12 abril, 2005

Del matrimonio sacerdotal

La mayoría de las críticas que se le enderezan a la Iglesia Católica —y en general a cualquier institución religiosa— giran en torno a su actuación en el mundo, a su relación con la sociedad o con el poder. Pocas veces escuchamos discusiones doctrinales, salvo cuando los miembros de una denominación atacan a otra para justificar su existencia. Por ejemplo, los testigos de Jehová que no creen en el infierno, los católicos tridentinos que rechazan los cambios rituales decididos en el segundo concilio vaticano (y que hacen que el sacerdote celebre la misa de frente a la grey, no de espaldas) o simplemente los protestantes, que niegan la intercesión de los santos.

Fuera de estas disputas internas, quienes atacan a la Iglesia le echan en cara desde las cruzadas y la inquisición, hasta la perversión de menores a cargo de sacerdotes pedófilos, pasando por el boato y las riquezas materiales de una institución religiosa convertida en estado. Claro que esta crítica está muy justificada. Cuando se organiza la fe, que es un fenómeno privado, ésta se convierte en un objeto social que no puede escapar a las determinaciones materiales pretextando su origen metafísico.

Todo lo contrario. La delicada naturaleza de su origen confiere mayor responsabilidad a los encargados de administrar la fe. Si en su aspecto externo la religión se basa en la moral, de ahí se desprende la necesidad de que los representantes de cualquier institución religiosa la tengan intachable. Pero es en este renglón donde más abundan no sólo las críticas, sino incluso las demandas judiciales en contra de los sacerdotes que, abusando de su situación de asesores espirituales —que les da un acceso privilegiado a la intimidad de quienes se les acercan en busca de consejo—, no tienen escrúpulos en iniciar a los menores en prácticas sexuales condenadas por su misma religión.

Estos escándalos de pedofilia han sacudido a la Iglesia en Estados Unidos y en Austria principalmente, pero también en muchos otros países. También en México, por desgracia, se dio el caso del padre Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, a quien las acusaciones de pedofilia que se le lanzaron no le hicieron mella por contar con la protección papal. En Estados Unidos, la Iglesia ha tenido que pagar millones de dólares por concepto de indemnización a las víctimas de tales sacerdotes corruptores. Aun más, el cardenal Bernard Law, arzobispo de Boston, se vio obligado a renunciar a su cargo al revelarse que había tratado de encubrir un escándalo, transfiriendo a otras parroquias a los acerdotes acusados de pedofilia.

La Iglesia siempre ha declarado que estos casos son excepcionales, que de ninguna manera constituyen la norma y que están fuera de su estructura. Sin embargo, su alarmante frecuencia debería obligarla a una reflexión más profunda, que fuera más allá de la mecánica petición de disculpas, el cínico pago de compensaciones millonarias —que equivale a comprar el silencio de los afectados— y a las leves sanciones impuestas a los culpables. Es decir, debería analizarse si este problema tan generalizado, lejos de ser una suma de casos aislados, no se origina en la estructura misma de la Iglesia, por lo que resultaría imposible erradicarlo sin pasar por una profunda reforma de la institución.

Un análisis de este tipo nos llevaría a pensar que sí se trata de una falla estructural, originada precisamente en el antinatural celibato que se le impone a los sacerdotes. Vigente en forma obligatoria apenas desde el siglo XII —cuando fue decretado por el papa Inocencio II—, el celibato no sólo es causa de la pérdida de vocaciones, sino también de las perversiones que tanto han dañado la imagen de la Iglesia como abanderada de la moral. No todos los sacerdotes pueden sublimar su libido y convertirla en fuerza espiritual; para ello es necesaria una disciplina de la que carece la mayoría. Lo más común es que ese impulso sexual se desvíe a causa de la represión a la que se somete. Esta desviación, como es lógico, encuentra su escape en las personas que rodean al individuo: en los compañeros del seminario en primer lugar, pero también —y lamentablemente cada vez con mayor frecuencia— en los menores, que se encuentran en situación de sometimiento a la autoridad del sacerdote, ya sea por ser éste un profesor o un confesor, lo que los vuelve fáciles víctimas de esas perversiones.

Si se define así la causa del problema, para el laico la solución salta a la vista: permitir el matrimonio de los sacerdotes católicos, como se permite en tantas otras iglesias el de sus respectivos ministros. El voto del celibato no encuentra apoyo escritural, más bien sucede lo contrario. Los apóstoles fueron casados y eso no les impidió seguir las huellas del Pescador. ¿Por qué no se le permite a sus descendientes?

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Jorge, ¿dónde andas? Extrañamos tus posts. Ojalá esté todo bien y sólo te hayas tomado unas vacaciones.

Anónimo dijo...

no estoy muy deacurdo contigo por que para que el sacerdote se pueda entregar completamente al pueblo necesita tener su corazon en el pueblo y no en una esposa, familia, etc. pero respeto tu comentario y se me hace interesante la forma en que lo expones. gracias....

