Todo mundo sabe y dice que hay que cultivar las relaciones humanas; que no hay que dejarlas morir de olvido, hay que nutrirlas y cuidarlas como cualquier planta. Eso está muy bien. Pero en este mundo matraca en que nos tocó vivir, ese cultivo se complica al grado de volverse (casi) imposible. Ya que las distancias y la falta de tiempo son de los principales obstáculos para fomentar las relaciones personales, uno pensaría que el teléfono vendría a remediar eso y que, por lo menos podríamos reforzar los lazos con ese recurso. Los siguientes ejemplos ilustran hasta qué punto estábamos engañados.
Un ejemplo extraído de la vida real: estoy hablando por teléfono con un amigo, platicando ligeramente sólo por conversar, por nutrir esa amistad. De pronto, él me dice que me espere, pues le está entrando otra llamada. Se oyen los ruidos característicos de los botones del teléfono al ser oprimidos y luego, el tono de marcar. Hasta ahí llegó la llamada. El zonzo no supo qué botón apachurrar para ponerme en espera y me cortó. Le vuelvo a llamar y él se deshace en disculpas, claro, echándole la culpa al aparato que, por lo visto, es de una complicación que supera sus capacidades técnicas, pese a que él es ingeniero y se dedica a la computación. Nada vale con estos inventos del demonio.
Segundo ejemplo, también sacado de la vida real. Voy en el coche con mi hijo, hablando de planes, sueños y demás temas profundos. Me siento inspirado y estoy a punto de soltar una de esas frases que son capaces de cambiar el curso de la historia cuando, en eso, suena su teléfono celular. Él se limita a levantar el índice para ordenarme silencio, a llevarse el aparato a la oreja, a agachar la cabeza, como si eso le diera la privacidad necesaria para hablar con el inoportuno telefonista, y se clava en una cháchara de varios minutos, de cuya naturaleza mi natural discreción me impide enterarme. Nuestra conversación de corazón a corazón, naturalmente, valió gorro.
Último ejemplo para no cansar al agobiado lector. Marco el número de mi hermana y, tras sonar varias veces, me contesta la grabadora. Una voz en inglés me pide que deje un mensaje. No me sorprende: recuerdo haber oído a mi hermana contar que compró su aparato en la fayuca y que, por más intentos que ha hecho, no ha podido cambiar el saludo que viene de fábrica. Me felicito mentalmente por haber comprado Inglés para todos, pues así puedo entender que, después del tono, debo dejar mi recado. Es en vano. Días después, cuando me encuentro a mi hermana en casa de mi madre y le comento que le he estado dejando recados en su contestadora sin recibir ninguna respuesta, ella me confiesa que aún no ha averiguado cómo escuchar los mensajes; se hace bolas, dice, con los 27 botones de la máquina y lo único que ha logrado hasta la fecha es borrarlos con la tecla que ella supone que sirve para reproducirlos.
No soy luddita ni reniego de los avances tecnológicos. Todo lo contrario: si alguien me asegura que me estuvo llamando y el identificador de llamadas no reporta ninguna, dudo más de las palabras de mi interlocutor que de la capacidad de mi aparato. La tenebrosa zozobra que me invade, pues, es que lejos de ser inepta con las nuevas tecnologías, la gente las pone de pretexto para eludir sus compromisos sociales.
5 comentarios:
Realmente la tecnolgia nos acerca?
Pienso que si, mas bien a la verdad, cuando quieren responderte el celular, cuando dicen que el mail no llego.
Un saludo.. agradable Blog
CREO QUE cada vez es más dificil decir que un mail no llegó, ya que si llega el primero llegarán los siguientes,, creo que la tecnologia nos facilita la comunicacion interpersonal aunque no sea cara a cara, ejemplo, para hablar con mi hermana cara a cara necesito 2 horas para transportarme, si no utilizo el telefono para avisarle siquiera que voy a visitarla, corro el riesgo de que ese tiempo de espera para hablar con ella sea mucho mayor si no la encuentro en su casa.
me gustó el articulo, muy buen tema. saludos
¿qué es luddita?
yo sufrí ayer la tecnología, cuando después de una comida aburrida los 3 comensales tomamos cada quien su itouch y nos pusimos a navegar...
http://es.wikipedia.org/wiki/Ludismo
Mis queridos: por mas tecnologia que nos invite a fomentar lazos de comunicacion, si no hay dos personas dipuestas a escuchar al otro es imposible dialogar.
No existe ningun aparato que invente lo que queremos oir !!!
Saludos en frecuencia. G.
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