17 febrero, 2005

Las desventajas de vivir como rey

No es difícil ver que el hombre actual vive mucho mejor que cualquier rey de tiempos pasados. Por ejemplo, una persona de clase media que trabaje y cuente con seguro médico puede tener la tranquilidad de que, en caso de enfermedad, recibirá una atención muy superior a la que hubiera podido tener el más poderoso monarca en tiempos remotos. Sabe que no morirá de una infección, ya que puede atendérsela con productos comprados en cualquier farmacia, muchas veces sin necesidad siquiera de consultar a un médico.

En cuanto a comodidades materiales, el hombre contemporáneo vive en casas bien iluminadas con electricidad, dispone de agua fría y caliente, combate las temperaturas extremas mediante la calefacción y el aire acondicionado. Guarda sus alimentos en el refrigerador, lo cual no sólo le permite disponer de ellos fácilmente, sino que los conserva en buen estado evitando así más problemas de salud. Sus necesidades fisiológicas las satisface en cuartitos ad hoc, con higiene y sin las molestias de los olores ofensivos que emanaban de las bacinicas que solían tener los potentados de otrora bajo la cama.

El hombre actual está comunicado con sus congéneres de manera continua e inmediata: la radio, la televisión y la prensa lo mantienen al tanto de los acontecimientos que ocurren en los rincones más alejados del planeta, ya sea porque lo afecten directamente o simplemente por satisfacer la necesidad de sentirse parte de la humanidad. A diferencia del hombre de la antigüedad, el contemporáneo no tiene que esperar meses o años a que lleguen mensajeros o enviados a dar cuenta de los sucesos en las comarcas remotas. La calidad de la comunicación, por lo demás, es infinitamente superior. El teléfono, el correo (en sus dos modalidades) y los recursos audiovisuales no dejan duda en cuanto al contenido de los mensajes y evitan toda ambigüedad.

¿Qué podemos decir del ámbito del entretenimiento? El hombre contemporáneo pulsa un botón y tiene a su alcance horas y horas de los más variados espectáculos por televisión en su propia casa. O bien, puede salir y asistir al cine, al teatro y a muchas más formas de diversión: eventos deportivos, musicales y culturales en general. El hombre actual puede tener una colección de discos con las grandes obras de la música de todos los tiempos, las cuales puede escuchar en cualquier momento. Y con el video digital, esta posibilidad trasciende el sonido y se extiende también a la imagen. ¿Con qué se entretenían los reyes y la nobleza de antaño?

El hombre contemporáneo tiene acceso a la cultura. Nuestro trabajador de clase media sabe leer y escribir, privilegio otrora reservado a un estrecho círculo. Asiste a la escuela, a la universidad, a los centros de estudio y adquiere conocimientos que en tiempos antiguos lo habrían hecho pasar por mago, pero que ahora sabemos que se trata de simples explicaciones de los fenómenos de la naturaleza. Dispone de bibliotecas públicas (sin contar con los libros que pueda poseer a título personal) que harían palidecer de envidia a las exiguas colecciones que en otros tiempos estaban en posesión de algunas cuantas instituciones, casi siempre religiosas, como iglesias y monasterios.

La ingeniería automotriz hace que el más modesto vochito de cualquier burócrata actual sea definitivamente superior al más engalanado carruaje de los monarcas de siglos pasados. El mundo entero está a nuestro alcance gracias a los avances de la aviación.

Este progreso no se limita a las cosas materiales. A despecho de la inseguridad que priva en las grandes ciudades, el hombre contemporáneo vive mucho más seguro y tranquilo que sus antepasados. La difusión de conceptos como garantías individuales y derechos humanos le permite tener las herramientas jurídicas incluso para oponerse a los poderosos y defender sus derechos. Pese a las lamentables excepciones, es de fuerza observar que en la actualidad no vivimos conforme a los caprichos de los señores feudales, sino que todos estamos sometidos a las mismas leyes. Han desaparecido la inquisición y sus torturas, han sido suprimidas las penas corporales por delitos administrativos y ya nadie puede castigar a los hijos por los crímenes cometidos por los padres.

Todas estas ventajas del hombre actual con respecto de sus antepasados han sido posibles gracias a los avances de la ciencia, tanto de las ciencias exactas como de las sociales. Entonces, ¿a título de qué viene esta gente como los de la Sociedad Teosófica, la Gran Fraternidad Universal y la Nueva Acrópolis a querer enmarañarnos la mente con sus conocimientos de la antigüedad, con la supuesta superioridad de una ciencia perdida en el pasado remoto (y que de alguna manera mística ellos encontraron), con las fábulas de la sabiduría de las civilizaciones desaparecidas hace miles de años?



Nota. Debo hacer una lamentable aclaración. Sé que no todas las ventajas aquí expuestas se aplican a todas las personas por igual. Sobre todo en materia de acceso a la cultura y respeto a los derechos humanos, no todos están en igualdad de condiciones. Subsisten lamentabilísimas condiciones de atraso en muchas regiones del mundo, que hacen que sus habitantes se vean privados de estos beneficios y vivan literalmente como vivieron sus antepasados muchos siglos antes. Esto, lejos de restarle vigencia y veracidad al progreso científico, plantea la urgencia de acelerar su difusión combatiendo, entre otras cosas, las supersticiones del pasado.

3 comentarios:

Guffo Caballero dijo...

Jorge, gracias por tu visita a mi blog. Te estuve leyendo y me parecieron excelentes los posts. Por aquí estaré de visita. Un saludo. Gracias.

Anónimo dijo...

Deberías habilitar HaloScan pa que sea mas fácil hacer comentarios.

Un gusto leer tu blog

salu2 xDD

Lino Coria dijo...

Leo este blog y cada vez me gusta más.

Se lo voy a recomendar a mi papá. Él también tiene un blog, por cierto, aunque va empezando.