A las autoridades chinas ya les dieron una probadita de lo que les puede esperar en agosto, ya sea en la inauguración de los juegos olímpicos o en el transcurso de las competencias: tres periodistas franceses, miembros de Reporteros sin Fronteras, irrumpieron en la ceremonia de encendido de la antorcha olímpica, en Grecia, para pedir el boicoteo de los juegos.
La idea se ha estado manejando desde que Pekín desató un sangrienta represión en contra de los tibetanos que al cumplirse 49 años de que el dalai lama, junto con unos cien mil seguidores, tuviera que escapar de Lhassa y establecer su gobierno en el exilio organizaron manifestaciones para exigir una auténtica autonomía para su país.
La situación del Tíbet no es muy diferente de la que tenía Kosovo como provincia serbia. Y si hay diferencias, es para peor: a lo largo de más de medio siglo, los tibetanos han sido víctimas de un verdadero genocidio cultural, han perdido a sus representantes, su lengua es reprimida en favor del chino, su territorio ha sido colonizado por chinos al grado que están a punto de convertirse en minoría dentro de su propio país.
Pero para China, Tíbet es parte de su territorio y no está dispuesta a condecerle la menor brizna de autonomía, ya no digamos de independencia. Y siempre se ha negado a dialogar con el dalai lama, el cual busca sólo mejores condiciones de vida para su gente. Ahora Pekín tendrá que pagar más caros los oídos sordos que ha puesto al jefe del budismo tibetano, pues las nuevas generaciones, hartas del inmovilismo al que las ha conducido la postura concliante del dalai lama, ahora están dispuestas a rebasarlo y a enfrentarse con China en busca de la independencia.
Claro, como todo régimen represivo que se respete, Pekín simplemente respondió con violencia y censura. Innumerables sitios Web que dan cuenta de las luchas del pueblo tibetano son inaccesibles en China; entre ellos YouTube, por supuesto, que ha sido inundado por videos publicados por el gobierno chino para denigrar al dalai lama y contar horrores de la vida en el Tíbet antes de su invasión por las tropas chinas... "liberación", según la versión oficial. Esos videos están dirigidos a Occidente pues, como dijimos, los chinos no tienen permiso para entrar en YouTube.
La idea de boicotear los juegos olímpicos ya llegó a boca de Nicolas Sarkozy, presidente de Francia de quien poco podría sospecharse su simpatía por causas tan exóticas como los derechos humanos en el Tíbet, sobre todo después de haberle tendido la alfombra roja al coronel Gadhaffi, en la visita que éste hizo a París para que le agradecieran haber liberado a las enfermeras búlgaras que mantuvo como rehenes durante años.
Hace algunas semanas fue la cantante Björk la que dio la nota discordante en un concierto que ofreció en Hong Kong, al término del cual también pidió respeto para el pueblo tibetano. Y antes, fue Steven Spielberg quien renunció a participar en la organización de la ceremonia inaugural de los juegos olímpicos por la actitud de China ante la crisis de Darfour. ¿Cuántos más se apuntarán de aquí a que la antorcha llegue a Pekín?
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