20 noviembre, 2003

La búsqueda del ego


Una de las actividades más ociosas, pero más reconfortantes para el ego, es meterse a un buscador y poner el propio nombre como objeto de búsqueda. Es ocioso porque, ¿qué va uno a encontrar que no haya visto? Es más, todas las páginas que uno encuentra, por lo general son las mismas que uno ha hecho, así que no se encuentra nada nuevo. Lo único reconfortante es ver el número de resultados: a mayor número, más importantes nos sentimos. Como los perros que orinan su territorio para marcarlo, así queremos llenar el espacio de la Web con nuestro nombre.

El aspecto deprimente de esta actividad es enterarse de que uno comparte el nombre con abogados defensores de narcotraficantes, bandeononistas fallecidos y alcaldes nicaragüenses (no que tenga nada de malo ser nicaragüense, claro), entre otros especímenes del género humano.

Google-Serĉo: "jorge luis gutiérrez"

Sin embargo, en mi búsqueda de hoy me topé con una novedad: aparezco como autor de una Gran enciclopedia temática. La novedad es que realmente exista dicha enciclopedia. Cuando colaboré en ella, hace casi diez años, después de que me pagaron una cantidad ridículamente alta por un trabajo realizado con bastante desgano y muchas prisas, la editorial colombiana que me contrató cerró su oficina en México y no volví a saber nada de ella.

En comentarios con otras colaboradores de ese trabajo, llegamos a la conclusión de que se trataba de una operación de lavado de dinero. La fórmula, me da pena reconocerlo, está basada en el prejuicio de que todo colombiano, en especial si es de Cali, está relacionado de algún modo con el narco. Y peor aun cuando paga con cheques de bancos panameños.

En fin, me da gusto ver que sí se publicó la enciclopedia y que no fui cómplice de un crimen. Así no necesitaré de los servicios de mi tocayo abogado.

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