La otra vez exageré al afirmar que en la actualidad todos usan Microsoft Word. En realidad sigue habiendo otros modelos de procesador de texto. Lo que sí puedo asegurar es que el formato de Word, el famoso .doc es el estándar de facto.
En efecto, todo mundo se siente con el derecho de pasarnos un documento en Word, sin siquiera preguntar si somos clientes de Microsoft Office. Da por hecho que lo tenemos y, la mayoría de la gente supongo que ni siquiera se cuestiona esa situación.
Pero aparte de Microsoft Office existen otras opciones igual de eficientes (o quizá aún más, pero por el momento evitemos las comparaciones, que ya sabemos que son odiosas).
Recientemente descargué una versión de prueba de WordPerfect Office X3, y he de confesar que me vi obligado a tragarme mis palabras. WordPerfect X3 no es ningún lastimero clon de Word, como dije basándome en una versión anterior.
Con una substancial diferencia en precio (Microsoft Office cuesta alrededor de 400 dólares; WordPerfect Office cuesta unos 250), la suite manejada ahora por Corel podría darle un buen susto a Bill Gates, si la gente fuera capaz de imaginar que hay vida después de Microsoft.
Además de su abanderado WordPerfect, la suite cuenta con la hoja de cálculo QuatroPro y el programa de presentaciones Presentations. Trae además un cliente de correo, WordPerfect Mail (con manejador de directorio y agenda) que por sí mismo justificaría comprar toda la suite, aunque tiene la ventaja de que se vende por separado (29 dólares).
Una ventaja que quizá pocos le vean a WordPerfect X3 es la increíble variedad de filtros de que dispone. Y digo pocos, pues no creo que a mucha gente le interese leer y escribir en formato de Ami Pro, DisplayWrite, OfficeWrite, Multimate, Volkswriter, WordStar, XyWrite o texto simple en MS-DOS. Pero para quienes tengan esta necesidad, WordPerfect resulta fundamental, pues los arrogantes de Microsoft, al menos en la versión básica de Office 2003 que yo tengo, no ofrecen más que unos cuantos filtros, y ninguno para algo que no sea Windows.
Claro, también está la opción del OpenOffice, sobre todo para quienes no quieran desembolsar un centavo. Esta suite, que tiene procesador de textos, hoja de cálculo, programa de presentaciones, de base de datos y de dibujo, resulta también un buen rival de la de Microsoft. Su problema es que el soporte no es muy bueno, su configuración es demasiado complicada e instalar los diccionarios en español es todo un circo. A fin de cuentas, como dicen los gringos, “what you pay is what you get” y el hecho de que OpenOffice sea producto del trabajo voluntario de mucha gente le resta estabilidad y, sobre todo confiabilidad.
Viéndolo bien, no es exagerado decir que Word ha acaparado el mercado de los procesadores de texto, al menos en lo que se refiere a su formato. Sí, todos nos pasan documentos de Word con la confianza de que los podremos leer. Y tienen razón. Todos los procesadores modernos cuentan con la posibilidad no sólo de leer documentos de Word, sino también de guardarlos en ese formato. El punto doc es el estándar y se necesitarían conocimientos más profundos que los míos para determinar si es el mejor. Lo que sí puedo asegurar, por mi experiencia, es que ese formato es excesivamente pesado. Un documento en Word de unas 35 cuartillas puede llegar a medir más de un mega, si es que trae tablas. Su equivalente en formato RTF, por ejemplo se reduce a la mitad o la tercera parte.
Y vuelvo a lo mismo: el monopolio de Word en este mercado, si bien ha facilitado las cosas al establecer una norma, ha impedido que esta norma sea la más eficiente.
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