Más que un estado de ánimo, como podrían apresurarse a sentenciar los novatos en este proceso, bloguear es un estado mental. Entro en modo de blog cuando empiezo a tomar notas mentales de lo que quisiera comentar aquí: redacto, corrijo, borro, agrego y cambio bloques de texto, todo mentalmente, como si estuviera sentado frente a la computadora. En ocasiones, el estado es tan profundo que quedo convencido de que, efectivamente, ya publiqué mis notas. Con asombro descubro días después de que el último asiento tiene más de una semana. ¿En que parte de mi RAM neuronal se pierden tantos apuntes?
Y hoy me doy cuenta de que llevo exactamente un año tratando de descifrarme a mí mismo las obscuridades de mi mente, de poner en blanco y negro mis ideas y sentimientos, a fin de verlos con más claridad. Y a pesar de que significa exponerlos literalmente ante todo el mundo a través de la red, no deja de ser un proceso solitario: soy yo y mis pensamientos, aislado tras mi muralla, aunque tratando de llegar a rincones inalcanzables por otro medio, entrando en contacto con gente que no habría conocido de otro modo y, a veces, dándome cuenta de aspectos insospechados de mí mismo. Escribo, luego existo.
Un comentario sobre el título de estas notas: se me ocurrió mucho antes de que las iniciara, en enero de 2003, después de haber asistido a un retiro de meditación de diez días. Lo señalo más para consignarlo que para explicarlo, aunque puedo agregar que la pretensión de alcanzar al cielo siempre me ha parecido un obstáculo para llevar una vida digna aquí en la Tierra. Y que ésta, después de tanta vuelta, es la única que realmente está a nuestro alcance.
1 comentario:
Pues enhorabuena por el aniversario!!!
Y por haber elegido este diseño del blog... no es muy común... es como muy... verde, no?
Visita el mío y me cuentas tu sensación... ya te contaré la mía entonces, va?
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