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

No soy anonimo, se me olvido mi contraseña, soy del blog " LOS GATOS".
Estoy totalmente de acuerdo contigo al permitir el casamiento del sacerdote, con todo respeto me gustaria agregar que: No nada mas se minimiza el porcentage de posibles abusos hacia los menores sino que este sacerdote se humaniza mas y haci verse frente a frente con su projimo e ayudarlo a empoderarse con sermones que ensiten a terminar con la pobreza, ayudar al que no esta en la pobreza pero si trabajando duro para adquirir mas bienestar sea individualmente o familiarmente hablando; y haci se va armando la cadenita al empoderar a la gente esta gente se convierte en gente que ayuda al mas desvalido etc, etc..., en fin completamente de acuerdo contigo; espero la Iglesia Catolica no reaccione demaciado tarde porque en realidad esta, esta perdiendo bastante gente hacia otras iglesias que sicologimente en el buen decir de esta palabra hace sentir bien y segura a la gente claro esta con la palabra de Dios por encima de todo.

Jorge Luis dijo...

Siento raro ver que alguien está de acuerdo conmigo y no entenderle. En fin, espero que algún otro lector con más luces que las mías pueda explicarme lo que quiso decir el señor del blog de los gatos.

Estuve alejado del blog por varios meses; primero por exceso de trabajo. Después, cuando vine a ver, ya habían pasado varias semanas y me di cuenta de que me sentía muy bien, muy libre. Así que concluí que haberme despojado de la obligación de publicar con más o menos regularidad contribuía a mi bienestar.

Sin embargo, algo he de tener en los dedos que me obligaron a regresar. A todos los que me extrañaron, muchas gracias, así como a los que se molestaron en dejar comentarios. Como dicen por ahí, el show debe continuar.

Anónimo dijo...

"Los Gatos"
Te ofresco mis mas siceras disculpas,
se me cruzaron los cables y la verdad
no se que me paso al contestar e hize
un spagetti con mis palabras.

Espero esto tenga mas sentido:

¿Por qué no se le permite a sus descendientes?

No lo se!, pero si me gustaria que la Iglesia Catolica elimine
la clausula del celibato del manual de sacerdotismo ya que como
tu explicas este no tiene el apoyo correspondiente., Se ahora que
no estas pidiendo si estamos o no de acuerdo contigo en tu bitacora
mas estas planteado el problema de los escándalos de pedofilia que
la Iglesia Catholica enfrento hace un tiempo atras (con mas reluz en USA
y otros paises incluyendo el de nosotros (Mexico)) y algunas razones
del porque la pedofilia existe, claro esta no en todos los sacerdotes, ojo!.

Creo que en la sombra de tus palabras estas en desacuerdo con el
Celibato y si los estas yo tambien estoy en desacuerdo con ello y
esto me hace estar de acuerdo contigo y si estoy equivocado bueno...,

Escribes/piensas muy bien, y por lo de mas no te preocupes y disculpame
una vez mas.

Paulo dijo...

"y el Señor llamo a los que el quizo", entre ellos habian, casados y solteros, y entre los ultimos, el unico q guardo continencia total fue San Juan, y por eso cual es la duda q Dios siga llamando hombres que se encuentra en la misma condicion, de los Apostoles de la Iglesia Primitiva.
En amor en Cristo y a la Iglesia.
Paulo.

Anónimo dijo...

NO ESTOY MUY SEGURA DE CUAL ES LA RESPUESTA CORRECTA, YA QUE YO ME ACERQUE A UN SACERDOTE POR QUE SENTI EL LLAMDO A LA VIDA RELIGIOSA Y BUSCANDO SU ORIENTACION, DESCUBRI QUE ES UN HOMBRE MARAVILLOSO Y DESPERTO EN MI SENTIMIENTOS QUE AHORA NO SE COMO MANEJAR, LO PEOR ES QUE EL TAMBIEN TIENE DUDAS Y ESTAMOS SIN SABER QUE HACER, EL ME DICE QUE DEJARA EL SACERDOCIO, PERO YO NO QUIERO QUE LO HAGA, DE VERDAD, ES ALGO QUE DISFRUTA MUCHISIMO Y LA GENTE LO QUIERE Y RESPETA POR TODO LO QUE HA TRABAJADO EN LA COMUNIDAD Y EN EL SEMINARIO, SOMOS JOVENES EL TIENE 33 Y YO 29, POR LO QUE ESTAMOS A TIEMPO DE FORMAR UNA FAMILIA, PERO AMAMOS A DIOS Y NO SE SI AMARNOS SEA ADULTERIO, POR QUE FINALMENTE EL YA ESTA CASADO CON LA IGLESIA...
ESPERO QUE ALGUIEN ME PUEDA DAR SU OPINION.

Anónimo dijo...

Yo no creo que el matrimonio lo arreglara. Echar la culpa al celibato unicamente me parece incorrecto mas aun porque cuando entras en la iglesia ya sabes que vas a tener que pasarlo.

Anonimo dudosa, creo que esa es la mejor eleccion. Hay muchas formas de servir a Dios y su vuestro amor es sincero y puro, creo que la mejor respuesta es el abandono del sacerdocio. Educad a vuestros hijos en una hermosa fe y cumplireies el amor a Dios

Anónimo dijo...

saben creo en dios por encima de todo y como dios es amor jamas cuestionaria nuestros actos asi que convencido de esto comparto mi vida sacerdotal con mi esposa que aunque esteril es mi guia y la mayot bendicion que jesus me ha otorgado ojo... me siento en dios y entregado totalmente bajo un amor libre dificil de entender para todos...soy feliz