Fuera del aire
Durante varios días estuve fuera del aire. Bueno, no tanto. Pero me sentía como si tuviera un Jumbo estacionado en el hangar, y me viera obligado a usar la bicicleta para desplazarme, por no poder usarlo.
Está bien, seré más claro: contraté una conexión a Internet de banda ancha (no digo cuál, para que no piensen que estoy a sueldo de Prodigy Infinitum). La contratación fue por teléfono y al día siguiente llegó el mensajero con el módem y el paquete de instalación. Bueno, llegó, pero no me lo dejó; sólo me dejó con el portero un cartoncito con los datos correspondientes. Decía que había venido a las 2:30 pm y que no había nadie. ¿Creen ustedes que no iba a estar a esa hora, después de ver Seinfeld? Ni de chiste. Llamé a la compañía de mensajería (ahora sí digo que fue DHL para darle su ventaneada a los entregadores) y les dije que prefería ir en persona que arriesgarme a que el repartidor me saliera otra vez con su domingo siete.
La persona que fue a recogerlo, en realidad, fue mi hijo. Pero él andaba ocupado con la organización de un torneo de disco volador, se le hizo tarde, y ya no pudo regresar a la casa con lo que no sé porqué insisten en llamar kit de instalación. Tuve que esperar a la noche, a que saliera él del trabajo, para recibir por fin la dichosa caja.
Digo que no sé porqué le llaman kit de instalación, pues el contenido de la caja no le permite al ciudadano común y corriente llevar a cabo la instalación completa. En un momento dado, cuando el programa pide la contraseña, tuve que llamar al servicio de Prodigy para averiguar cómo estaba la cosa, pues no me admitía la contraseña que supuestamente habíamos elegido.
Asimismo, tampoco se le advierte al distraido contratante que el sistema sólo funciona en la línea que se contrata; es decir, si como es mi caso, uno tiene dos líneas telefónicas, la conexión de banda ancha sólo funciona en una. Obvio mencionar que la clavija del teléfono que está junto a mi computadora no correspondía a la línea contratada, así que me tuve que ir al comedor, para acercarme al enchufe correcto.
Después vino, como ya dije, el problema de la contraseña. Se resolvió felzmente con una llamada y, unas dos horas después de haber recibido el dichoso kit, ya estaba yo navegando a una velocidad de vértigo. Pero sólo un ratito. Poco después la cosa ésta se desconectó y no hubo poder humano que:
- Pudiera restablecer la conexión
- Pudiera llamar a Prodigy para por lo menos mentarles la madre
Esa noche me fui a dormir lleno de zozobra. Al día siguiente, lo primero que hice (bueno, lo segundo, lo primero fue prepararme un café) fue prender la computadora y tratar de conectarme. ¡Eureka! Funcionó a la primera y pude leer mis dos periódicos acostumbrados como si tuviera enfrente las páginas de papel. ¡Una delicia!
Pero en la noche las cosas no marcharon tan bien. Es decir, ni siquiera marcharon. Otra vez tampoco me pude conectar y de nuevo me fui a la cama pensando en el error que había cometido al contratar este servicio.
Al día siguiente, lo mismo: navegaba de maravilla un rato, y poco después, los escollos: la nave empezaba a hacer agua y se hundía sin remedio.
El lunes, de plano me conecté con mi proveedor anterior para poder bajar el trabajo del día, pues mi conexión "a exceso de velocidad" se negaba a establecerse, por más que le rogara y suplicara. Esta vez llamé al servicio técnico y ahí me dieron la clave: se necesitan algunos días (cinco, según dijeron) para que se "habilite" la línea y que pueda conectarme. ¿Qué es "habilitar" la línea? No me lo explicaron, pero supongo que es algo así como echarles los polvos mágicos de Campanita para que pueda volar.
Ahora la cosa ya está arreglada. Realmente es maravilloso poder navegar con esta comodidad, sin estar esperando a que bajen páginas, textos, imágenes y animaciones. Una conexión rápida y permanente como ésta nos cambia la mentalidad. Es aún muy pronto para detallar estos cambios, pero estoy seguro que habrá oportunidad de comentarlos más adelante.
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