10 junio, 2004

Loores al nuevo santo patrono de la guerra



Aureola y alas le salieron a Ronald Reagan al momento de su muerte. Lee uno periódicos, escucha la radio o mira la televisión y, desmemoriada como es la gente, acaba creyéndose el cuento de que el carcamal californiano acabó él solito con la Unión Soviética, ganó la guerra fría sin disparar una sola bala y llevó a su país a una era dorada de todo honor y toda gloria. Sólo me falta oír que, una vez derrotado el comunismo, ahora su espíritu seguirá dirigiendo desde el más allá la guerra contra el terrorismo, el coco con el que pretenden asustarnos en este tercer milenio.


Los turiferarios de ahora olvidan, por supuesto, las metidas de pata, los desatinos y las francas estupideces cometidas por el hoy occiso. No hablemos de cosas simples, como en aquella ocasión en que, en la conmemoración del XL aniversario del fin de la segunda guerra mundial, Ronnie el Despistado visitó un cementerio en Francia donde reposaban los restos de las tropas de asalto nazis, pensando que se trataba de combatientes de la resistencia francesa. Y podemos considerar como un simple chiste aquella ocasión en que, sin saber que el micrófono estaba encendido, aseguró que había ordenado la invasión contra la Unión Soviética. Esto incluso lo podríamos cargar a la cuenta de los primeros síntomas del Alzheimer que finalmente lo llevaría a la tumba.


Pero no podemos pasar por alto la invasión de Granada, la ayuda a los contras nicaragüenses, la vergonzosa venta de armas a Irán a través de Israel, el escandaloso aumento del déficit público y la descarada ayuda fiscal que proporcionó al sector más acaudalado de su país, lo que permitió el ensanchamiento de la brecha entre los poderosos y los desposeídos. Tampoco podemos olvidar la revolución conservadora que puso en marcha y que colocó en los más altos círculos del poder a los peores representantes de la derecha cristiana, sector que no dejó de pesar en la conducción del país ni siquiera en los años de Bill Clinton.


No, la Unión Soviética no cayó gracias a Reagan. Se desmoronó debido a sus propias contradicciones internas, a la inviabilidad económica de la planeación centralizada, a su imposibilidad de satisfacer a sus ciudadanos en la vida cotidiana (muy poca gente tiene la madera de apóstol necesaria para soportar estrecheces en aras de un futuro que nunca llega). Se habla del fin de la guerra fría y se olvida del papel clave desempeñado por Mijaíl Gorbachov, responsable en la práctica de permitir las elecciones en Polonia que llevaron al poder a Solidaridad (cuando sus antecesores, desde Stalin hasta Brezhnev, reprimieron a sangre y fuego toda aspiración independentista, en especial en Hungría y en Checoslovaquia), de acceder sin más demandas que compensaciones financieras a la reunificación de Alemania (para costear la reubicación de las tropas soviéticas estacionadas en la Alemania del este. Se olvida el papel de Hungría, que permitió el libre paso de los alemanes hacia Austria a través de sus fronteras, de las que de plano retiró todo control. Y no es que se olvide, pero ahora con la muerte de Reagan parece haber pasado a segundo plano, el papel del papa Juan Pablo II y su decisivo apoyo a la iglesia católica de su país, su intervención ante el presidente Wojciek Jaruselski para que éste permitiera las elecciones libres que pondrían fin, éstas sí, sin violencia, al dominio comunista en Polonia, lo cual tendría un efecto de dominó que se extendería por todos los países que formaban el Pacto de Varsovia.


En fin, parece de mal gusto hablar mal de un muerto cuando sus restos ni siquiera han sido entregados al descanso de la tierra (estos días los han llevado de paseo por todo su país y los entierran hasta mañana viernes). Pero también irrita la necrofilia de sus herederos, que quieren aprovechar la ocasión para llevar agua al molino electoral. Si Dobleú es hijo espiritual de Reagan, mientras más meritos le atribuyan a este nuevo santo en el martirologio gringo, más posibilidades tendrá el nefasto junior de revertir las tendencias del voto, puestas en su contra a consecuencia de sus desastrosas políticas.

1 comentario:

rmadrazo dijo...

Pues la verdad la necrofilia republicana estuvo a reventar toda esta semana en todos los medios. Y a propósito de lo que mencionas en el ultimo parrafo, durante toda esta semana pasada la portada de georgewbush.com (pagina oficial de la campaña de reelección) era un tributo (con foto gigante, por supuesto) a Reagan.

Querrán sacarle provecho político a la muerte del "gran estadista"? Seguramente. Existen aquellos que no dudan que un Reagan, aun muerto, es mas carismático y convincente que el tarado que ocupa la oficina actualmente. Tan es asi, que ya se ha iniciado una campaña:

http://bush-zombiereagan.com/

Un abrazo