Buena parte del pueblo estadounidense dar por descontado que su gobierno lleva a cabo “experimentos secretos”, en su mayoría con fines militares para asegurar la hegemonía de Estados Unidos y, marginalmente, para garantizar su seguridad.
Se piensa además que muchos de estos experimentos se realizan con personas como conejillos de indias. Los avances en genética, en clonación, en reproducción, permiten pensar que, así como es posible modificar fresas para que resistan a las heladas, sería posible intervenir en el ADN humano para, por ejemplo, conferirle poderes que volvieran invencible a un soldado.
Lo curioso es que esto pase en un país donde, a nombre de la moral religiosa, y por presiones de los poderosos grupos de interés integristas, religiosos y toda esa nebulosa denominado “neoconservadurismo”, están prohibidos los experimentos con células madre y otros empeños que supuestamente vulneran la naturaleza “divina” del ser humano.
Claro que los gringos, acostumbrados a que su gobierno se pitorree de las leyes y de los valores que dice defender —y por los cuales lanza guerras en países remotos—, consideran que esa prohibición simplemente es parte del secreto que rodea a esos experimentos. Y la justifican pensando que más vale que así sea, no vaya a ser que esos conocimientos caigan en “malas manos”.
1 comentario:
interesante tio
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