Hace tres años empecé con este librillo de memorias, como quieren los enterados que llamemos a esta colección de reflexiones, divagaciones y dislates que, de algún modo, permitirían conocer al autor, si alguien se tomara la molestia de leerlo por completo, tratando de entender lo que pasa por la mente de un desconocido al que se pretende definir mediante listas de preferencias.
No han sido tres años continuos: por unos meses, a principios de este año, abandoné estos afanes, un poco por desidia, otro poco por convencimiento de que no tenía nada qué decir, y un mucho por el desaliento que me provocaba ver, según el servicio de estadísticas, que la mayoría de los lectores llegaban en búsqueda de determinado charlatán. En efecto, hace ya más de dos años cometí el error de citar por nombre a quien se hace pasar por experto en lo paranormal, en visitas de extraterrestres y demás mafufadas. Eso bastó para que aquí cayeran los incautos que, no contentos con verlo en la televisión, querían leerlo en la red. Acabé eliminando esa entrada para evitar esas indeseables visitas.
Si me detuviera a examinar mis notas, vería que éstas giran mayormente en torno de unos cuantos temas, los cuales constituirían mi "mapa mental": el esperanto, las relaciones internacionales, la política mexicana, la religión y el pensamiento mágico. Cada uno de ellos está fincado en experiencias bien concretas de mi vida. Aprendí esperanto a los quince años y lo sigo practicando treinta y ocho años después; mi vida profesional como periodista se ha centrado en la información internacional: fui subjefe de esa sección en Excélsior y las poquísimas veces que ejercí como reportero lo hice en el extranjero. La situación de mi país me afecta naturalmente por vivir en él.
La religión y el pensamiento mágico son dos temas que cada vez estoy más tentado a considerar como uno solo. Entre la teología y la astrología no percibo diferencias más que de forma. En el fondo, ambas construcciones apuntan a lo mismo: apaciguar los miedos del individuo ante los misterios de lo desconocido. La diferencia entre ir a misa e ir a que nos lean las cartas sólo es aparente.
El título de estas memorias quiere resumir lo anterior. Ya lo he dicho, pero ahora es pertinente repetirlo: hoy no es un buen día para ir al cielo. Vivamos aquí en la Tierra sin pensar en que hay un cielo que sabrá recompensar los sufrimientos padecidos. Si sabemos realizar todoas las promesas contenidas en nuestra humanidad, veremos que el cielo que nos tienen prometido está aquí mismo, en la Tierra. Pues, como dice el hermetista, lo que está arriba es como lo que está abajo, para que se cumpla el milagro de los mundos.
2 comentarios:
Que bárbaro, sigues siendo mi ídolo, aunque he de confesar que soy mas fan de otro de tus blogs, éste post me dejó literalmente con la boca abierta, sin exagerar.
Felicidades por tu tercer aniversario.
Saludos y gracias por tu visita a mi blog.
Vaya, tres años, y yo que apenas voy llegando...
¡Felicidades! y gracias por promocionar lo de los librillos de memorias :D
Publicar un comentario