La conclusión es tajante: el combate contra las drogas ha fracasado y es una guerra que no se puede ganar. Y no sólo ha fracasado, sino que sus consecuencias han sido devastadoras para los individuos y la sociedad. Las aparentes victorias obtenidas al detener a un «capo» o desmembrar a una banda se anulan casi de inmediato con el surgimiento de otros grupos criminales. Los gobiernos dedican sumas exorbitantes a esta lucha perdida, desviándolas de otras áreas, como la prevención y el tratamiento de las adicciones, en las que podría tener mejores resultados.
Lo anterior se desprende del reporte presentado este jueves por la Comisión Global de Políticas de Drogas, instancia de Naciones Unidos presidida por el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso y formada por otras 18 personalidades de la escena mundial. Sí, caray, quién sabe cómo diablos se colaron ahí Ernesto Zedillo y Carlos Fuentes, pero tengo la convicción de que eso no le restó seriedad, y sobre todo credibilidad, a sus trabajos.
César Gaviria, presente en Nueva York para la presentación del documento, declaró que quisiera que Estados Unidos «reflexionara en las alternativas posibles». Nunca lo hubiera dicho. Pocas horas después, Gil Kerlikowske, el llamado «zar anti-drogas» (que en realidad viene siendo jefe de la oficina de la Casa Blanca de políticas para el combate a las drogas) aseguró que «legalizar las drogas, como lo propone este reporte, haría más difícil la protección de la salud y la seguridad de nuestras comunidades». Así nomás, sin explicar porqué le dificultaría proteger la salud de los ciudadanos el hecho de que el consumo de drogas estuviera tan regulado como lo está el de alcohol y tabaco, también drogas y también muy dañinos.
No tenemos ni la más remota esperanza de que algunas de las recomendaciones de la comisión llegara a adoptarse en nuestro sufrido Mexiquito. Primero, porque ya al idiota de Fox se le ocurrió abrir la boca para lanzar que él estaría en favor de la regulación, con lo que la convirtió de plano en pendejada, como todo lo que él dice. Segundo, porque al Fecal se le vendría abajo toda su «política de seguridad», instrumentada más que nada para adquirir en el campo de batalla la legitimidad que no le dieron las urnas. El hecho de que se le haya ido de las manos y haya desatado el equivalente de una guerra civil en nuestro país lo tiene muy sin cuidado. El enfoque represivo y militarizado en el combate al narcotráfico es lo único que sus dos neuronas le han permitido engendrar y para él sería traicionar sus principios siquiera considerar la reglamentación de la producción, distribución y consumo de drogas.
Una de las recomendaciones que más gusto me dio ver fue el llamado a «evitar mensajes simplistas, al estilo de 'sólo di que no' y las políticas de 'tolerancia cero'». En efecto, lanzado en Estados Unidos durante el reaganato furiosamente liberal, la consigna de «Just say no» deja toda la carga de responsabilidad en el individuo, como si las drogas no constituyeran un problema social, como si no hubiera innumerables factores a las que simplemente no se les puede decir que no.
En fin, no me voy a echar el análisis completo del texto. El interesado lo puede consultar en la página de la Comisión. Le recomendaría que esquivara la versión en «español», lastimera y servil como pocas, y le echara el ojo a la que supongo que es la original en inglés.
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