Los huevos de Bush o el artículo cero
Ya ni sus cuates le creen a Bush y por ello lo mandaron a comparecer ante la comisión del congreso que está investigando cómo es que, después de un año de su "victoria" en Irak, la situación es un caos y han muerto más soldados que durante las operaciones militares en sí. La prensa nacional, recogiendo su información directamente de la gringa, asegura que Bush testificó ante el congreso. Quizá haya a quien le extrañe el uso de este cultismo de origen latino, cuando nosotros diríamos más directamente "atestiguar", "declarar" o "rendir testimonio". Pero la verdad es que pocas veces los desatinos lingüísticos de nuestros plumíferos han sido tan acertados como en esta ocasión.
Sabemos que testificar viene del latín testis, que significa "testigo". Pero ahora vemos que esta palabra comparte la raíz con testículo pues, como nos explica Corominas, los testículos son los "testigos de la virilidad". Hay quien asegura que esto surge del hecho de que los romanos, para darle peso a sus palabras, se agarraban los testículos, poniéndolos en prenda, en un acto similar al actual de jurar por la cruz y besar los dedos pulgar e índice cruzados. Pero creo que esto corresponde a la mitología. También podría pensarse que el origen es que se necesita valor para presentarse como testigo; valor que la imaginería popular hace residir en los testículos, por aquello de las represalias que pudiera tomar el acusado contra quien declarara algo en contra suya.
Pero la comparecencia de Bush sí fue un acto de testificación; es decir, un acto en el que explicó porqué había invadido a Irak y cómo estuvo la planeación de su estrategia. En pocas palabras, Bush invadió a Irak por sus huevos, es decir, por sus puras ganas, sus simples intereses petroleros y afán de ganarse un dólar rápido con el supernegocio de la "reconstrucción". (Ya su secretario de guerra, Donald Rumsfeld, había advertido que sólo los países que le entraron a la coalición ocupante podrían participar en dicho negocio, como para que la próxima vez, Francia y Alemania se la piensen antes de decir que no a una de estas guerritas tercermilenaristas.)
Este asunto no deja de recordarme un episodio de la picaresca nacional. Allá por los años setenta, cuando el heroico estado de Guerrero tuvo la desgracia de caer en las garras del gobernador Figueroa, éste mandó matar a unos "gavilleros", nombre oficial en aquellos años de los guerrilleros. Cuando la prensa le preguntó en qué ley se había basado para ordenar la ejecución sumarísima, Figueroa puso en prenda a sus "testigos de la virilidad" y respondió que en "el artículo cero". No se le puede negar ingenio a este personaje, característico de nuestro régimen priísta en vías de resurrección (¡gracias, Ahumada!). La forma ovalada del cero, en efecto, es reminiscente del huevo y del testículo, por lo que "el artículo cero" viene a ser la expresión jurídica de la mexicanísima explicación de muchos actos: "Por mis huevos."
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