19 octubre, 2007

Nuestro poeta caníbal

Como suele sucederme en mi molino, me enteré del caso del poeta caníbal sólo cuando el interfecto ya estaba detectado, perseguido, detenido y convaleciendo en un hospital, no sé si por la megatranquiza que le han de haber arrimado los agentes de la ley, por la indigestión causada por andar comiendo carne humana cocinada con limón, o por algún padecimiento que ya trajera el angelito.

Como consumidor frecuente de programas policíacos en televisión, sobre todo los que tratan de asesinos seriales (Dexter*, Criminal Minds, Messiah), tenía la errada convicción de que ese fenómeno constituía una exclusiva de las sociedades desarrolladas: nuestros criminales región 4 apenas tienen los recursos de matar a una persona, especialmente para robar; asesinar en serie, es decir, siguiendo el mismo modus operandi y con una motivación obsesiva y enfermiza, es un lujo, creía yo, reservado para aquellos desquiciados que, con la vida material resuelta, no tienen más quehacer que andar asesinando al prójimo.

Pero no, por lo visto. En plena colonia Guerrero fueron a encontrar a nuestro caníbal, con todas las ínfulas del asesino en serie, foto de Hannibal Lecter incluida. Hasta donde llegan mis informantes, se le atribuyen dos muertes y se le sospechan varias más, hasta en número de seis o siete. ¿Será éste un indicio de que la sociedad mexicana está avanzando?



* No me refiero, por supuesto, al Laboratorio de Dexter, sino a la serie protagonizada por Michael C. Hall.

1 comentario:

Darth Tater dijo...

Pues me da tristeza porque este poeta (que qué mal escribía, por cierto!!!) le está quitando reflectores la Mataviejitas...