Quiere la mojigatería reinante que no digamos chichi porque suena muy vulgar y para referirnos al objeto que designa esa palabra, se han inventado montón de eufemismos, entre los que ahora campea victorioso el gringuismo bubi. ¿Qué diferencia hay entre una chichi y una bubi? Técnicamente ninguna, pero la primera es indígena (¡fuchi!) y la segunda tiene todo el glamur de lo que nos impone el Imperio del Norte. No es lo mismo verle las bubis a las meseras de McDonald's que las chichis a las marchantas del mercado, ¿verdad?
Los que se la dan de enterados, para no caer en la vulgaridad de las chichis ni en la adopción de exotismos de las bubis, hablan entonces de seno. ¡Oh, qué bien! Una palabra también corta (dos sílabas directas) que no tiene implicaciones sexuales... ¡perfecto! El problema es que en realidad seno no designa ni chichis ni bubis, sino lo que está en medio. Así, cuando el señor cura busca consuelo en sus aflicciones, lo encuentra en el seno de la Virgen y no, y esto es importante, entre sus chichis.
En fin, otra posibilidad para designar esos obsesionantes objetos es llamarlos pechos. Un pecho no es lo mismo que el pecho. Los pechos están en el pecho... mmm, hay algo medio ambiguo con este término. ¿Qué tal mama? Cero ambigüedad, dos sílabas directas. Lo mismo vale para teta. El problema de la teta es que suena demasiado gachupa. ¿Y cuál es el problema de mama? De ahí viene mamar, que es una función natural y muy hermosa; además, es la raíz de mamografía, que suena decididamente muy científica. ¿Alguien habla de tetagrafía, pechografía, bubigrafía o chichigrafía? No, ¿verdad? Pero a ver quién es el valiente que le dice mamas a las chichis.
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