Tratando de ver las cosas sin que se desborden las pasiones, con toda la objetividad posible y haciendo a un lado los insultos, tenemos que reconocer la necesidad de que nuestro próximo presidente llegue al cargo de manera legítima, sin sombra de duda sobre la autenticidad de su triunfo.
Ni siquiera al mismo Calderón le conviene llegar a Los Pinos manchado por el mismo estigma de Salinas de Gortari. No basta que él y las autoridades electorales tengan la certeza de su triunfo: todo el pueblo necesita estar convencido de su legitimidad, tanto los que votaron por él como los que no. Y en especial los que no votaron. Los cerca de 28 millones de ciudadanos que prefirieron quedarse en casa a ver la repetición de los partidos del Mundial ahora tienen una razón más para justificar su abstencionismo. Los dimes y diretes (y ahora con los videos, hasta los veretes) los reconfortan en su decisión de no participar en un juego tan viciado.
La forma más sencilla de aclarar el panorama postelectoral, claro, es llevar a cabo el recuento de los votos. ¿Que no se puede, que es ilegal, que no hay tiempo? Hasta ahora nadie ha dicho que no se pueda. Es decir, nadie lo ha dicho con la ley en la mano. Enséñenos el artículo de la ley correspondiente que prohíba el recuento y ahí muere la cosa. Si ese recuento depende del arbitrio de los magistrados electorales, entonces que éstos expliquen la causa de su negativa, enmarcándola en las consecuencias tan funestas que está teniendo, sobre todo en la polarización del país.
A estas alturas, cualquier internauta medianamente interesado en el tema ya habrá visto alguna documentación del fraude. Por mi parte he visto varias: una foto de la sábana colocada en la casilla y una captura de pantalla con el resultado del IFE correspondiente a la misma casilla. Adivinen quién sale perjudicado en todos los casos.
En lo personal no he tenido la intención de insultar, aunque viendo las cosas con más calma, descubro que sí lo he hecho y ofrezco mis disculpas por haber caído en la tentación de contestar al fuego con el fuego. Pero es difícil mantener fría la cabeza cuando al fraude electoral y al triunfo robado se le agregan escarnios y mofas, como varias que he visto en la Red y algunas que incluso han tenido el cinismo de enviarme por correo en forma de las detestables presentaciones de Pagüerpoin.
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