Por rumbos de Linux
Tenía que hacerlo para ser coherente conmigo mismo. Cada vez que encendía la computadora, algo me reprochaba ver el logotipo de Microsoft. ¿Es eso lo mejor que puedo hacer? Lo pensé, lo analicé, lo discutí y finalmente lo decidí. Le pedí a mi buen amigo Gustavo (cuyo chacra sahasrara puede apreciarse en plena labor) y con todo gusto me ayudó a instalar un nuevo disco en mi máquina para correr Lindows, versión de Linux con ventanas (demasiado parecidas a las de Windows, dirían algunos, por ejemplo, los abogados de Microsoft que no desperdician ocasión de acosar a la comunidad linuxera) que facilita la transición.
La instalación fue una delicia: en menos de cinco minutos ya estaba lista (claro, después de haber pasado 24 horas bajando los 454 megas del archivo de instalación), con todo y OpenOffice, Mozilla y demás programas de oficina, juegos, utilerías (un muy buen reproductor de sonido y un excelente quemador de compactos), entre otras cosas. Además, ahora al encender la computadora, Lindows con toda generosidad me da a escoger, si quiero trabajar en Lindows o en Windows. ¿Qué más fácil la quieren?
¿Y qué pasó con los famosos peros? Claro, sí los hubo: aún no he podido hacer que me reconozca el módem y, por lo tanto, todavía ando navegando en Windows. Pero no será imposible lograrlo. De todos modos, seguiremos informando.
Y va de anuncio: si quieren entrarle (o al menos enterarse) de lo que es el mejor sistema operativo del mundo, échenle un ojo a la página de LindowsOS, paguen sus 150 pesotes y anímense a vivir sin Microsoft. ¡Vale la pena!
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