Aplicaciones de la astrología en la vida cotidiana: primer acercamiento tentativo
Esta semana me cortaron el teléfono y el servicio de Internet; además, se le acabó la batería al coche: tres problemas que, según la astrología, están indicados en el mismo sector del horóscopo, la casa tres, que controla las comunicaciones y los transportes. Se podría pensar que, si hubiera visto mi horóscopo y detectado algún indicio maligno, hubiera podido evitar estos contratiempos. Por ejemplo, quizá hubiera detectado algún conflicto entre el planeta que rige mi casa tres, Júpiter, con el planeta que signifca las obstrucciones, Saturno.
No, no he visto mi horóscopo y eso es lo que da pie a estas reflexiones. En astrología las cosas nunca son claras y directas, como quisiéramos que fueran. Sería muy probable que esta semana no se me hubiera presentado ningún aspecto "malo" entre los planetas involucrados. ¿Qué haría? Bueno, la astrología tiene muchos recursos. El horóscopo al que solemos referirnos siempre es el natal, pero hay otras posibilidades. Está la llamada revolución solar, es decir, un horóscopo levantado para el momento en que el Sol vuelve a la posición del horóscopo natal y que es válido para un año. ¿No encontramos nada allí? No hay problema, calculamos la revolución lunar, con el mismo procedimiento que para la solar, pero con la Luna y válido para un mes. ¿Seguimos sin encontrar nada? ¿Cómo les caería el horóscopo diario? Los mismos procedimientos que los anteriores, pero con el ascendente y que detalla los acontecimientos de un día específico.
Si somos razonables, veremos que en estas cuatro combinaciones es altamente probable que encontremos un indicio de lo que estemos buscando. Y en mi caso, si no lo encontrara precisamente con Júpiter y Saturno, podría encontrar algún otro planeta que, de cierta forma, estuviera relacionado con aquellos y sí presentara un mal aspecto.
Como ya habrá adivinado el lector avezado, esto da pie a una pregunta impostergable. En un momento dado, ¿cuál de las cuatro técnicas aplicar? (Y que conste que hay varias más, como los tránsitos y las progresiones, éstas en dos variedades, primarias y secundarias.) Dadas las posibilidades combinatorias (12 planetas X 12 casas X 12 signos = 1,728, sin contar las múltiples combinaciones de aspectos que, si bien no son infinitas, sí son lo bastante descomunales para desalentar su cálculo numérico), no es nada difícil que en alguna de ésas encontremos lo que buscamos.
Tuve un profesor de ciencia política que solía decir que "es más fácil adivinar el pasado que el futuro". Él hablaba, claro, de la historia y de las relaciones entre América Latina y Estados Unidos. Pero la frase se aplica con más justicia a la astrología. No es nada difícil encontrar en el horóscopo signos de lo que ya ocurrió. Como decía, no necesariamente tenemos que ajustarnos a los planteamientos clásicos. Si yo quiero encontrar problemas en mi casa tres para "explicarme" el corte de teléfono y de Internet y el agotamiento de la batería del coche, de seguro lo encontraré. ¿De qué me sirve esa predicción a toro pasado? Supuestamente sirve, dada la recurrencia de los aspectos planetarios, para prever lo que va a ocurrir. Pero no necesariamente es así. Más bien, lo más probable es que no sea así, pues las circunstancias están en constante cambio y nunca va a repetirse el mismo conjunto de circunstancias que dieron origen a un fenómeno determinado.
Resumamos: andar viendo las estrellas en busca de explicaciones a mi vida me hace correr el riesgo de no ver por donde ando. Y más que calcular innumerables horóscopos para satisfacer la vanidad de ver mi mezquina vida cotidiana reflejada en el cielo, sería mucho mejor fijarme en la fecha de pago de los recibos. Y pagarlos a tiempo.
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