Mi experiencia docente
Mi paso por la docencia fue fugaz y no dejó ninguna huella, ni en mí ni en mis "alumnos". De hecho, aunque me reclutaron para dar clases en Acatlán (donde yo estudié), nunca llegué a darlas.
La primera semana, porque se "atravesaron" las inscripciones a idiomas y los alumnos estaban tan ocupados con eso que ninguno se presentó al salón. La siguiente semana fue el puente de los muertos. A la tercera semana estalló una huelga (estoy hablando del 1988 o 1989), que duró hasta mediados de diciembre, cuando nomás regresaron los trabajadores a tocar base y a irse de merecidísimas vacaciones.
En enero llegué sólo a presentar mi renuncia, pues para entonces yo ya estaba trabajando para Kodak y no tenía ningún interés en perder el tiempo en algo tan desorganizado. Y en febrero me hablaron para decirme que los alumnos se habían quejado, pues yo nunca había ido.
¿Qué tal? O sea que ni siquiera tomaron nota de mi renuncia y los dedicados estudiantes me reportaron faltando un mes para que se terminara el semestre. No supe, ni me interesó qué fue de esos grupos (eran dos).
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