29 octubre, 2004

Castro después del bloqueo

Ahora que las Naciones Unidas le están pidiendo a Estados Unidos que levante el bloqueo que tiene decretado contra Cuba desde hace varios decenios, la gente repite como papagayo la palabra embargo, calcando de ese modo el término que se usa en inglés y que, a pesar de estar tomado del español, tiene un sentido diferente.


En efecto, según nos informa la Real Academia, en español, embargo se refiere a la prohibición del comercio y transporte de armas u otros efectos útiles para la guerra, decretada por un gobierno, así como a la retención, traba o secuestro de bienes por mandamiento de juez o autoridad competente. Ninguno de estos sentidos se refiere al criminal bloqueo que le ha servido a Fidel Castro de pretexto para perpetuarse en el poder.


Todos los problemas de Cuba se deben al bloqueo, según nos quiere hacer creer el anciano revolucionario. No hay incompetencia, no hay autoritarismo, mucho menos corrupción. Simplemente existe la prohibición decretada por Washington de comerciar con la isla. Existe también una ley que quiere sancionar incluso a las empresas extranjeras que comercien con la isla. O sea que en la ingenua lógica de los legisladores estadounidenses, ellos tienen la facultad de sancionar a, digamos, una empresa francesa que tiene tratos comerciales con Cuba. La extraterritorialidad en su apogeo. Claro, esta ley —cuyo nombre oficial es algo así como ley para la democracia en Cuba, aunque más bien se le conoce con el nombre de sus patrocinadores, los senadores Helms y Burton— es letra muerta y, que sepamos, ninguna empresa ha sido sancionada hasta ahora.


¿Qué pasará después del bloqueo? Es decir, ¿qué hará Castro si las Naciones Unidas lograran obligar a Estados Unidos a suspenderlo? Lo primero que tendría que hacer sería encontrar un agujero profundo para esconderse, pues una vez eliminado el único pretexto que tiene para pedirle a su pueblo que siga llevando una vida de sacrificios, los cubanos de seguro se unirían para pedir su cabeza. Bien rasurada, claro.


Pero el otoñal patriarca caribeño puede dormir tranquilo. Es muy improbable que la ONU logre que se levante el bloqueo. ¿Tomaría George W. Bush esa medida? No podemos imaginar a este rabioso republicano echándose en contra al poderoso grupo de presión cubano. Y ni siquiera al demócrata John F. Kerry, pues recordemos que fue precisamente Bill Clinton quien dispuso que la decisión de levantar o mantener el bloqueo quedara a criterio del congreso. Así que ahora la Casa Blanca puede lavarse las manos y echarle la bolita al Capitolio.


Lo que extraña, no obstante, es que tanto la gusanera de Miami y Nueva Jersey, como los legisladores que están en su nómina en Washington, así como el grueso del mundo político estadounidense, no vean lo que es evidente: Castro está apuntalado en el bloqueo. El bloqueo (como sucedió en Irak, como sucedió en Yugoslavia) sirve sólo para castigar a la población y para recompensar a la élite en el poder que se forra los bolsillos mediante corruptelas y contrabandos, que encuentra en él un arma retórica para justificar su autoritarismo y el chivo expiatorio de todos sus fracasos en la administración pública.


1 comentario:

JC Cortes dijo...

Opinión sobre Castro en mi blog
http://cargamento.blogspot.com/2004/10/cuando-los-hombres-se-vuelven-dioses.html


Cuando los hombres se vuelven dioses

La necesidad del hombre por creer los ha hecho, desde el origen del tiempo, convertir a los hombres en dioses, atribuir poderes a las cosas y ver influencia de los astros en la vida cotidiana.

A raíz de eso, han nacido los grandes sistemas de gobierno autoritarios, los dictadores y los gobernantes encumbrados que por su propio peso caen rebasados por el tiempo.

Fidel Castro Ruz está, desde hace años, en un proceso de debacle sin retorno, su intención de perpetuarse como Cid Campeador frente a un país acosado le ha dado resultados ambiguos. Cuba es sin duda un ejemplo como país, pero su gobierno lo ha hecho avanzar más lento que cualquier otro.