28 noviembre, 2003

De una vez, digo, si ya estoy encarrerado en la onda del código abierto, pues hay que entrarle a fondo. No recuerdo cómo llegué al OpenOffice.org, pero me pasé buena parte de la mañana descargando los 64 megas de la instalación. Y a la hora de la comida, apenas pude aguantarme las ganas de venir a probar el juguetito nuevo. Es una maravilla. Por supuesto que soporta Unicode, por supuesto que es gratis y, como lo indica su nombre, es código abierto. Aún no descubro cómo meterle mano, pero ya lo haré. ¡Tiembla Microsoft Office! Tus días están contados.

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