadas, me aseguró que yo había sido camellero árabe, escriba chino y esclavo en una plantación de caña del Caribe: pura gente común cuyo nombre no llegó a quedar en los anales. En efecto, si hacemos cuentas veremos que es imposible que los cinco mil millones de terrícolas que pueblan el globo hayan sido grandes personajes de la historia.
Claro, ya puestos a hacer cuentas --y volviendo a nuestro tema del principio, el de la nueva era en la que estamos-- veríamos que muchas cosas no “cuadran”. Aun dentro del marco teórico de la astrología, es imposible definir el momento en que se inician las eras (cuya pertinencia, por lo demás, también estaría a juicio).
Uno de los mayores peligros del pensamiento mágico en el que se basan estos movimientos es precisamente ése: el discípulo acepta una idea (por ejemplo, la de las eras) y acaba reverenciando a un fulano que se dice la reencarnación de Julio César y Tomás de Kempis. A falta de razonamiento crítico, en ocasiones simplemente por falta de información, la persona va comulgando con ruedas de molino cada vez más grandes.
Al encontrarnos con estos grupos, pues, lo más conveniente es analizar su piedra angular, su pretensión básica. ¿Los gnósticos de Samael dicen que éste es el mesías de la nueva era? ¿Ése es el punto de partida de sus enseñanzas? Pues, con la pena, pero por muy bonito que predique el señor, su punto de partida es una vacilada en la que no puede creer ninguna persona sensata. ¿Mesías a mí?