Encontré, con gran alarma, un artículo sobre el islam en el apartado "sectas" de un sitio católico. Si tantos conflictos ha generado la ignorancia de Occidente respecto del islam, flaco favor le hacen estos señores a la causa de la convivencia pacífica lanzándole el devaluado epíteto de secta a una religión en toda forma.
Me tranquilizó, sin embargo, que en el artículo de referencia sí se le llama religión a la fe de más de 1,200 millones de musulmanes. Pero los comentarios que vierte el autor sobre la yijad (guerra santa) no sé si son para reír o llorar. Empieza diciendo acertadamente que "debe ser entendida como la batalla en contra del mal que anida en el interior del hombre", pero después se olvida de su propia definición y lanza mentiras tan enormes que es difícil ponerlas en duda (conforme al viejo apotegma goebbeliano de que mientras más absurda, más fácil se cree una mentira). Por ejemplo, habla de las matanzas de cristianos que se llevan a cabo "actualmente" en países musulmanes como Turquía, Egipto, Arabia Saudita, Pakistán y Sudán, por supuesto, sin indicar ni mucho menos precisar fechas o circunstancias.
Cita a un periodista de nombre Xavier Maier, católico y "experto" en países musulmanes, quien asegura que cuando el islam "llega a una ciudad, remueve todo lo demás: progreso, cambio, desarrollo social, justicia, libertad, etcétera. La moneda árabe compra a los mayores y todo se congela en su lugar". El autor seguramente olvida el caso de la ocupación árabe de la península Ibérica, cuando florecieron las artes y las ciencias gracias a la influencia mora. Y cuando los árabes convivieron pacíficamente con cristianos y judíos. Fueron precisamente sus catoliquísimas majestades, Isabel y Fernando, los que no soportaron la presencia de los "otros" en sus tierras y expulsaron primero a los árabes y después a los judíos.
Por supuesto, el autor no deja de mencionar el tema de la mujer en el islam, aunque primero se siente obligado a curarse en salud: "El porqué Jesús no concedió el sacerdocio a las mujeres, ni a su propia Madre, es cosa que no nos toca juzgar a nosotros, pero sus razones habrá tenido y la Iglesia no tiene derecho, lo ha dicho el Santo Padre Juan Pablo II, a modificar las intenciones del Señor."
Y después sí, se lanza a atacar la poligamia y el vejatorio trato que reciben las mujeres en las sociedades musulmanas. Quizá al autor le convendría repasar sus escrituras y remitirse, por ejemplo, a la primera epístola a Timoteo, segundo capítulo, donde Pablo prescribe que "la mujer debe aprender en calma y sumisión total. Yo no permito que ninguna mujer enseñe ni tenga autoridad sobre el hombre; ella debe guardar silencio. Pues primero se creó a Adán y después a Eva. Y Adán no fue el engañado, sino fue la mujer la engañada y la que se convirtió en pecadora".
Claro, como ya nos dijeron que quién es uno para andar juzgando las intenciones del "Señor", pues ya mejor ni pregunto en dónde tienen la cara estos católicos señores para criticar la situación de la mujer en el islam. Pues si no ven el machismo que ha prohijado la religión católica, con dificultades podrán ver con objetividad los efectos de otra religión. O, ¿qué diferencia hay entre las mujeres obligadas a usar la burka para cubrirse todo el cuerpo y las muertas de Juárez? En los dos casos se trata de víctimas del machismo, que las considera objetos de uso, prescindibles y reemplazables.
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