La ley primordial de la vida es el cambio. Algunas cosas evolucionan, otras simplemente desaparecen. Aferrarse a la forma, tratar de hacer que perduren las cosas en su forma original es apostarle al anquilosamiento, es rendir homenaje a un cascarón ya vacío, frágil por lo demás, que se desmorona en cuanto lo tocamos.
Hay que saber reconocer las etapas de la vida; determinar cuándo ya se agotó una para estar preparados para la siguiente. No hacerlo es quedar esclavo de rituales sin sentido, sacerdotes de dioses desaparecidos o, por lo menos, sujetos de tradiciones y compromisos que perdieron su razón de ser tiempo atrás.
En mi caso, siento que mantener este blog es uno de esos compromisos que, asumidos con entusiasmo en un principio, poco a poco van perdiendo el sentido hasta convertirse en mera forma, en cascarones, en actividades repetidas mecánicamente que ya no responden a su propósito original.
Por lo tanto, he decidido dejar de escribir estas notas definitivamente. No quiero que me vuelva a pasar lo de hace unos meses, cuando simplemente las fui abandonando para, tiempo después, tratar inútilmente de revivirlas.
Como en todo acto final, se impone hacer un balance. Por el lado del haber, tengo a mi favor el haber ejercitado las neuronas para producir notas más o menos presentables, ya fuera investigando temas u ordenando mis ideas para exponerlas en forma clara. Tengo también a mi favor los comentarios de los lectores, tanto los que coincidían con mis puntos de vista como los que los atacaban. En cualquier caso, saberme leído y analizado por un lado me halagaba y por otro, me comprometía a ejercer mayor rigor en mis notas. Agradezco, pues, a todos aquellos que se tomaron la molestia de dejar un comentario en cualquier sentido.
El lado del debe es más personal y apunta sobre todo a lo que ya dije: sentir el compromiso de bloguear se fue convirtiendo en una pesada carga que, sumada a las que ya tengo en mi vida personal, se volvió poco menos que insoportable.
Voy a dejar aquí estas notas, pues no me cuesta nada hacerlo (incluso es más fácil dejarlas que borrarlas). Voy a darme un respiro. Y siento que allá en el fondo persiste en mí el gusanito de seguir escribiendo. Pero no lo volveré a hacer como compromiso, sino simplemente por gusto. Creo que no hay mejor forma de hacerlo.
4 comentarios:
Jorge:
Mucho tiempo disfruté de las notas en tu bloc. No queda más que celebrar las que más me gustaron y felicitarte por evitarte el yugo de obligaciones que uno se va imponiendo como por inercia.
Parece que los hombres, por lo menos algunos, tenemos la tendencia a sentirnos obligados, para tiempo después generar culpas o por lo menos mucha incomodidad cuando no se cumplen estas obligaciones.
No sé si tenga que ver con algún pasado cristiano que nos marcó con este tipo de círculo vicioso. Yo tengo ese pasado y a veces me sorprendo metido en una dinámica de este tipo.
Por eso te felicito, si ya no te construye más, si más bien escribías a últimas fechas como un medio de evitar el dolor de la culpa de no hacerlo, entonces más vale ver que esa culpa carece de toda legitimidad y la obligación no es más que una ilusión óptica.
Ve y disfruta más de tu vida. Con tus notas, ya has hecho que algunos de nosotros disfrutemos más las nuestras.
Pues suerte en lo que hagas, para ti esto antes era una necesidad la de escribir en este blogcitu, ahora simplemente eso ya no te llena y esta bien buscar otro camino, te deseo LO MEJOR, suerte! y si quieres escribir una vez mas, espero me avises para poder seguir leyendote ^^
También es bueno reconocer que las cosas no necesariamente cambian para volverse cascarones vacíos, sino que viven pulsando en nosotros. Si te queda el gusanito, es porque tal vez se acabó esta primera temporada, pero vendrán otras. Es bueno decir adiós cuando no hay más motivación para hacer las cosas y, porque somos nosotros quienes les damos sentido o no, confío en poder leer más adelante textos escritos a nombre del puro placer de hacerlo. ¡Felicidades por lo que dejaste!.
una lastima sinceramente.
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