...porque la vida no es un experimento, sino una experiencia.
05 junio, 2011
Combinación dominguera: tenis y sexo
Lo bueno de ver un partido como la final del Roland Garros, entre Roger Federer y Rafael Nadal —que terminó hace como una hora con la victoria del español sobre el suizo—, es que al espectador realmente no le importa quién gane. Claro, a menos que tenga algún interés personal invertido en el resultado del enfrentamiento, si uno es familiar de alguno de ellos o miembro de su séquito, el espectador lo único que quiere es ver buen tenis. Y eso fue lo que ambos jugadores nos recetaron durante más de tres horas: un tenis de excelente altura, un juego con puntos discernidos con gran maestría, un espectáculo, en fin, digno de un domingo de holganza en la mañana.
¿Quiénes ven tenis por televisión el domingo en la mañana? A juzgar por los anunciantes, los espectadores son hombres post-maduros (¿no les encanta el término?) que viven obsesionados por el sexo. A saber:
Un tratamiento milagroso llamado algo así como “Prostalín”, que en cuestión de días devuelve la vitalidad perdida con el paso de los años... de muchos años, agregaríamos, considerando que los testimoniantes son veteranos de la tercera edad, rayando en la cuarta.
Un medicamento serio contra el mismo problema, es decir, los eufemísticamente llamados “problemas de desempeño”, que en el caso viene siendo la respuesta de Lily-Icos a la imposibilidad de lograr una erección. Aquí no hablan de soluciones milagrosas, sino que simplemente invitan al caballero a consultar con su médico.
¿Ya solucionó su problema con alguna de las dos propuestas anteriores? Qué bien, pues el tercer anunciante de la final del Roland Garros fue Sico, que entre caderas bamboleantes y caras risueñas nos recuerda de los placeres del sexo. Cada vez que veo estos anuncios no dejo de esperar que por fin se decidan a cambiar su lema por el que está en la mente de todos: “Si es Sico, sí cogemos". Claro, no faltarían mojigatos que objetaran el uso de esa palabra tan vulgar pero, ¿no es más objetable que se anuncien productos milagrosos, que no sólo esquilman ingenuos sino que criminalmente los hunden en una desesperación más profunda por su evidente falta de resultados?
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