Veo al gato saltar por la ventana hacia el patio, con la mirada fija en un punto que está fuera de mi visión. Al rato, de otro salto se vuelve a meter en mi estudio, con una lagartija en la boca. Horrorizado, le pido que se salga. Así lo hace y se pone a jugar con la lagartija, que después de perder la cola con las zarandeadas, acaba muerta detrás de una escoba. Lucas se le queda viendo, en espera de que su compañera de juegos vuelva a moverse y seguir jugando. Cuando se convence de que el pobre reptil ya no va a moverse nunca más, se voltea a verme con la misma mirada que tenían mis hijos cuando se les descomponía un juguete. Arreglar éste, empero, está fuera de mis posibilidades.
1 comentario:
Una dulzura a morir. Yo también tengo un gato y de tanto en tanto me da la oportunidad de divertirme con sus locuras.
Jorge, he leído varios de tus posts, y me encanta tu blog. Voy a visitarlo asiduamente. Lástima que:
1. Hoy estoy muy cansada para comentar.
2. Soy demasiado vaga para comentar.
Pero ten la plena seguridad que tienes a una lectora fiel. Los temas de política no me interesan pero los otros sí, especialmente las locuras de extraterrestres y la tierra plana. Gracias por compartir tu material.
Besos, Danita.
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