15 junio, 2004

Ser escritor y español, y escribir para el grupo Reforma no le impidió al señor Juan José Millás perpetrar un engendro del que no se entiende si va o viene, si se acerca o se aleja, si se fuma o se inhala.


Aplicando a fondo las neuronas, creemos percibir que el sentido de su texto es criticar en forma irónica la uniformización del pensamiento. Escuchemos: "Lo importante no es el nombre de las cosas, sino que sólo haya una de cada una, es decir, un pensamiento único y una neurona única para que no nos demos cuenta de que los que se fusionan por la tarde acaparando todo el alfabeto para las empresas resultantes (BBVA pongamos por caso) son los mismos que dan vivas por la mañana a la competencia y al libre comercio".


Que rechulo habla este señor, ¿verdad? Si hasta dan ganas de ir a la misma escuela que él. Chance y hasta aprendiéramos a decir una cosa y significar otra, como dicen que pasa con la ironía (bueno, dicen los que saben, porque los que no saben, no dicen nada o se dedican a escribir artículos como éste de Millás).


El problema, claro, es cuando por querer hacernos pasar por iluminados, hacemos tabla rasa, nomás de puritita ignorancia, y confundimos los esfuerzos por establecer un orden lingüístico internacional con las fusiones bancarias y la globalización autoritaria. Eso sí que no se vale, o como dicen por mi colonia, ¡qué poca madre de este cabrón de querer echarle mierda a un trabajo tan desinteresado como es el esperantista!

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