14 abril, 2004

Angustias (infundadas) de un traductor


Desde mediados del siglo pasado se hicieron los primeros intentos de traducción automática mediante computadoras. Estos empeños adelantaron sobre todo en Estados Unidos, que quería contar con una forma de traducción rápida para vigilar las trasmisiones radiales de su archienemigo, la Unión Soviética. Hubo grandes expectativas en estos trabajos, que se esperaba culminarían en un sistema viable y accesible para saltar las barreras lingüísticas. Después, en las series de televisión de los años sesenta, veríamos a los traductores universales, dispositivos de avanzada tecnología que le permitían a la tripulación de las naves espaciales comunicarse con cuanta criatura se cruzara en su camino.


La realidad resultó menos optimista. Hará unos diez años, cuando las computadoras personales ya estaban bien establecidas en el mundo editorial, entre los colegas se hablaba --con una mezcla de alarma y de fascinación-- de los programas de traducción que, se temía, acabarían por volver innecesario nuestro trabajo. En ese tiempo llegué a ver el funcionamiento de algunos de ellos, pero sus resultados, lejos de preocuparme, me tranquilizaron. En el mejor de los casos, los textos producidos por estos programas requerían de la revisión minuciosa de un editor experimentado. Y, en la mayoría, el trabajo de corregirlos para dejarlos decentes era igual, y a veces superior, que el de traducirlos a mano.


Pero el avance de la computación es logarítmico, no aritmético, por lo que podríamos pensar que en estos diez años transcurridos, los programas de traducción automática ya estarían perfeccionados, dejando en el desempleo a una legión de traductores. ¿Será así?


Ayer me topé en Internet con un traductor automático y, a fin de comprobar los avances de esta tecnología, hice la siguiente prueba. Le pedí que tradujera al inglés uno de mis textos y, después, que ese texto traducido lo virtiera de nuevo al español. ¿El resultado? El original es una de las notas de este blog, que el amable lector podrá comparar con la retraducción que viene a continuación.




Problemas de la traducción

Iba muy fresca por Internet, cuando era la cosa siguiente:



El texto del Sagradas Scriptures es unalterable, y se prohíbe su traducción oficial en otra forma de lengua sin el consentimiento anterior del autocéfala de la iglesia de Constantinopla.


En la ventaja del lector, Tomé la libertad para corregir algunos errores orthográficos de este texto, tomado de la constitución eficaz en Grecia a partir de 1975. Aquí hay varias cosas que llaman la atención a mí. Primero, que alguna iglesia siente la necesidad para consecrate en la constitución de su país el carácter unalterable de sus escrituras, por él están mismo los sagradas que son. Seguro debe siempre estar asustado que un chambón o un malintencionado del traductor modifica el sentido de textos y, con tiempo, por la fuerza de tanto cambio, tenemos que los sacerdotes que adoran al diablo. Pero, si es una traducción oficial de la cual estamos hablando, ¿no está por esa razón garantizó la fidelidad del mensaje? Estos traductores oficiales no se certifican correctamente para evitar tales problemas, de hecho. Quizás es el mismo texto de este párrafo tres del tercero del artículo de la constitución de los helenos que se traduce gravemente, y qué el original desea prohibir de hecho ellos es los nonofficials de las traducciones. Si aquél es el caso, tendría que comenzar a prohibir las traducciones de la constitución.


Otra duda: ¿a cuál otra forma de lengua están prohibido las traducciones (los funcionarios o no) de textos sagrados? Recordemos: tenemos la lengua hablada, la escritura, el que esta' de las muestras (la que utilizan los sordomudos, no ellos conductores en el periférico), el gestual, el corporal, tenga la lengua del zorro de Vicentito, en eso "que dejamos ya la miseria" significa que "somos peores que antes", los lenguajes de programación, las idiomas inventadas, los quiméricos, como el Klingon de Viaje a las estrellas y las idiomas medias de la tierra de Tolkien... ¿en cuáles de todas estas formas de lengua las traducciones de las escrituras santas de Constantinopla se prohíben? Y miran que pido respecto con todo entonces, Carezco de chamba como camino, si en uno de esos algunos malhechores proponen a mí traducir los epistles y los evangelios a una de las formas prohibidas, no deseó ni terminar encima de la descomposición a mí en una cárcel griega ni, mucho cuanto menos, para ser víctima de un anatema de estos caballeros de los autocefálicos. Si alguien tiene alguna pista, Seré agradecido lo comunico.



Creo que, si éstos son los resultados, puedo seguir durmiendo tranquilo. Ningún programa de computación podrá reemplazar la traducción humana... al menos por el momento. Seguiremos informando.


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