Allá en 1975, cuando el dedazo priista favoreció al secretario de Hacienda José López Portillo para suceder a su amigo Luis Echeverría en la presidencia, el todavía desconocido Jolopo se encontraba separado de su esposa, Carmen Romano. Las buenas conciencias del régimen, empero, maniobraron para que la pareja se reconciliara, al menos mientras duraba el sexenio en el que el más frívolo de los presidentes iría a hundir aun más al país. Para la tartufa moralidad “revolucionaria”, era impensable que un divorciado llegara a instalarse en Los Pinos. En cuanto salió de ahí, seis años después, José y Carmen se divorciaron. No cabe aquí comentar la vida privada de nuestros prohombres públicos, pero el escándalo de su relación con la ex fichera Sasha Montenegro rebasó los límites de las columnas de chismes y llegó a las de policía, sobre todo cuando los hijos del ex presidente refutaron el testamento.
No sabemos cómo estuvo el caso de Carlos Salinas, pero el hecho fue que, no bien dejó la presidencia en manos de su amigo Ernesto Zedillo, también se separó y divorció de su esposa Cecilia. Lo demás es historia: acosado por los fantasmas de Colosio y Ruiz Massieu (no sabemos si también por el narcoprelado Posadas), el aborrecido ex presidente buscó refugio en Dublín y consuelo en Ana Paula Gerard, su segunda esposa.
Con Fox, México vivió una doble primicia en la presidencia: no sólo llegaba alguien ajeno al PRI sino, además, ¡un divorciado! Y panista además. Y mocho de remate. ¿Cómo es eso? Sólo se explica por la naturaleza paradójica de la idiosincracia mexicana: un partido laico y “revolucionario” como el PRI evita a toda costa el divorcio en la cúpula del poder, mientras que los chupacirios del PAN no tienen empacho en colocar en ella a alguien que violó la doctrina de la Iglesia.
Todo esto viene a cuento por lo que constituye la nota del día: el divorcio de los Sarkozy, la pareja presidencial de Francia que hoy anunció el inicio de su proceso de divorcio. Cécilia conoció a Nicolas en 1984, cuando éste era alcalde de Neuilly-sur-Seine y celebró su matrimonio con el animador de televisión Jacques Martin. Con éste, Cécilia tendría dos hijas en los breves cinco años que duró la pareja. Se casaría con Nicolas en 1996, también tras el divorcio de éste.
Al parecer por una infidelidad del marido (con una reportera), la pareja se separó en 2005, pero se reconcilió al año siguiente, justo a tiempo para que Nicolas iniciara la campaña que lo llevaría a la presidencia francesa. ¿Una reconciliación estilo priista? Hasta ahí no llegan nuestros informantes. Lo que sí es sabido es que Cécilia le cobró la infidelidad a su esposo: durante la separación, ella anduvo saliendo con Richard Attias, publicista a quien conoció pues fue el que organizó el acto con que Nicolas celebró haber sido designado presidente de su partido, la Unión por un Movimiento Popular.
Pero también hubo otros indicios de que Cécilia no estaba muy conforme: en la segunda vuelta electoral, de la que su esposo salió triunfador ante la socialista Ségolène Royal, ella simplemente se abstuvo de votar. En la reunión del grupo de los Ocho en Alemania, ella abrevió su estancia, pretextando el cumpleaños de su hija. Y también con el pretexto de una gripe, Cécilia estuvo ausente de Kennebunkport, Estados Unidos, donde su marido pasó unos días de vacaciones con el matrimonio Bush.
Los rumores de su separación corrían desde hace varias semanas, pero apenas este jueves fueron confirmados de manera oficial (y en extremo escueta: en un comunicado de quince palabras) por el Elíseo. Ésta es buena ocasión de recordar las palabras del filósofo Marcel Gauchet: “En las democracias igualitarias, el poder es de una pareja, aunque sólo se elija a una persona.” ¿Verdad que sí, Martita?
1 comentario:
¿Jolopo el presidente más frívolo? Se me hace que te andas equivocando por unos 24 añitos... por cierto, ¿qué anda haciendo don Carlos (a) "el chupacabras" ahora? Ya no supe de él después de la tan-anticipada-y-anunciada-pero-al-final-cancelada conferencia en el Colmex...
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